La poeta, narradora y dramaturga gomera, además de autora de tres libretos de ópera aún sin estrenar, Isabel Medina (Hermigua, 1943) fue ayer la protagonista central del Día de las Escritoras, que se celebró en el Espacio La Granja de la Casa de la Cultura de Santa Cruz, acto promovido por el Gobierno de Canarias a través de su Viceconsejería de Cultura.

Esta maestra, que se transformó en escritora cuando se dio cuenta de que no existían muchos cuentos infantiles ambientados en las islas, se ha convertido en una las autoras canarias más prolíficas de literatura infantil y juvenil con sus Cuentos canarios para niños (1983), aunque su carrera literaria comenzó con el poemario Gánigo de ausencia (1982).

Medina estuvo arropada durante el acto, que se desarrolló en un relajado ambiente entre la luz o la oscuridad, por más de medio centenar de personas, entre familiares, amigos y lectores de sus cuentos, poesías, obras teatrales, ensayos y novelas. Algunos de los presentes respondieron a su invitación y le hicieron algunas preguntas sobre su vida y su obra.

La autora canaria dio un repaso a algunas de las claves vitales que la acercaron a la literatura, aunque confesó que hubo un momento cuando era niña en el que rompió los cuentos que había escrito porque conoció la obra de Shakespeare, su amor literario.

Tras compartir la distinción del Día de las Escritoras con otras creadoras canarias, mostró su admiración por la autora, filósofa y política francesa Olympe de Gouges, quien escribió en el siglo XVIII la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, "libro que todas las mujeres deberían de leer".

"Olympe de Gouges hizo mucho por la libertad de las mujeres, defendió sus derechos para que se igualaran a los de los hombres. Defendió que la libertad, igualdad y fraternidad no fuera solo para una parte del mundo sino para todos. Olympe de Gouges estará siempre dentro de mi, como son los amores eternos".

Curiosamente la admiración que siente Isabel Medina por esta revolucionaria francesa, que fue guillotinada por sus avanzadas ideas en la Francia del siglo XVIII, la llevó a viajar a la ciudad en la que nació la autora gala, Montauban, intelectual a la que se acercó cuando leyó una serie de libros sobre la Ilustración.

"Vi el inmenso teatro que lleva su nombre. Fui a Francia a ver sólo eso, el lugar en el que había nacido y, casualidad, me quedé en el hotel donde murió Azaña. Vi la habitación donde se quedó, en la 101, y me impresionó mucho", confesó a los presentes en el Espacio La Granja.

También recordó al poeta y paisano Pedro García Cabrera, al que conoció a través de una amiga en 1981, tristemente un poco antes de su muerte, cuando lo visitó en una residencia de ancianos que había en el Puertito de Güímar.

"Estuve tres horas con él, nos abrazamos, lloramos... Cuando salí de la residencia de mayores tenía la sensación de que era millonaria. Fue muy importante conocer a este hombre. Cuando conocí a García Cabrera fue como si la poesía se pusiera de pie".

El entrañable encuentro en el que se convirtió el reconocimiento a Medina estuvo presidido por la consejera de Educación, Cultura, Universidad y Deportes, María José Guerra, y el viceconsejero de Cultura, Juan Márquez, quienes destacaron la trayectoria de la homenajeada y su reivindicación y defensa del papel de la mujer en la literatura, además de entregarle un diploma enmarcado.

Por último, la veterana narradora gomera se aventuró a recitar algunos de los poemas que jalonan su amplia y variada producción literaria, aunque advirtió de las dificultades que tiene para poder leer desde hace tres años.

"Voy a leer el poema titulado La especie, que es una reflexión filosófica sobre quiénes somos como especie:

Nacemos desnudos y frágiles/

somos el animal más desvalido

del planeta...".