El cantante Lorenzo Santamaría (Mallorca, 1946) es autor de célebres baladas añejas como Para que no me olvides y Por ese amor. Su vocación era el rock, pero para alcanzar el éxito comercial tuvo que reinventarse. Ahora, lejos de aquellos años sesenta que le vieron nacer como artista, echa la vista atrás a su trayectoria y a la historia de la música en España. Los sesenta fue la mejor época, se hizo una música que vuelve a funcionar", afirma.

¿En 1970 dejó su grupo de rock, Z-66, para dedicarse a una carrera en solitario, porque el rock no vendía discos?

Fue una frase famosa que me dijo el ejecutivo de la discográfica, "el rock en España no vende". La razón no fue para él, sí que vendió.

¿Fue más sencillo salir adelante con un estilo diferente?

Sencillísimo, en aquel momento la mayoría compraba baladas. El cantante no pintaba nada, intentabas seguir los pasos que te marcaban las discográficas, porque ellos eran los que invertían su dinero. Yo era un tío joven con ganas de triunfar. Si te decían que había que grabar baladas, tú te ponías a escribir baladas.

Ha llegado a decir que sintió que traicionaba a la música rock con otros estilos. ¿Qué le veía a la balada romántica su alma de rockero?

Nunca he dicho que la balada no me gustara, pero es evidente que, cuando empecé en Mallorca, con Z-66 hacíamos versiones de los números uno del rock. De repente, grabar un tema como Por ese amor, una balada de desamor, era un contraste para mí. Ganaron las ganas de ser popular a los sentimientos. No todo era negativo, pero me hubiera gustado hacer baladas más rockeras.

Al público le encantaban sus baladas.

Si hubiera hecho una letra de otro estilo a lo mejor no hubiera funcionado. Era lo que el público quería y por eso lo compraba.

En los 80 y 90 regresó a los ritmos rockeros. ¿Eso le dio la felicidad?

Era algo que me gustaba a matar, pero a nivel comercial no tuvo éxito. Nuestras carreras están llenas de historias como estas.

Durante unos años se alejó de la música y dedicó el tiempo a actuar en películas y series españolas. ¿De dónde vino esta iniciativa?

No fue una idea preconcebida. En el año 75 me llamó Tomás Aznar, director de cine, para hacer una película: Viva/muera don Juan Tenorio. Yo alucinaba, no pretendía ser actor. Aprendí a montar a caballo, luchar con espadas, y para un tipo de veintipico años era fantástico, era descubrir muchas cosas. Funcionó la cosa y me llamaron otras nueve veces, unas cuantas para hacer de protagonista. Durante los cinco meses que duraba el rodaje no es que pudiera hacer muchas más cosas. Luego tuve que recuperar el tiempo perdido. Pero costó bastante, porque era una época en la que funcionaban los cantantes guapitos, rubitos y con una música de su rollo, y yo ya no encontraba mi sitio. Aunque tuve el mejor grupo de mi vida, musicalmente y sobre el escenario.

¿Qué decisión tomó?

Aproveché en esa época para cantar en catalán, mi lengua, volver a mis raíces culturales. Fue un disco de los que me gustaban a mí, que quería hacer como fuera, pero sin comerme un rosco. Luego volví a grabar baladas y otros temas y desde entonces he hecho lo que me ha dado la gana, cosa que antes no era así. Cuando tienes una multinacional detrás, que ha invertido mucha pasta en ti, no puedes. Pero con compañías más pequeñas es diferente.

¿Qué diría que había en esa época que se echa en falta ahora?

No sé cómo explicártelo. Ahora hay de todo, desde gente que se graba su propio disco y lo mete por internet, hasta compañías grandes que perviven, como Universal o Warner, y que todavía lanzan cantantes. Programas de televisión como OT, que lanzó a mucha gente. Antes solo había una televisión, y los que salían por ahí muy bien, pero los demás sufrían. Con internet ha cambiado muchísimo el tema, pero siguen primando las canciones, ya sea reggaetón, rap o el estilo que quieras. No critico el reggaetón, me parece muy bien.

¿Cuál ha sido la mejor época para hacer música?

Los sesenta, porque se descubrían cosas. Se hizo una música que vuelve a funcionar, la de los crooners, el swing, y se pasó a la época Beatles, de Jimmy Hendrix, Animals, los Rolling, que rompían con todo. Ahora no se rompe con nada, puedes escuchar unas letras horrorosas, machistas, pero que no rompen con nada. La gente está curada de espanto.

Desde hace un tiempo actúa con Pioneros del Rock como invitado especial. ¿Cómo surgió este proyecto?

Me localizaron ellos por internet, y yo los recordaba por el nombre, porque por las acuaciones no era tan fácil. Con Los Linces fue divertidísimo. Luis Santiago, el cantante, fantástico, murió el año pasado. Cantaba mucho mejor que yo, tenía una dulzura... Me impresiona más ahora que en aquella época. Tuve el placer de cantar con él, que ya estaba enfermo, pero lo hacía con mucho rollo. José Miguel es un cachondo... La verdad es que todos son fantásticos, lo pasé muy bien con ellos este invierno.