Decía Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920) que no quería alas ni alones, "ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo".

La vida y la obra de don Benito resultan tan alargadas y prodigiosas que realmente sí merecía aparecer en una exposición tan completa como la que ayer se inauguró en la planta baja de la Biblioteca Nacional de España, y que un día antes fue visitada, entre otros, por el ministro de Cultura en funciones, José Guirao, quien estuvo acompañado por la escritora Soledad Puértolas.

Con la muestra titulada Benito Pérez Galdós. La verdad humana se pretende rendir un homenaje al autor de Fortunata y Jacinta dentro de los actos previos que se han organizado y que culminarán el próximo año en el que se conmemora los cien años del fallecimiento en Madrid de don Benito. En esta exposición, que podrá verse hasta el 16 de febrero, se exhiben más de doscientas obras: manuscritos, libros impresos, esculturas, grabados y lienzos de las colecciones de la Biblioteca Nacional y de otras entidades españolas. A partir del próximo año, esta amplia muestra viajará a Tenerife y Gran Canaria. Para los estudiosos de la obra galdosiana, la principal aportación del escritor grancanario a la cultura española fue inventar una imagen moderna del ser humano, que superaba la forjada a base de los arquetipos mentales y dualidades predominantes desde el Renacimiento.

Estos contrastes habían determinado los vaivenes de un campo intelectual colonizado por una ideología que hizo prevalecer la superioridad del espíritu sobre el cuerpo y contribuyó al desequilibrio, personal y colectivo, de la sociedad española. Pérez Galdós ofreció en sus obras literarias un modelo de ser humano real, verdadero. Sus quijotes ya no serán hidalgos, sino abogados, empleados, médicos, comerciantes, profesores, maestros, y mujeres admirables.

Las distintas salas que acogen en la Biblioteca Nacional este estudio minucioso sobre la figura alargada de don Benito dan cuenta de un mundo en transformación que va forjando la polifacética personalidad del escritor canario que con sus obras y aportaciones públicas incidirá en una nueva manera de entender la realidad moderna.

Los espacios íntimos, la naturaleza, las tertulias, sus amantes, su hija, los trabajos y las publicaciones aparecen desgranados en este territorio particular, en este universo amplio que supone la vida del genial artista reconvertida en una completa exposición.

Y todo comienza en este paseo por esta muestra bien dosificada con la palmera gigante que en su casa de Las Palmas de Gran Canaria veía el autor de Doña Perfecta, le sigue su árbol genealógico, sus años en Canarias, el primer amor, la llegada a Madrid y el aprendizaje en el Ateneo, el magisterio de Giner de los Ríos, su experiencia como periodista, sus primeras novelas y su evolución como escritor hacia estilos cada vez más personales y versátiles, sus amistades con Menéndez Pelayo, Clarín y Pereda, su perfil de hombre político y su deriva hacia el republicanismo. Capítulo especial representan los amores con doña Emilia Pardo-Bazán y con la madre de su única hija, Lorenza Cobián.

Su vinculación con el mundo del teatro y con actrices tan importantes como Margarita Xirgu, y algunas más, quedan patentes en cartas y fotografías. Y el final: su muerte el 4 de enero de 1920 en la casa que su sobrino José Hurtado de Mendoza tenía en la calle Hilarión Eslava. El adiós de don Benito se vivió con una gran tristeza. Solo hay que ver las crónicas de los diarios que recogen lo que fue la gran despedida nacional, con esos miles de madrileños que salieron a la calle para darle el último adiós a un escritor que tan bien los había retratado. Después llegó el silencio atroz que ha tenido que soportar, como uno de esos autores olvidados, pero que en los últimos años vuelve a recobrar nuevos bríos.

La genialidad de Pérez Galdós resulta indiscutible y como muestra la influencia que su literatura ha tenido en escritores tan relevantes como Almudena Grandes o Antonio Muñoz Molina. La presentación de la exposición sobre La verdad humana de Pérez Galdós contó también con la presencia de la consejera de Cultura del Gobierno de Canarias, María José Guerra, quien se mostró gratamente sorprendida con la muestra, "ha superado mis expectativas, y reconozco que se merece estar en un lugar como la Biblioteca Nacional, y lo más que me ha emocionado es ver sus manuscritos, ahí está Tristana, de su puño y letra, eso me ha encantado".

Guerra también destacó la importancia que debe darse a este autor canario y "quien vuelva a leer sus obras se dará cuenta que sigue de actualidad".

Por su parte, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, se encontraba sorprendido y emocionado al poder contemplar de una forma tan completa la vida y la obra del escritor canario. Morales, quien acompañó al ministro de Cultura en funciones durante su visita por las distintas salas de la muestra, también pudo comentar qué habría que recuperar los manuscritos de Galdós en los que habla de democracia, "eso es algo que no podemos dejar pasar, habría que recopilar lo que escribió sobre esto, sobre todo en estos momentos nos vendría muy bien".

La exposición que acoge la Biblioteca Nacional, que ha tenido como comisarios a los expertos en Galdós: Germán Gullón Palacio y Marta Sanz Pastor, reunió a un grupo amplio de seguidores habituales de la obra de don Benito. Tampoco podían faltar a este acto, la directora de la Casa Museo Pérez Galdós, Victoria Galván, y la profesora, experta en la obra galdosiana, Yolanda Arencibia, que han participado como curadoras.

En la misma mesa que Cervantes

En tiempos nublados por el fútbol, en los que se discute quién puede sentarse en la misma mesa de Messi, el profesor y experto galdosiano Germán Gullón tiene claro que en el campo de la literatura, si se habla de España, solo hay tres nombres que deben estar en esa mesa: "Cervantes, Galdós y Juan Ramón Jiménez, después habrá otros que pueden llegar y sentarse por turnos, pero no de forma permanente como estos".

Para un apasionado de la obra literaria de don Benito como Germán Gullón resulta inverosímil, "propio de un extraterrestre, si hoy hay alguien que no conozca algo de la obra de Pérez Galdós". Acercarse a la literatura del escritor canario, a sus novelas, a sus obras periodísticas supone tener la oportunidad de disfrutar de una forma de enfrentarse a la realidad en la que lo esencial es el hombre, con sus dualidades, sus grises. El profesor Gullón considera que a diferencia de otro gran maestro como fue Cervantes, don Benito explora en el alma del individuo cercano, en ese en el que todos pueden verse representados. Para Almudena Grandes, que se aficionó de pequeña a leer las obras de don Benito que sus abuelos tenían en su casa, el escritor canario "inventó un formato narrativo en el último tercio del siglo XIX que es transitable en el siglo XXI". Y para Antonio Muñoz Molina, "Galdós es el ejemplo de un escritor tan radicalmente político como radicalmente literario". Quizás por todo ello, habrá que volver sobre los pasos perdidos y releer a don Benito.