Playlist (Cross Books, 2019) es su propuesta-trampolín hacia el nuevo mundo de la música clásica. Enamorado hasta la médula de España a la par que de su novia, la actriz argentina, Micaela Breque, que se la recomendó, el pianista James Rhodes (Londres, 1975) ha encontrado en Madrid, ciudad a la que se mudó hace dos años, la paz y el sosiego necesario para capear el fantasma de la profunda depresión que le provocó haber sido víctima de abusos sexuales cuando era niño. Ese trauma no se supera nunca, asegura este apasionado defensor de la música, "una droga legal y sin efectos secundarios". En su último libro invita a disfrutar de la rebeldía de Bach, Mozart o Beethoven, unos genios capaces de cambiar tu estado de ánimo y hasta tu mente.

Así que España mola.

Muchísimo y cada vez me mola más. Tengo una novia de Buenos Aires que fue la que me convenció para que me mudase a Madrid. Estoy feliz.

¿Era también feliz cuando se escapaba desde Londres a Mallorca?

Por supuesto. Iba a Mallorca de niño. Me gusta mucho la playa y allí empecé a beber y a fumar.

¿Qué le decidió a abandonar Londres e instalarse en Madrid?

Muchas cosas. Londres es una ciudad de mierda carísima, llena de suciedad y racismo. El tiempo es horrible. Nada que ver con España donde además la comida es fantástica y la gente mucho más simpática. Venir a España fue una de las decisiones más fáciles de mi vida.

¿Qué es lo que más le deslumbra de la vida en España?

El propio ritmo de la vida. Todo es más tranquilo. La vorágine de Madrid me recuerda a Disneyland si la comparo con la de Londres.

Y descubrió la merienda.

En Inglaterra cenamos a las siete de la tarde así que cuando llegué a España y tenía que esperar hasta las diez para cenar me moría de hambre. Un día me preguntó un amigo que por qué no merendaba. No sabía lo que era eso.

¿Es para tanto, de verdad?

Es algo fantástico. Pensé que por qué coño nadie me había hablado antes de la merienda y no solo de la merienda, de la recena, de la sobremesa y del aperitivo con vermut. España es el único sitio del mundo en el que puedes comer seis veces y no engordar.

Supongo por tanto que ya le gusta más la comida española que la música.

Me encantan la música y la gastronomía pero, sobre todo, cómo vive la gente prestando atención a la familia y a los amigos. Es una vida menos estresada a la que le estoy cogiendo el gusto.

¿Ve usted a los españoles con baja autoestima?

Me sorprende que cuando piropeo a España salga gente a decirme que este es un país de mierda y que espere dos años para que lo vea. No lo entiendo pero supongo que yo diría lo mismo si un español me dice que Londres es una maravilla.

¿Tiene plenamente superada aquella tormentosa experiencia de abusos sexuales que le llevó a escribir 'Instrumental', pronto convertido en un 'bestseller'?

No. Esa vivencia es algo que no se puede superar. La tengo ahí permanentemente pero con la paz que me da España espero poder mitigar el tormento.

¿Cómo vivió el programa televisivo 'Salvados' cuando se presentó allí como víctima infantil de abusos sexuales?

Fue increíble. Jordi Évole y su equipo fueron espectaculares conmigo. Sobreexpuse mi vida cuando aún vivía en Londres. Una vez que se emitió el programa mi teléfono no paraba de sonar.

¿Qué le decían?

Me daban apoyo. No recibí ni un comentario negativo y eso es extraordinario en esta época tan dada a la crítica amparada en el anonimato de las nuevas tecnologías.

¿Qué influencia tuvo la música clásica en su salida del túnel de la droga y de la depresión profunda?

Influyó muchísimo. La música es como una droga sin efectos secundarios. Además es legal y la puede tomar todo el mundo. Tiene un efecto muy fuerte que te lleva a experimentar sentimientos y da esperanza.

¿Qué es la música clásica para usted?

Es mi oxígeno y mi agua.

¿Influye en su estado de ánimo?

En una sinfonía de 30 minutos puedes hallar todas las emociones: tristeza, ira, alegría... Eso no lo logras con una canción de tres minutos.

¿Qué quiso escuchar en el momento de la reciente muerte de su madre?

No podía escuchar nada porque estaba roto de dolor. A los cuatro días di un concierto en Madrid con piezas de Mozart, Beethoven, Chopin y Bach. Se lo dediqué a ella.

De repente el genial pianista ruso Grigory Sokolov apareció en su vida.

Es como si un niño descubre a Leo Messi aunque yo soy más de Joaquín, del Betis. Descubrir a Sokolov lo cambió todo. Es como conocer a un héroe. Está a la altura de figuras como Beethoven o Mozart.

¿Cómo enlazó con el representante de Sokolov, Franco Panozzo?

Le envié una caja de champán a su casa. Yo aún trabajaba en el mundo financiero y cuando fue a Londres me pidió que le echase una mano con la promoción de Sokolov. Panozzo me animó a cambiar las finanzas por la música.

Hábleme de su experiencia de haber sido el primer pianista clásico en firmar con Warner Bross Records.

Fue una experiencia fantástica pero es una empresa demasiado grande que lo quiere controlar todo así que rompí con ella porque soy bastante tiquismiquis y cree mi propia discográfica.

Usted es un pianista de música clásica atípico, si me lo permite.

Tengo gran respeto a los pianistas convencionales pero me gustaría que se acercasen más al público que les va a ver, que le dedicasen unas palabras antes del concierto, que fuesen más accesibles y que se relajasen. Deberían de ser menos quisquillosos.

¿Ha conseguido convencer a la gente de que cualquiera puede aprender a interpretar a Bach en seis semanas con una dedicación de 45 minutos diarios, según promete usted en uno de sus libros?

Hay gente que me envía vídeos que demuestran que lo han conseguido. No es algo difícil si te concentras en el reto.

¿Qué reacciones tuvo con su obra 'Fugas o la ansiedad de sentirse vivo'?

Buenas pero he de reconocer que no leo todas las reseñas que me dedican. No soy escritor, soy músico.

Anime a los jóvenes a aficionarse a la música clásica.

Los jóvenes no son el problema. Son más abiertos de mente que la mayoría de los adultos que conozco. Yo actué en el Sónar y el público era más tranquilo y callado que el de algunas salas de concierto en las que he estado. Lo que hay que hacer es acercarles este tipo de música y es difícil porque no se sabe por dónde empezar. Por eso escribí Playlist, como trampolín hacia el nuevo mundo de la música clásica.