Christopher Young (Nueva Jersey, 1957) ha firmado algunas de las bandas sonoras más conocidas de la historia del cine. Pesadilla en Elm Street 2, La mosca, Hellraiser, Spiderman 3 o Sinister llevan melodías de Young que ya forman parte del imaginario colectivo de medio planeta. Esta semana ha estado como invitado en el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife, Fimucité 13. El viernes, dos de sus piezas, arregladas especialmente por él para su presentación en Tenerife, formaron parte del esperado concierto Mis terrores favoritos, una de las citas principales de esta edición dedicada al cine de terror. Young es un apasionado de lo que hace y nunca pensó en dedicarse "a otra cosa que no sea la música".

¿Cómo ha preparado estas piezas para Fimucité con algunos de los temas de sus bandas sonoras?

Son dos suites, ambas reducidas de los diecisiete minutos a unos siete. Una corresponde a una mezcla de Hellraiser y Hellbound. La segunda es la de Arrástrame al infierno, una película dirigida por Sam Raimi, director también de Spiderman. En este tema tienen mucha importancia los violines y de hecho he querido darles más énfasis en esta ocasión. Hay hasta un miniconcierto de violín dentro de esa suite.

Empezó tocando la batería, pero ¿cómo fue el camino que le llevó a convertirse en compositor, concretamente en un compositor especializado en cine?

Cuando era muy joven tocaba la batería. No sé muy bien por qué, pero tenía ritmos en mi cabeza, constantemente. No ha habido un día en mi vida en el que no haya escuchado música en mi cabeza. Me venían ritmos y me sentía en la necesidad de expresarlos. Así que lo primero que quise ser fue estrella del rock, luego conocí el jazz y quise meterme en ese mundo. Fui a Boston, a Berckley, a estudiar con el héroe de mi vida, Alan Dawson. Él tocaba con el famoso músico de jazz Dave Bluebeck, un mito. Alan, lo que me vino a decir fue que yo no era tan bueno como para dedicarme a eso, algo que me rompió el corazón, pero me hizo reevaluar la situación. Me di cuenta de que si quería tener una vida dentro de la música tenía que repensar mucho las cosas; no me veía haciendo otra cosa que no estuviera relacionada con la música. Empecé a escuchar no solo ritmos, sino notas; me di cuenta que empezaba a crear cosas nuevas. Entonces, encontré un disco en la tienda de mi ciudad natal, en Nueva Jersey. Era de Bernard Herrmann con canciones que había compuesto para películas de fantasía. Era una música maravillosa; compuso Psicosis, por ejemplo. Lo que escuché en ese disco era precisamente lo que estaba buscando hacer.

¿Cuál ha sido hasta el día de hoy su trabajo más complicado?

Hay varias respuestas para esta pregunta y por distintos motivos. Hay una que fue muy complicada, porque la tuve que hacer muy rápido: fue para una película que se llama Swordfish, con John Travolta, Hugh Jackman y Halle Berry. Tuve que crear más de 75 minutos de música en apenas tres o cuatro semanas. Para mí no era una opción contar con la famosa figura del escritor fantasma; algo que es muy popular en Los Ángeles, pero que yo no estaba dispuesto a emplear. Así que lo hice. Esa fue la peor, pero la más reciente también fue complicada: para la película Cementerio de animales, una historia de Stephen King. Se trata de una producción grande, para la Paramount. Era muy importante demostrar que yo podía hacer algo realmente bueno. Es un estrés distinto al primero, pero un reto también.

Comenta que en Los Ángeles no se valora tanto la música de cine de terror como el resto de bandas sonoras. ¿Qué es lo que le gusta de este tipo de producciones?

Tengo una relación de amor-odio con el cine de terror. La parte del odio es que es un cine que casi nadie quiere ver, todo el mundo prefiere ver un drama o una comedia romántica. Además, otra cosa que pasa es que las bandas sonoras de las películas de miedo o de las comedias nunca están nominadas a los premios. Hollywood hace como si no existieran. Sin embargo, lo que amo de ellas es que en este tipo de películas el compositor puede hacer cosas que realmente no puede hacer en ningún otro tipo de películas. La música en las películas de terror es tremendamente extrovertida; puedes experimentar con los sonidos de una forma que no puedes hacerlo en otro tipo de películas. Mi música es muy agresiva en esos casos. Me encanta tener esa posibilidad porque soy consciente de que solo puedo hacer esas cosas en las películas de terror. Puedo volcar esos sonidos de mi cabeza ahí y no cabrían en otro tipo de producciones. Estoy muy orgulloso de esa parte de mi trabajo.

No en vano, en apenas unos minutos ha hablado de algunos de los autores más importantes del género: Sam Raimi o el propio Stephen King...

Definitivamente, estoy muy orgulloso de esa parte de mi trabajo, pero por suerte también he hecho de todo y me siento muy bendecido por eso. He hecho drama, comedias románticas, películas de acción y de fantasía. Soy muy afortunado. Una cosa que no he hecho, sin embargo, es una película de animación. Aunque son las películas de miedo las que me han dado nombre porque funcionan muy bien en taquilla.

Decía que muy poca gente ve películas de terror, pero usted como espectador ¿es un seguidor del género?

No me gustan las películas sangrientas, por ejemplo, pero soy un gran seguidor de las historias de fantasmas, porque casi todo está en tu cabeza. Me gusta mucho cuando no se le da todo hecho al espectador, sino que este tiene que imaginarse muchas cosas, como lo que pasa al otro lado de una puerta. Mi película favorita es The Haunting, de los años sesenta y dirigida por Robert Wise. Es en blanco y negro y está basada en la novela The Hauting of Hill House. Es una historia de fantasmas.