Leonardo Padura (La Habana, 1955), maestro cubano de la novela negra, participó hasta ayer en el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras Periplo del Puerto de la Cruz, donde mantuvo un sugerente diálogo con el periodista tinerfeño Eduardo García Rojas sobre su última novela, La transparencia del tiempo (2018), publicada por Tusquets, su ventana editorial en España y en el mundo desde hace 23 años.

Este Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, que tiene más medallas literarias que un general, se ha convertido a través de su obra en un portavoz crítico de la realidad social de su país natal y, sobre todo, del acontecer vital de la Habana donde nació. Su literatura trata de expresar una mirada universal desde una perspectiva y una pertenencia a Cuba.

También es el padre de Mario Conde, un detective bastante borrachín y desencantado con la vida que le hubiera gustado ser escritor, que le sirvió para dar credibilidad a las historias que narra en sus novelas, aunque también escribió otras en las que lo dejó de lado, como lo hizo con la obra El hombre que amaba a los perros, sobre el asesinato de León Trotsky.

Este escritor, periodista y guionista consiguió que su Conde cubano llegara a las pantallas con la miniserie de televisión Cuatro estaciones en La Habana (2016), que tiene visos de vivir una segunda temporada.

¿Por qué se decantó por la novela negra?

Escribo novela policiaca o novela negra porque era un gran lector de ese tipo de literatura y me gusta por esa posibilidad de que cuenta siempre una historia que empieza y termina, aunque le hagas una estructura que sea diferente. Por otro lado, la novela negra se conecta de inmediato con el lado oscuro de una sociedad, habla de un crimen o un delito y eso te conecta con un lado oscuro. Y yo pretendía escribir una novela que he tratado de hacer que sea de carácter policial, pero no son estrictamente novelas policiales, sin que son más bien de carácter social. Estas novelas mías del personaje Mario Conde a través de casi 30 años que llevo escribiéndolas, publiqué la primera en 1991, de alguna forma tratan de dar una imagen posible de lo que ha sido Cuba en estos años y en años inmediatamente anteriores. Es una especie de crítica social posible de la vida cubana.

¿Cómo define a su personaje Mario Conde?

Creo que tiene un carácter con una perspectiva crítica, por eso un personaje como Mario Conde tiene una cierta inconformidad con el mundo que lo rodea e incluso consigo mismo. Está en conflicto consigo mismo, con lo que ha sido su vida y el mundo que lo rodea.

¿Se inspiró en el Mario Conde español?

No tiene nada que ver. Cuando escribí la novela no sabía que existía un Mario Conde español. Era una época en la que Mario Conde era bueno todavía, quiero decir que en 1990 nunca pensé que mis novelas se fueran a publicar en España y que fueran a tener esta gran acogida. Estaba buscando un apellido que me funcionara como un apodo. Mario Conde, el Conde, por eso se llama así.

¿Por qué policía?

Lo cree policía porque en un primer momento, en las primeras cuatro novelas, lo deja en la cuarta, no era verosímil que alguien que no fuera policía hiciera una investigación criminal en Cuba y casi en ninguna parte. Ya después pasé mucho tiempo viendo como lo conecto con una historia en la que era una investigación que tenga de alguna forma un carácter criminal.

¿La vida de Mario Conde corre paralela a la suya?

Sí, era un año más viejo que yo, pero si tenemos muchos puntos de contacto en común, una experiencia generacional muy semejante, vivimos en barrios que se parecen mucho, estudiamos en escuelas que se parecen mucho, tenemos amigos que se parecen mucho y vemos también la realidad con ópticas que se parecen mucho.

¿Cuál es el papel de La Habana en su producción literaria?

Casi toda mi literatura se desarrolla en Cuba pero especialmente en La Habana, incluso cuando son novelas como El hombre que amaba a los perros, me voy a otras geografías, pero siempre regreso a Cuba y a La Habana. En el caso de las novelas de Mario Conde es el escenario fundamental de estos relatos. Las historias ocurren y giran alrededor de lo que es la estructura de la ciudad, porque ahí entra su arquitectura, las personas que la habitan, su forma de entender la realidad, las formas de hablar. En fin, hay un sentimiento habanero en esta novelas.

Luego su obra, traducida en 25 idiomas, se ha convertido en una verdadera promoción turística de su país, ¿no?

Mucha gente me dice en lugares a veces bastante exóticos que han conocido La Habana a través de las novelas del personaje Mario Conde, que han sabido de Cuba a través de Mario Conde y eso es un motivo de orgullo, que alguien tenga un conocimiento de mi realidad a partir de mi literatura.

