En la presentación de su disco Birkin/Gainsbourg: le symphonique, Jane Birkin (Londres, 1946), que acaba de actuar en la ciudad de Murcia, interpreta las canciones que compuso para ella Serge Gainsbourg: un pasaje sonoro a algunas de las melodías más memorables de la década de los sesenta, pero también una ventana abierta al mundo íntimo de una pareja creadora que encapsuló su amor ?y su desamor? en letras tan francas como frágil era la voz de la musa.

Justo se cumplen ahora también 50 años de Je t'aime? moi non plus, que Gainsbourg escribió para BB pero que acabó cantando Birkin. Nunca más repitió Jane Birkin un éxito musical como aquel. Quizás tampoco Gainsbourg. Se le acusó de haberse inspirado más de la cuenta en Con su blanca palidez, de Procol Harum, pero vendió miles y miles de copias en medio mundo. El escándalo no provenía tanto por la letra en sí, sino de los jadeos, los suspiros de Birkin, que luego en el cine también mostraría su lado erótico.

Birkin/Gainsbourg: le symphonique es un largo paseo ?con orquestación y arreglos de música clásica? por 21 de las canciones-estrella que Gainsbourg escribió para Birkin y para otras intérpretes como Juliette Gréco, Isabelle Adjani, France Gall o la mismísima Brigitte Bardot. Lost song, Baby alone in Babylone, Fuir le bonheur, Requiem pour un con, La chanson de Prévert, Pull marine o La javanaise se desgranan una tras otra con la inevitable dosis de melancolía, pero no está Je t'aime moi non plus.

Jane Birkin tiene, a sus 73 años, un hueco en la historia de la música por aquella procaz y susurrante pieza creada por Gainsbourg, su pareja del momento y al que la cantante ha dedicado Birkin/Gainsbourg: le symphonique. El recuerdo de su Pigmalión no se desvanece.

Encarnó el Swinging London en Blow up, escandalizó entonando Je t'aime, moi non plus con Serge Gainsbourg, Hermès le puso su nombre a un bolso. Es Jane Birkin, icono de toda una época

¿Por qué ha decidido volver ahora a estas canciones?

Eran las mejores.

¿Por qué cree que han envejecido tan bien?

Porque Gainsbourg es como Baudelaire, Rimbaud, Verlaine... Más como Apollinaire; de hecho, es el mismo tipo de erotismo, candor, belleza, poesía magnífica.

Después de haberlas cantado tantas veces, ¿aún le sorprenden?

Las letras, las rimas me parecen geniales, sí, y el ingenio y la ternura también.

Cuando recuerda a Gainsbourg, ¿qué siente?

Algo dulce y agradecido, por su bondad, su amistad. Fue un visionario en muchos aspectos.

¿Cuál cree que es el legado de Gainsbourg?

Todos los autores nuevos se inspiran en él. Es una referencia.

Con todo lo que se ha hablado de Je t'aime, moi non plus, ¿no cree que, a veces, la gente se olvida de que tiene una melodía preciosa?

Es una melodía maravillosa. Canta solo las cuatro primeras notas: todo el mundo la reconoce en todas partes.

¿Por qué la cantó? ¿Qué pensaba de esa canción hace 50 años? Desde luego, no es una canción de amor convencional.

¡No quería que Serge la cantase con nadie más! Había escuchado la versión con Bardot. ¡Peligro!

¿Qué le parece que aún algunas personas se sientan todavía azoradas con los suspiros y jadeos de la canción?

La verdad es que no lo sé.

Su prohibición fue un ejemplo de la censura en el arte, que parece estar resurgiendo. ¿Qué opina cuando Facebook no permite, por ejemplo, los desnudos de Rubens?

¡No miro Facebook, así que de eso me libro!

Aquellos eran tiempos de revolución, y hoy soplan otra vez vientos de cambio. ¿Tras el MeToo y otros movimientos, el mundo ya no va a ser igual?

Existe la autocensura, por miedo a que la gente te interprete mal. Las cosas se solucionarán, pero la gente es recelosa. En cuanto a la mujer, asuntos como salario, celebración o defensa, no volverán a ser lo mismo. MeToo ha cambiado el mundo de las mujeres.

Tras su separación en 1980, se alejó unos años de Gainsbourg. No solo del hombre, sino también del compositor. ¿Necesitaba espacio antes de reconciliarse con él?

Le dejé y viví con [Jacques] Doillon. Tardamos tiempo en llegar a ser amigos. Lo necesitaba, pero fue Serge quien lo permitió.

Hace unos años dijo que aspiraba a vivir otra gran historia de amor antes de morir. ¿Sigue esperándolo?

No espero nada. Cuando amaba, tenía miedo. No es tan malo no tener ya ese miedo. Encuentro la emoción en el escenario, y el afecto con mis hijas.

¿Qué recuerdos tiene de su juventud, durante los 60, en pleno Swinging London?

¡Ya no me acuerdo de nada; ese era el objeto del diario!

Otra cosa que marcó su carrera fueron los desnudos. ¿Qué recuerda de Blow up y aquellos años?

Ha pasado mucho tiempo, no me acuerdo. Me encantaba John Barry; quería que pensara que yo era valiente.

¿Diría que encarnó la modernidad? ¿Hay algo equivalente al Swinging London en estos tiempos?

No soy la más adecuada para saber lo que significó o signifiqué para alguien. Hubo una revolución cultural en Inglaterra: música, cine, moda... La juventud, los acentos cockneys, los actores, Beatles, Stones, Twiggy Shimpton, Michael Caine, Julie Christie, etc. Yo solo fui una pequeña parte.

Gainsbourg siguió escribiendo canciones para usted incluso después de su separación. ¿Era la música su conexión más fuerte?

Era extraordinario. Decía que me debía canciones, pero no me debía nada. Bueno, sí, ¡Charlotte!

¿Qué revela su libro Munkey diaries?

Mi vida, desde el internado hasta el nacimiento de Lou: mi vida con Kate, Charlotte, John, Serge, Jacques. La segunda parte sale en octubre: mi vida con Lou, y termina con la muerte de mi hija Kate. Ya no seguí escribiendo mi diario después.

Cuando mira el transcurso de su carrera, ¿ve emancipación?

Es una pregunta muy amplia. Tenía poca fe en mí misma, tenía miedo a no ser interesante sin las personas brillantes a las que amaba. ¿Es eso emancipación? A pesar del amor por mi familia, que significaba todo para mí, no sabía cómo era la vida sin su estima, su aprobación, sin desear que estuvieran orgullosos de mí. ¿Es eso emancipación? Creo que no. Mi madre era un espíritu libre, intelectualmente fuerte e independiente. Yo nunca lo fui.