El exorcista (1974) no es una simple película de terror, sino que en realidad esconde todo un ensayo sobre "el misterio de la fe, del bien y del mal", ahora desentrañado en un documental que se estrenó ayer en la Mostra de Venecia. La cinta Leap of faith, del documentalista suizo Alexandre O. Philippe, es un diálogo cara a cara con el director de esa icónica película, William Friedkin, en el que se recogen los planteamientos artísticos, estéticos y filosóficos que le inspiraron.

"No quería hacer una película de terror (...). Se trata de una historia sobre el misterio de la fe, sobre el bien y el mal, y sobre los sacrificios que conlleva", señala Friedkin en un momento del documental, proyectado fuera de competición en la Mostra.

El objetivo de Philippe era entrar en los "inexplorados abismos de la imaginación" de ese autor que llevó a la gran pantalla la historia de una niña poseída cuya salvación dependía de la astucia de dos sacerdotes para combatir al Maligno.

La idea del misterio queda patente desde el comienzo de la trama, ambientado en las excavaciones arqueológicas del norte de Irak, algo que muchos criticaron por creer que sobraba. En realidad, el director quería avanzar algo "antiguo y sobrenatural", y mantuvo su apuesta.

Entre los referentes de Friedkin está la película Ordet, de Carl Theodor Dreyer, sobre todo la escena de la resurrección, y para el ritmo se inspiró en La consagración de la primavera de Ígor Stravinski, con su evolución ascendente.

El cineasta asegura que rodó abandonándose a la espontaneidad: "No creo en la segunda toma", afirma, siguiendo la teoría de grabar con "la seguridad de un sonámbulo" de otro referente, Fritz Lang.