Todas las tendencias que definen el universo musical del cantante asturiano Melendi (Oviedo, 1979) se dieron cita ayer en Mi Cubo de Rubik, que desplegó en el concierto que ofreció ante unas cuatro mil quinientas personas y mucho calor en el Pabellón Santiago Martín de La Laguna, promovido por el Festival Mar Abierto La Temporada.

Pop, rock, rumba e incluso algunos guiños a los sonidos latinos urbanos determinaron el repertorio interpretado por este compositor, que subió al escenario tras la actuación del tinerfeño Carlos Rhodes, su banda y su genuina propuesta en la que también combinó con originalidad pop, rock y folk.

Con un público bastante familiar totalmente entregado, mayoritariamente femenino, y muy animado, el músico ovetense que exhalaba simpatía y buen rollo apareció en el escenario con los primeros acordes de la magnífica banda que le arropó durante más de dos horas, llenas de emoción, móviles encendidos y un masivo coro protagonizado por las asistentes que entonaron la larga veintena de temas seleccionados entre los diez registros que conforman su discografía.

Enfundado en un cómodo pantalón de chandal, una camiseta con la leyenda Kodak en el pecho y unas saltonas zapatillas, el cantante norteño enfiló un espectáculo en el que no ahorró energías, sino que compartió con todos los presentes, además del sofocante calor, la alegría que le insufló el nutrido auditorio rendido ante su potente directo en el que mostró todas las caras de su Cubo de Rubick, un cubo mágico repleto de sonidos que nacieron de sus entrañas, al igual que los mensajes que inundaron el recinto y arrancaron más de una lágrima de emoción.

Canción de amor caducada marcó el inicio de un repertorio en el que Melendi sudó de lo lindo, como todos los presentes, para mantener creíbles los sentimientos personales que transmitió en las letras de Tu de Elvis Yo de Marilyn, Mi primer beso, Desde que estamos juntos, Déjala que baile, Un violinista en tu tejado, o Besos en la lona. Entre las canciones habló de sus historias personales y de cómo se gestaron las letras. Fue emocionante cuando recordó a su madre, que ya murió, a la que agradeció los consejos que le dio, los más importantes de su vida. También se refirió a Destino o casualidad, que no la sacaba porque estaba cansado de ella y al final es la más escuchada de su carrera profesional.

La insistencia del público arrancó un par de bises en los que interpretó Tu jardín de enanitos y Lágrimas desordenadas. Melendi se despidió agradecido y muy contento con el ejército de seguidores que le mostró tanto cariño en Tenerife.