Los fenómenos musicales se convierten en imparables por momentos como el vivido ayer en el Amarilla Golf de San Miguel de Abona. Bad Bunny, por segundo año consecutivo, enamoró y enloqueció en las mismas dosis superlativas a las 10.000 personas que hicieron del Canarias Baila también un éxito rotundo en su segunda edición. La bestia latina es el lema que engalana al festival desde su puesta en marcha el año pasado. Y así es, bajo esas coordenadas, cómo el referente escénico del trap en Canarias deja su impronta.

Bad Bunny fue el colofón para una larga jornada de música que desde primera hora de la tarde ya aceleraba las pulsaciones de miles de jóvenes que se desviven por esa candencia cómplice de los ritmos del rap y reggaetón.

Con él, con el puertorriqueño, llegó el éxtasis generalizado. Termina siendo casi hipnótico, desde el escenario hacia la multitud que corea casi cada una de sus frases. Una fórmula para muchos inexplicable, pero imbatible en numerosos frentes de la actual industria musical.

Bad Bunny tomó el relevo de Becky G, otro astro internacional del género con el que Canarias Baila conformó un cartel portentoso.

El combinado para el éxito se mueve bajo parámetros similares: descaro escénico, bases musicales que se agarran a la cadera y empujan al baile y letras libres de todo tapujo. Con esa sintonía crecen millones de jóvenes a nivel mundial y con esa sintonía miles de jóvenes vivieron ayer su gran noche de verano.

Maikel de la Calle, Darkiel y el resto de componentes del cartel elevaron la intensidad en el ambiente desde primera hora de la tarde. Es una de las grandes fórmulas de este nuevo siglo: la conquista de lo latino.