Para mí Serenity ha supuesto una gran decepción. A menudo los espectadores acuden a ver una película animados por los nombres que integran el elenco, presumiendo que los méritos que han cosechado gracias a sus trabajos anteriores quedarán, de algún modo, reflejados en el nuevo proyecto. En ese sentido, esta cinta está plagada de figuras con trayectorias brillantes y que obran como anzuelo digno de ser mordido. Sin embargo, el resultado final es una obra desestructurada, fallida, desnortada y sin sentido, por lo que la desilusión es todavía mayor que cuando acudes a ver una cinta de la que ya presupones sus carencias y simplemente terminas por confirmar las sospechas previas.

Asume la dirección Steven Knight, guionista de Promesas del Este y Negocios ocultos (por cuyo trabajo recibió una nominación al Oscar en 2004), así como de la serie televisiva Peaky Blinders. En su faceta de realizador fue el responsable de Locke, extraño largometraje protagonizado por Tom Hardy que optó a los Premios del Cine Europeo de 2014 en las categorías de director, actor y guion, argumentos suficientes para garantizar que sería capaz de evitar cualquier desmoronamiento. Pero, muy al contrario, eso es exactamente lo que ocurre conforme avanza la proyección. Como si se tratara de una construcción formada por piezas que no encajan y sostenida sobre unos pilares endebles, el derrumbe se torna inevitable. La pretendida intriga que sustenta el thriller y la intensidad que intenta marcar el drama resultan demasiado artificiales e inconexas, por lo que la narración deriva en un conjunto de escenas deslavazadas que si, aisladamente pudieran tener algún futuro, una vez ordenadas en el montaje final se muestran huérfanas de sentido.

Un capitán de barco que realiza excursiones a una isla tropical caribeña aspira a dejar atrás su pasado y llevar una vida tranquila. Por desgracia, esa calma desaparece cuando recibe una llamada de auxilio de su ex mujer con la insólita petición de que le ayude a deshacerse de su nuevo y violento esposo.

Knight coloca demasiados calderos al fuego y malogra la cocción de todos ellos. Empieza a guisar un thriller. Después, un drama. A mitad de camino recula y opta por el melodrama. Pero luego se arrepiente y apuesta por añadir al guiso algunos ingredientes propios del género fantástico. Consciente por fin del desastre que se avecina, retorna al suspense y a la intriga para servirlo todo en el mismo plato. Una verdadera lástima, habida cuenta que las materias primas, por separado, servían para presentar un plato sabroso o, al menos, no indigesto. Viendo el largometraje retrocedí veintisiete años en el tiempo para recordar el filme Análisis final, de Phil Joanou, promocionado como la quintaesencia del suspense psicológico y cuyo reparto lucía plagado de estrellas. Aunque la música de George Fenton lo ambientaba con corrección, la fotografía colorista era precisa y algunas secuencias resultaban suculentas, el conjunto era un desastre. Pues con Serenity ocurre lo mismo.

Matthew McConaughey (Oscar al mejor actor por Dallas Buyers Club y protagonista de Mud e Interstellar, todas de visión obligada) es un notable intérprete que, cuando dispone de un buen material y de una habilidosa dirección, brilla. Pasa lo mismo con Anne Hathaway (estatuilla dorada por Los miserables y arriesgada actriz en trabajos como Colosal o La boda de Rachel), Diane Lane (que debutara hace más de cuarenta años en la deliciosa Un pequeño romance y que cuenta en su filmografía con títulos como Cotton Club o Infiel), Jason Clarke (uno de los actores de moda gracias a La noche más oscura, Mudbound o El escándalo Ted Kennedy) y Djimon Hounsou (Diamante de sangre, Gladiator, En América). ¿Cómo no se va a dejar uno encandilar por un casting así?

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