Vasco Szinetar (Venezuela, 1948) inauguró ayer en el Museo Benahoarita de Los Llanos de Aridane, en La Palma, la muestra Homenaje. El fotógrafo, conocido por sus retratos a los mejores escritores del mundo, ha preparado una selección de imágenes inéditas con las series completas de las sesiones que dieron lugar a imágenes icónicas como las que le muestran -frente a un espejo- junto a Jorge Luis Borges o Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura que también viajó a la Isla Bonita con motivo de la celebración, hasta el sábado, del Festival Hispanoamericano de Escritores. "Tengo la gran alegría de poder seguir retratando estos días al mayor numero de escritores canarios posible, es una ilusión que tengo", adelanta el que es considerado como el padre del selfie.

¿Por qué la fotografía, por qué dedicó su vida a este oficio?

Las opciones que uno tiene en la vida no necesariamente responden a una decisión consciente sino que te van tomando de maneras muy silenciosas hasta que se convierten en algo totalmente tuyo, propio. Comencé a hacer fotografía a los trece años de manera natural. Mis padres me regalaron una camarita. Posteriormente comencé a estudiar cinematografía e hice un poco de cine. Ahí empezó a abrirse la ventana de la fotografía de una manera subrepticia y silenciosa hasta que se convirtió en mi oficio, mi vida, en mi obsesión.

¿Es la mítica foto en la que aparece con Borges la primera de esa serie histórica de retratos de autores frente al espejo?

No. Fue, eso sí, en la época inicial de ese trabajo. Anteriormente había hecho una foto a Rafael Carena, un poeta venezolano muy importante, y de Emile Cioran, además de otros escritores. Lo que hizo la foto de Borges fue iluminarme el proyecto de mis Retratos frente al espejo como una opción de vida fotográfica en el tiempo.

¿Por qué esta foto, precisamente?

Primero porque retratar a Borges es retratar la palabra, ¿entiendes? Y luego, porque uno llega a las cosas a través de un proceso de confrontación con lo que hace y yo descubrí que ese trabajo me permitía dar cuenta del tiempo, investigarlo y explorarlo a través de ese formato. Ahí yo me convierto en el objeto que padece el tiempo a lo largo de una vida y se va transformando con él. Paso de ser un hombre joven a ser un hombre cargado de historia, de tiempo y de vida.

Un recurso muy pictórico, como Velázquez en Las Meninas o el propio Goya, que también se retrata.

Fíjate, no hay nada original. Uno, de alguna manera, se adscribe a una tradición. Esos retratos, como tú bien dices, tienen un referente en Velázquez pero también tienen un referente en el mito de Narciso. Es parte de la cultura y yo lo que hago es adherirme a una experiencia cultural.

¿Qué tienen los escritores que se han convertido en buena parte de su vida y de su trabajo?

Este trabajo no está vinculado solo a escritores aunque sí es verdad que en este momento es lo que estoy exponiendo porque ha sido parte muy importante. Pero he llevado al baño también a grandes figuras del arte como Rauschenberg o como a Botero y a artistas como Arnold Newman o Kosuth, considerado el padre del arte conceptual. También he llevado a políticos importantes de muchos lados del mundo. He llevado a cantantes y músicos, porque esto también es una reflexión sobre el poder. Aquellos que van al espejo conmigo tienen un poder en la sociedad, un aura, y yo los coloco en un espacio particular, vulnerable. Los llevo al territorio de la infancia, de lo lúdico, del juego y la inmadurez. De lo íntimo, de lo privado. Personajes que tiene una presencia importante en la sociedad terminan en un espacio de juego, sumamente infantil.

¿Y hay algún retrato que le gustaría haber hecho y cuyo protagonista se le haya resistido?

Hay un retrato que quiero hacer, el de Cees Noteboom. Tuvimos un forcejeo pero no pude hacerlo. Ciorán me propuso retratar a Henri Michaux y Samuel Beckett, desgraciadamente yo tenía que salir de Francia para España en ese momento y no pude hacerlo. Es una gran pérdida que tengo a mis espaldas.

Comenta usted que esto de la fotografía se parece un poco con la caza, que hay mucho trabajo previo para engatusar al retratado.

El retrato es el escenario de la seducción; el fotógrafo crea una circunstancia para que el retratado pueda estar ahí sin temores, para que se entregue y su alma dialogue con el espectador. Porque el fotógrafo, a fin de cuentas, es un intermediario entre el gesto, esa persona, y quien ve el retrato.

En algunas entrevistas explica que es un fotógrafo de espacios cerrados, que prefiere trabajar en su estudio que en exteriores, ¿es cierto?.

Tengo un trabajo sumamente amplio desarrollado en los espacios privados, sobre todo en mi casa o en los hoteles cuando viajo. Pero también he abordado el tema de lo documental, tengo un trabajo que se llama Caracas Postcards. Es un proyecto que da cuenta de la tragedia venezolana, del horror que está viviendo la sociedad en Venezuela. Son imágenes donde vemos a personas deambular con la mirada clavada en el piso, en un espacio de gran deterioro. Son fotos que expresan a través de este espacio melancólico e íntimo del mundo urbano. Esos personajes deambulan como fantasmas en una ciudad que está destruida, colapsada en sus cimientos.

El fotógrafo, como otro tipo de creador, no se puede abstraer de lo que le rodea. No puede evitar tomar partido, ¿no cree?

Es que lo que ha pasado en Venezuela es una experiencia realmente terrible, pero no solamente para Venezuela. El caso de Venezuela es también el tema del totalitarismo y del populismo en Latinoamérica. El ejemplo de Venezuela tiene que llevar a reflexionar a la izquierda democrática. Hay que hacer un examen de conciencia. No pueden seguir avalando regímenes totalitarios como el de Cuba o como el Nicaragua a cuenta de un supuesto imperialismo.

¿Y en qué proyecto se encuentra metido ahora mismo?

No trabajo solamente en mis proyectos personales. Ahora mismo estoy trabajando en varias cosas, tengo varios proyectos editoriales y ando trabajando además sobre una cosa que se llama Rocar II, que es el apartamento donde vivo. Es una mirada desde lo privado, lo íntimo y lo familiar. Además estoy con otra cosa que empecé cuando me enamoré de mi esposa, se llama Viajes de familia. Desde el momento en el que nos encontramos he venido registrando los viajes, los partos de mis hijos, todo. Además, soy curador del Archivo Fotografía Urbana, que es la institución fotográfica más importante de Venezuela y una de las más referenciales en Latinoamérica. Estoy ampliando un proyecto de un fotógrafo que descubrí que se llama Alfredo Cortina. Acaban de entrar 30 imágenes suyas al Reina Sofía y otras 24 fotografías al Moma, en Nueva York. Se publicó, además, un PHotoBolsillo en la editorial La Fábrica con su obra.