Con algunas de sus declaraciones durante la promoción de Mientras dure la guerra, Alejandro Amenábar ha conseguido lo que todo publicista sueña: que se hable de él, aunque sea bien. Afirmar que España ha "pasado de puntillas sobre la Guerra Civil", cuando ha sido casi un monotema del cine español durante toda la democracia; y que "el fantasma de Franco flota hoy entre nosotros", siendo nuestro país uno de los estados europeos con mejores indicadores democráticos, y pionero en ciertos derechos civiles -como el matrimonio homosexual-, equivale a jugar con fuego a las puertas de una pirotecnia. Y vaya si ha habido explosión. Si en cine vencer es que mucha gente vea tu película, Amenábar casi seguro que vencerá. Otra cosa es si convencerá.

Vaya por delante que quien esto escribe no ha podido, muy a su pesar, ver todavía Mientras dure la guerra. En este país de las dos Españas los pases de prensa se proyectan únicamente en Madrid y Barcelona, y rara vez se ofrece al periodista "de provincias" un enlace para que pueda visionar el filme antes de su estreno, por el miedo de las distribuidoras -pásmense- a la piratería. Sí sabemos que la película ha sido preseleccionada por la Academia para representar a España en los Óscar y que es la primera que el director nacido en Chile rueda en España y en castellano precisamente desde la oscarizada Mar adentro (2004). También que el reparto está encabezado por Karra Elejalde como Miguel de Unamuno, Eduard Fernández es José Millán-Astray, fundador de la Legión; y Santi Prego da vida a Franco.

Petición de clemencia

La acción nos sitúa en el fatídico verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la rebelión militar que promete traer orden a la convulsa situación del país, y por ello es destituido fulminantemente por el gobierno de la II República como rector de la Universidad de Salamanca. Sin embargo, cuando el golpe deviene en guerra sangrienta y algunos de sus compañeros son encarcelados, Unamuno empiece a cuestionar su posición. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado jefe del Estado de la zona nacional, Unamuno acudirá a su palacio, decidido a hacerle una petición de clemencia.

"Lo que más me interesaba de Unamuno como personaje es que duda. Ya no se nos permite dudar de las cosas, parece que haya que tener una idea clara de todo desde el principio", ha destacado Amenábar en San Sebastián, donde presentó la película. "Y en realidad, el ser humano es profundamente contradictorio. Y en el caso de Unamuno se mojó en el momento más inoportuno solo para salvar su honra, y eso lo hundió, pero dio la cara a pesar de las represalias y yo me siento interpelado por algo así".

Sobre el famoso enfrentamiento entre Unamuno y Millán-Astray en la Universidad de Salamanca hay muchas versiones. Hay historiadores que han cuestionado incluso que de los labios del intelectual bilbaíno saliese la célebre frase "venceréis, pero no convenceréis", pero en lo que los estudiosos coinciden es en que fue la propia esposa de Franco, Carmen Polo, la que salvó al escritor bilbaíno de la tensa situación. Ese dato fue lo que llamó la atención de Amenábar, que empezó a interesarse por el conflicto. Entonces se dio cuenta de que sabía muy poco de la Guerra Civil. "Pasamos de puntillas sobre ella", ha dicho en diversos medios, en referencia a los de su generación, los nacidos en la década de los 70. Y en parte tiene razón. Es cierto que en muchos colegios de la antigua EGB se acababa el curso curiosamente antes de llegar a la parte del libro de texto que abordaba el conflicto del 36. Aunque nadie puede decir a estas alturas, con miles de libros publicados -es el conflicto civil con mayor bibliografía del mundo-, cientos de películas, documentales y millones de páginas web-, que no haya información de todo tipo sobre este apasionante tema.

Amenábar, cuya anterior película histórica, Ágora (2009), fue duramente criticada precisamente por su falta de rigor histórico, dice considerarse un director "responsable", que en esta película manejaba material "inflamable", por eso se propuso "tratar ambos bandos con respeto". Sin embargo, ha precisado que en el filme "no hay equidistancia", y que no se considera intelectualmente "igual de cercano a Franco que a Unamuno". "Sí he intentado ser ecuánime, no cargar las tintas y representar el otro lado con el máximo realismo posible", ha señalado en una entrevista concedida a El Periódico.

Ese empeño incluía no reírse de Franco, no caricaturizarlo, e intentar "entrar en su psicología". Para ello contó con Santi Prego (Vigo, 1962). El actor refleja en su interpretación la voz atiplada, la timidez y las dificultades para expresarse del dictador, que Amenábar ha intentado retratar con realismo. "Se decidió a secundar el golpe en el último momento [recuerda el director], era cuestionado por los otros generales sublevados -le apodaban burlonamente Miss Canarias- y luego, a la gallega y con baraka, como decía él, se hizo con el liderazgo del bando nacional y con la jefatura del Estado".

Cambio de bandera

Sobre la "inteligencia táctica" del general ferrolano, Amenábar ha recordado que Franco cambió de bandera, de la tricolor vigente entonces a la rojigualda. "Los militares no se alzaron contra la república, sino contra el gobierno", ha explicado el director en San Sebastián. "Al principio la bandera republicana seguía ondeando y fue una jugada de Franco cambiar de bandera para atraer a los monárquicos".

Precisamente la bandera propició otra de las anécdotas de la película. El director de Tesis, que se ocupa de casi todo, desde el guión y la dirección a la banda sonora, se empeñó en que el cartel de la película tenía que ser la enseña española. Los responsables de la promoción le llamaron poco menos que loco, pero se salió con la suya. Y es porque la película -asegura- habla de la identidad: "Muestra el himno, la bandera, y esa especie de orfandad que sentimos en este país".

Amenábar parecía predestinado a tratar la contienda civil del 36: sus padres huyeron del caótico Chile de Salvador Allende cuando él solo era un bebé, antes del golpe de Pinochet (1973), y en España se establecieron nada menos que en Paracuellos del Jarama... "Lo mismo me indigna que Podemos no condene la dictadura de Maduro como que Ciudadanos abra la puerta a Vox", ha dicho el director en una reciente entrevista a Beatriz Martínez, de El Periódico. E insiste en que cuando no ha estado mediatizado por informaciones externas y aislado de los prejuicios, el público ha salido satisfecho de los pases previos de la película. Habrá que ver si Amenábar convence. ¿A todos? Imposible.