Hace mucho tiempo que dejó de ser "la hija de" para ser Haydée. Dotada de una voz sutil que se nutre de influencias del son, la trova tradicional cubana, la música popular brasileña y los grandes del jazz norteamericano, además del inevitable universo sonoro de su padre, Pablo Milanés, la cantante nacida en La Habana acaba de sacar al mercado una edición deluxe de su disco anterior y en el que colaboran artistas como Joaquín Sabina, Omara Portuondo, Fito Páez, Julieta Venegas, Silvia Pérez Cruz, Francisco Céspedes, Lila Downs, Chico Buarque y Rosalía León, entre otros, que interpretan junto a ella temas de su progenitor en un tributo que servirá para iniciar una gira española después del verano, en la que también la acompañarán sobre el escenario en un formato de conciertos íntimos.

En medio de los ensayos para una actuación en México, atiende a El Día con la ilusión puesta en la posibilidad de actuar en Canarias, donde estuvo ya hace 20 años y se sintió como en casa, por ese carácter que une a los isleños de diferentes orillas.

En Cuba suele darse el caso de que un músico famoso sea descendiente de otro también reconocido. ¿Qué debe Haydée Milanés a Pablo Milanés?

Aprendí a amar la música a través de mi padre. Tuve la suerte de verlo componer canciones junto a una casetera. Vi a grandes músicos, como Paco de Lucía, sentados en la sala de mi casa. También pude escuchar descargas de grandes músicos cubanos, que, junto a mi padre, tocaban canciones de la vieja trova tradicional cubana. Creo que mi sensibilidad se formó a partir de todas esas experiencias. Por otro lado, creo que mi padre hoy se siente orgulloso de mí, pues entiende que amo lo que hago, y ve mis esfuerzos por conseguir lo que quiero. Vivo la música con gran pasión.

¿Qué recuerda con más cariño de sus primeros contactos con la música?

Cuando mi padre y yo cantábamos a dúo alguna canción infantil y él me hacía la segunda voz.

¿Cómo fue aquel 'Canto de la abuela' con su padre a los 10 años?

Fue mi primera experiencia en estudio. Estaba aterrada, pero me gustó mucho. A partir de ahí, mi padre me invitaba a cantar mi parte en cada concierto al que asistía.

Su primer viaje musical fue a Brasil, a Sao Paulo. ¿Qué le aportó esa experiencia?

Pasé a formar parte del cuarteto de Ernán López Nussa, reconocido pianista que en su música mezcla el jazz con géneros cubanos. Imagínate, con 19 años tuve la suerte de cantar junto a Tata Güines, legendario percusionista cubano, y Pancho Terry, rey del chequeré.

Participó tocando en 'jam sessions' en el club La Zorra y el Cuervo. ¿Qué significa el jazz en su trayectoria y cuáles son sus otras influencias musicales?

En casa se escuchaban discos de jazz y, además, los grandes músicos que acompañaban a mi padre lo introducían en sus canciones de alguna manera. Mientras fui estudiante, gustaba de ir a los festivales de jazz de La Habana; me interesaba mucho escuchar lo que allí sucedía. Luego, cuando comencé mi carrera musical, pensé que sería una cantante de jazz, pero, si bien tomé otros caminos, creo que el jazz está presente de alguna manera en mi forma de hacer música. La libertad que ofrece trato de que me acompañe siempre. Pero definitivamente la canción cubana es mi mayor influencia, el son, el bolero-feeling. La música brasilera también me influyó mucho, sobre todo Elis Regina.

Viajó a Nueva York para grabar su primer álbum como solista. ¿Cómo se sintió allí?

Fue una gran experiencia. Grabé ese disco de la mano de Descemer Bueno, y ahí pude ver cómo era todo el proceso de producción musical, que me apasionó mucho. La ciudad me encantó y me iba en las noches a escuchar música por los clubes de la ciudad.

¿Cómo fue el salto a componer sus propios temas?

Siempre quise componer. Y cuando eso sucedió, fue un medio de expresión muy importante para mí. Comencé más o menos a los 23 años.

¿Qué temas le gusta tratar?

La verdad es que hace tiempo que no compongo canciones, pues me he dedicado a cantar a los grandes autores de Cuba. Creo que ya estoy esperando otra oleada de inspiración. Le canto al amor, a las tristezas, las alegrías, los misterios de la vida.

El disco dedicado a Marta Valdés le dio dos premios. ¿Cómo se siente al cantar sus canciones?

Cantar a Marta Valdés es un disfrute muy grande, me siento muy identificada con esas canciones: sus melodías, armonías, sus letras y sus atmósferas.

En 2017 cantó a dúo con su padre once de sus temas. ¿Cómo surgió la idea y cómo es cantar con su propio padre?

Tras el homenaje a Marta Valdés, me pregunté: ¿No haré un trabajo así con las canciones de mi padre? Hacía tiempo que tenía ganas de hacer un trabajo serio con ellas. Y cantar con él lo disfruté muchísimo, porque tenemos una gran afinidad musical y es algo que fluye naturalmente. Ambos sabemos lo que vamos a hacer.

¿Cómo fue cantar con Omara Portuondo, Lila Downs o Chico Buarque? ¿Cómo se siente su padre oyendo estas versiones?

A mi padre le encantó, creo que se siente feliz y ese es el mayor halago que puedo recibir. No es la primera vez que canto con Omara, para mí es la número uno de Cuba. Es impresionante su musicalidad y su capacidad de improvisación. Su voz es mágica. Con Lila me estrené. Fue muy lindo conocerla, es una mujer increíblemente hermosa y simpática, con una poderosa que transmite una gran fuerza. Me gustó muchísimo cantar con ella. Con el maestro Chico ya habíamos compartido grabaciones, ¿qué te puedo decir de ese monstruo de Brasil? La sensibilidad a flor de piel. Una voz que te desnuda el alma. En general, fue maravillosa la experiencia de cantar con cada uno de los invitados. Les agradezco a todos el haber participado en este proyecto y siento gran cariño y admiración por ellos.

¿Qué proyectos tiene como productora?

Acabo de terminar el Amor Edición Deluxe y me siento feliz. Ahora necesito tomarme un descanso para pensar en otros proyectos. Pero tengo miles de ideas.

¿Hay opciones de verla por Canarias?

Me encantaría. Espero que este año sin falta nos encontremos por allá. Conocí las Islas Canarias hace más de 20 años y me sentí como en casa. Creo que los isleños tenemos mucho en común.