¿Usted critica la realidad cubana a través de su obra, pero se ha auto censurado en alguna ocasión?

Uno siempre tiene algún punto de censura con respecto a lo que expresa y esto no tiene que ver estrictamente con la política. Puede ser que uno piense de un determinado aspecto de la realidad y la sociedad de otra forma y evite herir susceptibilidades en la literatura. Creo que uno tiene que respetar las opciones de los otros. Con respecto a la política, creo que en lo fundamental a través de mi literatura he dicho lo que pienso sobre de la realidad cubana. Una novela, como El Hombre que amaba a los perros, creo que explica por si sola esta afirmación que te estoy haciendo y más frecuentemente una novela como La transparencia del tiempo, también tiene una visión social y política muy crítica con respecto a la realidad que se vive en Cuba.

¿A qué nivel vive en primera persona lo que plasma en sus obras?

Hay de todo. Las experiencias vitales son muy importantes pero en la literatura uno vive muchas vidas, tanto que sería imposible para un ser humano vivirlas. Por eso mi experiencia personal ocupa un espacio, pero las experiencias de los otros que conozco a través de las lecturas, conversaciones e informaciones de diversos tipo también integran esas vidas posibles que voy reflejando en mi literatura.

¿Hasta qué punto su obra refleja sus deseos y frustraciones?

Pienso que cada obra, dependiendo del territorio en el que se mueva, habla más o menos de posibles deseos y posibles frustraciones. Creo que reflejo muchos deseos y muchas frustraciones. Lo más importante en este sentido, más que los deseos y frustraciones, yo lo que reflejo son mis obsesiones. Por ejemplo, en una novela como La transparencia del tiempo tiene que ver con la relación del hombre y la historia, como la historia puede cambiar las vidas de los hombres; una obra como Herejes tiene que ver con la libertad de los individuos; en El hombre que amaba a los perros, con la pérdida de los valores utópicos. En definitiva, que son obsesiones que voy manejando a través de mis novelas y eso se convierte después en deseos y preocupaciones.

¿Le dicta Mario Conde lo que debe escribir sobre él?

Con el caso de Mario Conde hay toda una creación psicológica, biográfica e histórica del personaje que influye mucho en su aparición en cada una de sus novelas. Lo que ocurre es que Mario Conde, como va evolucionando y envejeciendo con el tiempo, toma en cada novela comportamientos que de alguna manera pueden ser diferentes, pero en esencia tiene aspectos que se mantienen a los cuales tengo que ser fiel y de alguna forma me dicta que sea fiel a esos comportamientos del personaje.

¿Considera su obra una crónica?

En muchos sentidos si. Como te decía puede ser una crónica de lo que ha sido la vida cubana contemporánea.

¿Cómo ve Cuba en la actualidad, qué le mantiene agarrado a ella?

Cuba en estos momentos vive una coyuntura económica complicada, más de lo que era hace dos años, pero siempre ha sido bastante complicada y eso genera tensiones, necesidades, carencias que la gente ha tenido que sufrir durante años. Por otro parte hay un lado positivo en la realidad cubana, eso no se puede negar, una preocupación por los más desprotegidos, los más vulnerables, aunque de una manera que no alcanza a resolver las necesidades de esas personas, por lo tanto es una sociedad muy compleja, muy difícil de definir, en la que pueden destacarse factores positivos y negativos. Yo vivo en Cuba porque soy un escritor cubano y mi alimento fundamental es la vida cubana, la sociedad cubana, las experiencias y las expectativas de los cubanos. Yo pertenezco a esa sociedad, a esa cultura, y creo que si no estuviera cerca de ella no podría ser el escritor que soy ahora.

¿Qué proyectos tiene entre manos o en mente?

Estamos esperando que se encuentre por parte de los productores españoles, Tornasol Films, la financiación para una segunda temporada de la serie de Conde a partir de un argumento original que hemos escrito yo y mi mujer, Lucía López Coll, de la que se están preparando seis capítulos. Por la parte de la literatura estoy terminando una novela que tiene que ver con la diáspora cubana de mi generación. Esos cubanos que están viviendo aquí, en España, en Estados Unidos o en Francia, y por supuesto que hay cubanos que viven en Cuba. Tiene que ver como mi generación, que ha reaccionado ante esta dispersión que hemos vivido tantos años.

Título: La transparencia del tiempo.

Editorial: Tusquets.

Sinopsis: A un Mario Conde a punto de cumplir 60 años, y que se siente más en crisis y más escéptico que de costumbre con su país, le llega un encargo de un antiguo amigo del instituto, Bobby, que le pide ayuda para recuperar la estatua de una virgen negra que le han robado.