Dejó de mostrar su trabajo en público porque se sentía condicionado por una serie de factores que heredó de su época en la Facultad de Bellas Artes que le inclinaron a cuestionar el papel del artista frente al espectador.

Daniel de la Guardia (Las Palmas de Gran Canaria, 1992), que se dedica actualmente al tatuaje de forma profesional, ha retomado los procesos de crear. "Quería trabajar de una forma en la que me sintiera cómodo. Sobre todo cambié por estar de cara al público, porque lo que conlleva la pintura es estar solo en casa muchas horas y eso era muy insano. Estar seis horas sin relacionarte con nadie. Necesitaba cambiar de aires y estar cara al público. Al final estoy haciendo lo mismo, solo he cambiado de herramientas".

El resultado de todas esas reflexiones lo muestra en el Espacio Bronzo de La Laguna hasta el próximo 11 de octubre bajo el título Al sonar el primer disparo.

"Es como volver a retomar los procesos después de un periodo de reflexión en casa, de haber dejado los pinceles de lado y haberme puesto a otra cosa. Ahora mismo llevo tres años y medio en un estudio de tatuaje. He cogido piezas que había puesto en práctica en otras exposiciones, pero esta vez me he quitado un poco ciertos vicios, ciertos prejuicios que uno se va formando después de haber salido de la facultad y estar todavía apegado a los libros, a ciertos referentes".

La especie de catarsis que ha marcado la vida de este creador durante estos años a nivel artístico ha derivado en el abandono de una serie de referentes y el ver la realidad en torno al mundo del arte y su difusión con otros ojos.

"He necesitado tomar cierta distancia con lo que estaba haciendo para ver con más claridad cosas que quiero decir y priorizar, porque salimos de la facultad y queremos vivir de esto, y a veces le damos más importancia a ciertos aspectos estéticos y nos olvidamos de la profundidad de los temas que queremos abordar o de su propia honestidad, lo hacemos girando en torno a aspectos como de moda, más que otros como lo conceptual, o realizar el trabajo de una forma más honesta", matizó.

Una cuestión que preocupa hondamente a De la Guardia es la sensación de la gente en general cuando se acerca a un museo a ver las obras que acogen, un tema que introduce de alguna forma en su discurso plástico.

"Lo que he notado por la familia más cercana mía o los amigos es que se le quita las ganas de acudir a este tipo de eventos porque no los entienden. Lo que me ha hecho replantearme eso en varias ocasiones ha sido que quizás los artistas deberíamos ser más humildes a la hora de encontrarnos o hablar con la gente, porque si no lo hacemos, para qué tipo de público estamos trabajando".

La exposición Al sonar el primer disparo, que tiene un carácter narrativo y hasta cierto punto autobiográfico, está formada por una docena de esculturas realizadas con papel maché, madera y una en bronce colgada en la pared que evoca una serie de copas algunas de ellas rotas, además de tres óleos y un grabado elaborado con la técnica de estampación conocida como gofrado.

"Salvo la de bronce, las esculturas son miniaturas que vienen presentadas sobre unas peanas de madera de más de un metro de altura. No es la clásica peana, sino que es piramidal para parecer como una especie de cima de montaña. Son para alongarse en las piezas que están encima".

El estilo que practica De la Guardia es figurativo, sobre todo en la pintura, mientras que las piezas que presenta en las peanas pretenden ser personas, sin trazos, sin rostros, anónimas, "elementos muy cotidianos en el día a día de los museos, un poco del ámbito museístico, del lado artístico y tienen un poquito de crítica social y ciertos apuntes hacia la política".

Las tres pinturas poseen cierto tinte clásico, porque según reconoce el artista "las referencias a las que me acerco son clásicas, la pintura francesa e inglesa de los siglos XVII y XVIII, tipo Vermer o Rembrandt. Un tipo de pintura más oscura con elementos aislados, no hay un escenario. Suelen ser retratos. En la exposición hay dos retratos y una fachada de una casa".

Este joven artista parece que ha perdido el miedo a enfrentarse de nuevo a un lienzo en blanco y ha vuelto a comenzar su lucha para plasmar a través de diferentes medios los temas que le inquietan. "Todas las piezas de la instalación tienen una correlación entre ellas y hablan de que ha pasado algo que no se sabe muy bien qué. Tiene cierto tinte bélico porque se ve como si hubiese ha-bido una pelea, hay copas rotas, un desaparecido...".

Premios y exposiciones

Daniel de la Guardia Sánchez se graduó en Bellas Artes en 2014 por la Universidad de La Laguna y en 2015 obtuvo el Diplomado en Tecnologías para la Creación en el mismo centro universitario. Sus estudios y su obra han recibido distintos reconocimientos y premios en su tierra natal y en Cerdeña (Italia), donde fue seleccionado para participar en la décima edición de la Bienal de Pintura de Padru Isole (2013). Ese mismo año obtuvo la beca de la Real Academia de Historia del Arte de San Quirce de Segovia sobre pintura de paisaje para pintores pensionados del Palacio de Quintanar.

Obras suyas forman parte de las colecciones del Gobierno de Canarias, la Económica, el Alcázar de Segovia y el Ayuntamiento de Padru, en Cerdeña. H expuesto en la Sala de Arte Contemporáneo (Santa Cruz), BIBLI (Santa Cruz), Ateneo de La Laguna, 2014), en la Galería Artizar de La Laguna, en la Bienal de Artes Plásticas de Santa Cruz, en La Recova, El Tanque Círculo de Bellas Artes, TEA y en salas de París y Copenhague, entre otros espacios.