Tras siglos de considerarse un signo de bienestar material y, en cierta manera, asociarse a los cánones de belleza, la obesidad ha llegado a constituir un problema médico de primer orden. Se es gordo, en líneas generales, porque se ingieren más calorías de las que se gastan. Así de fácil, señoras y señores. Por eso, la obesidad se puede prevenir. Si un niño en la primera infancia no es obeso, es más difícil que lo sea de mayor, y en tal caso bajará los kilos con más facilidad.

Todos nacemos con un determinado número de células grasas, pero en la infancia se puede multiplicar, algo imposible en la vida adulta. Un niño cebado desde su nacimiento multiplica sus células, y cuando llega a la pubertad, si tendría que tener un millón, puede llegar a tener hasta tres millones. El día que engorde, engordarán cada una de ellas.

Por eso, debemos tener presente que la obesidad es la causante de multitud de enfermedades, acorta la esperanza de vida y, por si fuera poco, está de moda ser delgado. En la actualidad, eso de "la gordura es hermosura" y "no hay mejor aderezo que la carne sobre el hueso", afortunadamente, ha pasado totalmente de moda.

Sin embargo, parece que, para algunas personas, la tentación de comer hasta la saciedad, cuando se tienen al alcance de la mano apetitosos manjares, es difícil de reprimir. Y, normalmente, se justifican con frases tales como "apenas como y engordo, me ha debido cambiar el metabolismo, debe ser algo genético".

Es cierto que puede existir cierta predisposición genética, pero si la persona no ingiere más de lo que quema, no llegará a la obesidad; en cuanto a lo del metabolismo, no tiene ninguna base científica. De ahí que sea importante que esas personas adultas encuentren los motivos que les lleven a comer más de lo que necesitan y que, en líneas generales, se deben a ansiedad, depresión, frustraciones, aburrimiento, muy mala educación alimentaria desde la infancia, etcétera.

Y, una vez conocida la causa, tienen que aprender a comer, para no acumular grasas, para trabajar en buenas condiciones físicas y mentales, para que la química de su organismo funcione bien, en definitiva, para vivir con un cierto bienestar general. En cuanto a los pequeños, a los padres corresponde tener en cuenta que la obesidad, a esas edades, es un campo abonado a enfermedades graves en la edad adulta.