El pasado viernes fue largamente ovacionado por el público que acudió al Chorégies d'Orange (Francia) para ver y escuchar la interpretación que hizo del rol principal de Guillaume Tell (Arnold), cita previa al concierto que dará el 19 de julio en Costa Adeje. En Tenerife coincidirá con el tenor mexicano Javier Camarena y la Orquesta Sinfónica de Tenerife. "Sigo cantando en la ducha, pero no ópera... Ahí tiro más por una ranchera de Javier Solís o un tema de Héroes del Silencio", especifica el solista lírico lagunero Celso Albelo (1976) en una entrevista en la que muestra algunas de las facetas menos conocidas de un intérprete admirado en los cinco continentes. "No me molestan las críticas, pero sí que me inquieta la poca crítica serena que hay en los medios de comunicación", desvela una de las voces mejor valoradas a nivel internacional.

¿Qué le falta por conseguir en la escena operística?

Esa es una pregunta que me cuesta responder. Yo siempre digo que todo, porque cada rol es un examen en el que te encuentras con nuevos compañeros de reparto, con una orquesta que no conoces y con una audiencia diferente... Eso es lo que me mantiene vivo... Más que conseguir, lo que quiero es conservar lo que tengo. Por los estudios realizados, por los esfuerzos personales y los momentos de fortuna acumulados y por las experiencias ya vividas solo pienso en seguir disfrutando de este oficio.

¿Hay algún rol que se le sigue resistiendo?

Un montón, pero en la mayoría de los casos porque creo que no son los adecuados a mis características vocales.

¿En la ópera de 'Champions League' hay muchas envidias?

Imagino que sí, pero yo no soy una persona envidiosa. Yo no me siento afortunado, sino súper, mega o hiper afortunado por lo que me está regalando la vida.

¿Muchas intrigas palaciegas?

Tantas como en su profesión... Haberlas haylas, pero también muchas invenciones y leyendas urbanas.

¿Alguna vez se ha sentido atropellado por la fama?

No creo que haya realizado méritos suficientes para que eso ocurra... No, aun no he sido arrollado por la fama.

¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza cuando escucha un móvil en medio de una función?

¡La madre que lo p...! El móvil y papelito del caramelito que un espectador decide abrir cuando la orquesta ya está sonando. Hay momentos en que no lo escuchas, pero si estás en uno de esos instantes delicados lo primero que se te pasa es: ¡La madre que lo parió!

¿El lugar más extraño en el que ha cantado?

En un guanchinche o en una bodega; tengo en el recuerdo una ubicada en Tenerife.

¿Lo hace en el cuarto de baño?

Sí, en la ducha canto pero no ópera. Ahí tiro más por una ranchera de Solís o un tema de Héroes del Silencio".

¿Qué es lo que nunca falta en su camerino?

Crema de manos y una partitura.

¿Alguna manía confesable?

Bueno (silencio)... No sé si decirlo, pero vamos allá. Casi siempre uso la misma ropa interior, es decir, tengo varias y se lavan con bastante frecuencia. Lo aclaro para que nadie piense que no me cambio de calzoncillos desde que me dedico a esto... Solo es una cuestión de comodidad.

¿Le molesta una mala crítica?

No, aunque sí me inquieta la poca crítica serena que existe en los medios. A veces esos comentarios obedecen a una serie de intereses que no son exclusivamente operísticos. No le hago demasiado caso ni a las malas ni a las buenas.

¿Pero se le infla el pecho con una buena?

Muchas veces leo y escucho cosas que dicen de mí que provocan la misma reacción. Ahí es cuando me pregunto si yo soy capaz de hacer todo eso... Trato de mantener la serenidad en los buenos y en los malos ratos. A Alfredo Kraus y a Plácido Domingo los han puesto a parir muchas veces y nadie duda de que son dos leyendas, ¿no?

¿Un "sabandeño de oro" tiene que estar siempre preparado para una buena parranda?

Sí, rotundamente sí. Yo para una parranda soy como un cochino 'pa' cascaras... Admito que ahí están mis orígenes, aunque debo tener bastante cuidado con ellas porque ahora tengo otras responsabilidades.

¿Descarta una buena parranda por evitar la frase "cántate algo"?

No. En una parranda todos somos iguales; somos una sola cosa que persigue un instante de diversión. Ahí ya no soy Celso Albelo el tenor, soy Celso con una guitarra, un timple o un cuatro. No se lo diga a nadie, pero suelo ser tímido en las parrandas...

¿A su esposa la conquistó con una serenata?

Sí, con unas cuantas serenatas...

¿Le gustaría que el legado musical se quedara en casa?

Mi hijo el mayor suele coger el palillo de un restaurante chino para dirigir la orquesta... Lo importante es que sean felices y elijan en libertad; sin presiones externas.

¿Qué es lo que más echa de menos de Tenerife?

Los amigos, el bar donde me echo el cortadito, el mar...

¿Y lo primero que hace cuando vuelve a casa?

Ir a ver a mis padres y enseguida empezar la ronda. A veces lo segundo se hace eterno, pero es lo que toca... ¡Tampoco lo paso mal o sufro!

¿Cuáles son sus planes de futuro?

Soy un tío feliz que ha encontrado un equilibrio entre la vida profesional y familiar, que no es fácil con tanto ajetreo y viaje... Lo que sí tengo claro es que cuando deje esto volveré a Tenerife, que es un lugar maravilloso para vivir. Tenemos que aprender a cuidar mejor nuestra tierra. A veces no valoramos ese gran tesoro.