Roy Galán, escritor que nació, se desarrolló y vive en Facebook e Instagram, presentó la semana pasada en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife su último trabajo, Haz que no parezca amor, un compendio de textos que ha publicado en la red y otros inéditos. Al mismo tiempo, ha colaborado con la bailarina Paula Quintana para construir el universo de Las alegrías, pieza que se estrena mañana en el teatro Leal de La Laguna, a partir de las 19:30 horas.

Ha creado un texto para 'Las alegrías' de Paula Quintana. ¿En qué consiste?

No explica la obra ni está en ella, es una creación a partir de su concepto, fruto de una propuesta artística en la que colabora un equipo heterogéneo y que adquiere un sentido complementario. Al construir el texto me he preguntado qué es lo que significan para mí las alegrías, y el resultado ha sido muy especial. Estoy contento de haber concebido algo minúsculo pero importante. Además, esta iniciativa me ha permitido explorar otros campos, ya que en este caso utilizo la ficción, con un relato que quiere poner en valor la existencia misma, dando valor a la vida por lo que es, un concepto que sobrevuela mi obra de forma constante.

¿Dónde se puede adquirir?

Acaba de editarse y estará disponible para su compra después de ver la pieza en el teatro Leal.

Acaba de presentar 'Haz que no parezca amor'.

Se trata de una recopilación de textos que he escrito a través de las redes, con algunos inéditos que complementan la edición. El que da título al libro es el que más se ha compartido; al parecer conectó con muchísima gente por igual, al margen de creencias y de lugares, es universal, ya que tiene que ver con esa situación en la que cuando estás en la intimidad con el otro, cuando generas vínculos, ves que la otra persona no es capaz de comprometerse, y entonces dices: "Venga, que no parezca amor", cuando lo que yo reivindico siempre es que sea amor, aunque sean dos minutos.

Cuando empezó a escribir lo hizo directamente a través de internet. ¿Por qué?

Es algo muy curioso, hice un curso de community manager y como proyecto final debía lanzar un producto, y ese producto fui yo. Me gustaba escribir y diseñé una estrategia con todas las herramientas que me habían dicho que no utilizara. Y funcionó. El problema de las redes sociales, internet, es cómo lo utilizamos, que puede ser para compartir fotos de tu gato o de lo que comes, y en mi caso llegó un momento en que me di cuenta de que estaba escribiendo algo con peso, con significado, y que estaba entrando en la casa de todo el mundo, como si fuera la televisión, y lo aproveché sin más, sin tener miedo de publicar nada y diciendo solo lo que sentía.

Y de repente se encuentra con miles de seguidores, ¿le abruma?

No lo pienso mucho porque si lo hiciera, no escribiría. Son seis años ya los que llevo escribiendo, tanto en Facebook como en Instagram, donde ya tengo 275.000 seguidores. Debes tener cierto grado de ingenuidad e inconsciencia para seguir con esta forma de trabajar, ya que de lo contrario habría dejado de escribir. Me lo recuerda la gente cuando me ve por la calle o cuando tengo la presentación de algún libro o un acto, pero en mi día a día no suelo pensar que soy Roy Galán ni qué voy a escribir porque toda esta gente esté pendiente de mí. Lo hago como un regalo, como el que lleva un postre hecho por sí mismo a una casa donde ha sido invitado, que no se plantea si hay uno o 10.000 invitados y si les gustará, simplemente que no si no te gusta, no te lo comes y ya está.

Cuando se edita un libro el autor no sabe lo que sienten o piensan sus lectores, pero en Facebook e Instagram es inmediato. ¿Lo tiene en cuenta?

Está claro que ha cambiado la relación entre autor y lector, y en las redes se puede interactuar. Yo no leo todos los comentarios pero les echo un vistazo, así aprendo de ellos y me enriquecen porque me indican desde qué perspectiva me leen, incluso me doy cuenta de que las mismas palabras pueden provocar cosas completamente contradictorias en unos y otros, lo que me permite conocer a las personas. Dime cómo lees y te diré quién eres.

¿Es consciente de que hace feliz a mucha gente?

¡Guau!, eso me dicen y me abruma, es lo más bonito que le pueden decir a alguien. Yo sé que las palabras transforman el mundo, la realidad; por eso escribo. Nosotros pensamos con palabras y, dependiendo de las palabras que uses, la realidad será una u otra, o la construirás de una forma u otra. Entonces, sí, lo sé, porque las palabras también a mí me han hecho feliz y me han cambiado la vida. Es normal que a la gente le suceda, y si es conmigo, es maravilloso, y si es con Madame Bovary también.

Escribe por y para las mujeres. ¿Hasta cuándo la mujer tendrá que seguir luchando por la igualdad y el respeto?

Es un camino muy complicado pero espero que no mucho, porque estamos viviendo un proceso de lucha en un momento histórico inaudito, en una especie de despertar de conciencia alucinante, que tiene que ver con resarcir una deuda con la mitad de la humanidad, y quiero pensar que vamos hacia un lugar en el que la búsqueda de la igualdad sea una cosa del pasado. Queda mucho por hacer pero también es agradable ver cómo cuestionarnos las cosas va calando en la sociedad. Sobre todo hay que cambiar ese concepto de que el cuerpo de la mujer es del hombre que está a su lado y que por eso puede decirle y hacerle lo que quiera. Yo confío en la gente joven, que está muy bien informada a través de internet. Las redes están cambiando la forma de entender las relaciones hombre-mujer.

¿Qué papel desempeñaron en su formación su madre y el entorno en que usted se crio?

Ella lo significó todo. Siempre lo digo para derribar estigmas y prejuicios: fui criado por dos mujeres lesbianas, provengo de una familia homomaternal, lo repito una y otra vez porque considero que esa persona que dicen que les hace felices fue criado por dos mujeres, es una forma de reivindicar que familia es aquello que te quiere y te cuida, y yo me he sentido querido y cuidado. Eso es lo único que necesitas para convertirte en esa persona que otros admiran. Me parece un mensaje muy potente destinado a aquellas personas que se meten en la vida de los demás y que defienden un concepto de familia que nos han querido imponer desde muchísimos ámbitos.