El chico de las putas, apodo por el que conocían a Benito Pérez Galdós en los cafés de Madrid, es el título inicial y con el que está registrada la última novela de Santiago Gil, que la presentó días atrás en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife y el próximo 6 de julio en Madrid, en el parque del Retiro y ante la escultura de Victorio Macho que rinde homenaje a este canario universal de cuya muerte se conmemora el próximo 4 de enero de 2020 el centenario.

Finalmente, y tras ofrecer el texto a las dos familias que se describen en el mismo y que vieron correcto el tratamiento dado a los personajes, se distribuyó como El gran amor de Galdós (Ediciones La Palma) para alejarse de los tópicos que cuestionan la imagen de un escritor y político que el de Guía admira e invita a "re-conocer", sobre todo después de haber dedicado varios años de investigación periodística a descubrir cuál fue el motor de su vida.

Y ese detonante fue la relación de amor que mantuvo con su prima María Josefa Washington de Galdós, Sisita, de la que fue inesperadamente separado cuando estaba en Tenerife examinándose de Bachillerato. En esta isla, el autor de Fortunata y Jacinta recibió la noticia de que debía viajar a Madrid a continuar sus estudios. Allí, lejos de ella, frecuentó lugares y mujeres que le hicieran olvidar la pasión vivida, pero no lo consiguió. "La gran herida de Galdós fue la ausencia de Sisita, por eso no encontró un amor nunca, y por eso se dedicó a escribir, una labor que lo condujo a construir un mundo paralelo", manifestó en el Espacio Agustín Espinosa del parque García Sanabria el pasado domingo, donde estuvo acompañado por Eduardo García Rojas.

Cuando Gil volvió a la novela después de dejarla "un tiempo en reposo" se dio cuenta de que no aparecía la voz de Sisita, solo la de Galdós, "y ella es más importante que él en esta historia porque, aunque sea una punta del iceberg lo que se cuenta de ella, es el personaje clave, es la que pierde todo, mientras él pudo rehacer su vida", puntualizó.

En declaraciones a El Día, precisó que su novela va "de amor, de vida, de literatura, de muerte, Eros y Tánatos, que son los temas sobre los que gira cualquier creación, y la vida no da para más, querer y que te quieran, como decía García Márquez. Yo apenas había escrito sobre amor, había tenido amores, había estado enamorado, pero durante la escritura de este libro, sobre todo en la reescritura, que duró un año, y sobre todo los últimos meses, estaba profundamente enamorado, y sigo enamorado", confesó el autor, que perdió hace tres meses a su pareja, una mujer que le proporcionó las experiencias necesarias para construir de forma consistente la relación entre Galdós y Sisita y que le aportó una fuerza creativa tal que le hace considerar que hay un antes y un después en su literatura: "Donde antes no había salidas, ahora hay luz, que es ese amor a Chiqui Castellano Suárez", que es a quien dedica la segunda edición de la novela.

"Cuando la vida te da golpes, te avisa de que no somos eternos y nos olvidamos de nuestra condición efímera. A mí la vida me ha enseñado hace poco esa condición efímera con toda su crudeza, pero a la vez con toda su bondad, porque hace que me espabile y que rechace miedos y prisas. Ahora vivo la pérdida de ese amor, algo para lo que no estás preparado, pero que te hace crecer y les dará a esas novelas otro sentido", añadió sobre unas circunstancias que le han permitido transmutar todas sus vivencias "en belleza y en emoción" y donde la literatura se convierte en su vehículo, como en el caso de Galdós, un escritor que, como él, también "se nutre del amor, de la pérdida", y que lo único que hace después en su vida es "escribir de la mejor manera posible para compensar eso que Pessoa decía de que la vida no da para lo que uno quiere".

Y como si se situara frente al espejo, se describió siguiendo la estela de Galdós, al que entiende más ahora tras su situación personal, aunque sin confundirse con él, porque vive estos momentos como una experiencia para crecer y no para hundirse: "Aunque parezca extraño, creo que en medio del dolor es donde nace la esencia de lo que vale la pena".

El oficio literario

Santiago Gil, en todo caso, se considera una persona afortunada porque en estos momentos está escribiendo "lo que quería hace 25 o 30 años y no podía", que es "lo sencillo desde la sencillez", partiendo de la esencia y quitando todo lo superfluo. Sin duda, su larga experiencia como periodista, tanto en Diario de Las Palmas como en La Provincia, le transmitió que no existe la inspiración sino el trabajo, al que con el tiempo ha sumado la búsqueda de la belleza. "Han sido muchos años sin desfallecer para alcanzar eso que no es la fama ni el éxito, sino contar con las herramientas para dar forma a lo que quiero hacer, ese es el éxito o fracaso de un escritor. Se viven malos tiempos para la literatura, no se venden apenas libros, han caído los lectores, pero sigo creyendo en la literatura. Si Homero ha llegado a nuestros días, es que algo funciona, y de lo que se trata es de dejar obra, como hizo Galdós. El compromiso es hacerlo lo mejor posible y contar las historias que deseas. Mi felicidad sería leer, escribir, estar delante del mar, tomarme una cerveza o un café, estar con mi hija, que tiene siete años, correr, sentarte en un parque, sería suficiente eso. La conexión está dentro de ti y la consigues a través de la salida casi cuántica del arte".