Caracas, "una sociedad poliédrica", se quedó "fascinada" con la propuesta que recientemente presentó en la capital venezolana Insularia Teatro de su montaje Federico y Salvador, las horas oscuras y doradas, y que hoy se escenifica en el teatro El Sauzal, a las 20:30 horas.

Como explica César Yanes, actor y coproductor de la compañía, tras recibir el reconocimiento del público en los Premios Réplica el pasado mes de diciembre, Paraguay y Venezuela han sido las siguientes paradas internacionales de esta historia que, además de retratar la relación de amistad y amor entre dos grandes artistas, Lorca y Dalí, construye, a través del texto del grancanario Gerardo Barrios, "una metáfora de un país polarizado que acabó con la vida del primero y que ensalzó al segundo".

"En Venezuela predominó la visión como un alegato político, ya que el público aplaudía las intervenciones republicanas del granadino en defensa de la democracia", reconoce el actor que lo reencarna sobre el escenario, que, no obstante, señala que, "más allá de condiciones políticas, fue un éxito" que vincula con el buen momento del teatro canario en el exterior, fruto de iniciativas como la de Mapas, Mercado de las Artes Performativas del Atlántico Sur, y de subvenciones que reciben en las Islas.

La idea de Federico & Salvador surgió el año pasado por el 120 aniversario del nacimiento de Lorca como homenaje a su figura y a su universo, en especial su dramaturgia, y tras divulgarse a través de unas cartas la amistad inédita que lo unió al pintor catalán, una relación que, aparte de ser artística durante su estancia en la Residencia de Estudiantes, punto neurálgico republicano en Madrid, tuvo su parte más emocional. "Aprovechando la excusa de Dalí, vamos conociendo las diferentes etapas de Lorca, ya que aquel no fue el único enamorado que tuvo este, ni siquiera fue propiamente su pareja, pero el poeta sí sintió una atracción que ha aprovechado Gerardo Barrios para construir el concepto tan machadiano de las dos Españas", comenta acerca de un contexto que colocó a los protagonistas en diferentes bandos. "Lorca no rechazó su condición republicana, y nosotros nos empeñamos en olvidar que Dalí se debió al fascismo internacional, por supuesto con la excusa de la fascinación, porque todo lo novedoso le fascinaba", añade.

Severiano García, director de Delirium Teatro y que previamente había montado Bernarda Alba, se puso a los mandos de esta aventura para construir los personajes, ya que al ser conocidos el público tiende a comparar lo que ve con el original, situación que resolvió planteando "un recurso escénico en el que dos actores juegan a ser pero que no son", por lo que el espectador asiste a su transformación en directo desde el principio, donde los encuentra maquillándose. "Eso nos permitió -apunta Yanes- trabajar con mayor libertad y creatividad, aunque los tópicos de los personajes están ahí, con el Lorca más liberado, más genuino, más andaluz y, por qué no, más afeminado, ya que se ha convertido en icono de la cultura gay, que nosotros visibilizamos en Insularia como parte de nuestra lucha social, y en el caso de Dalí, el desenfreno, la locura, la genialidad, el tacañerío del catalán". Y es Leandro González el que se encarga de darle vida al genio nacido en Figueras: "Los primeros ensayos, aunque los disfruté, fueron muy duros porque mi mayor hándicap era que no conocía a Dalí, nací después de su muerte y no tenía memoria visual de sus intervenciones en los medios de comunicación que sí tendrían muchos de los asistentes al teatro, lo que me animó a investigarlo", manifiesta.

"Y así descubrí a Dalí, que si hubiera nacido en el siglo XXI habría sido un influencer al que la juventud seguiría, con esa actitud de postureo", subraya ante el proceso de construcción de un personaje que le ayudó a crecer y abrirse a la escena, con un intenso trabajo corporal y de voz, y que cambia en cada representación debido a la diferencia entre los espacios escénicos que visitan y sus condiciones técnicas.

"Es como si hiciéramos un estreno en cada representación, porque siempre se investigan cosas nuevas, y el feedback del público hace que seas consciente de ciertas cosas de las que no te habías dado cuenta; también las aportaciones del compañero nutren tu interpretación. Incluso, el personaje de Buñuel, que es una marioneta, ahora es más conceptual", puntualiza al describir cómo en Paraguay tuvieron que amputar su cuerpo porque no podían transportarlo en el avión, y desde ese momento solo usan cabeza y manos, que manejan entre los dos con voz de César Yanes pregrabada y modificada digitalmente,

Bernarda Alba también tiene su espacio en la obra a través del cuerpo de Leandro González ataviado con una túnica negra, peineta y plataformas de drag queen, un personaje fantasmal con voz de Sori González del Rosario -que hizo de Bernarda en el montaje de Delirium- y que aquí se mueve entre esas dos Españas que reflejan "no solo las horas oscuras y doradas de la relación entre Federico y Lorca, sino las de la España que les tocó vivir y las de la España actual, con el resurgir del fascismo y partidos de la ultraderecha".

Licenciado en Derecho, Leandro González realiza actualmente un máster en gestión cultural cuyo trabajo final lo ha dirigido hacia una investigación comparativa sobre la oferta cultural en las regiones ultraperiféricas, en especial entre Canarias y Azores, donde ha podido conocer los mecanismos de movilidad tanto exterior como interior de los que disponen los artistas para mostrar su trabajo. Así, observa que en las Islas existen los programas impulsados por el Gobierno regional Canarias Crea y Canarias Crea Canarias, aparte de otros circuitos, que posibilitan acceder a ayudas al traslado, en un territorio más desarrollado económica y socialmente que el portugués, donde la oferta cultural es menor, con un número escaso de artistas, compañías y espacios de exhibición a lo largo de 9 islas con una superficie y una población inferiores.

Profesor de Filosofía en Las Palmas de Gran Canaria, el venezolano Gerardo Barrios es el autor del texto de Federico & Salvador, empresa que abordó diferenciando diversos aspectos: personales y artísticos (de ambas figuras) y, con especial interés, sociales. "Las cartas representaron una fuente de información muy valiosa, sobre todo porque me ayudaron a configurar la psicología de cada personaje. Sin embargo, la de ambos artistas fue una relación que se vio marcada por el contexto histórico que les tocó vivir. Volver la mirada a la España de principios de s. XX, estudiar los acontecimientos en desarrollo y analizar hasta qué punto se reflejaban en el pensamiento de cada uno, esa fue la tarea más intensa y de la que más disfruté", manifiesta este creador que sumó a su trabajo cierta dosis de recreación imaginativa en un proceso en el que buscó a los Federico y Salvador "de carne y hueso, intentando alejarlos de estereotipos manidos pero procurando no borrar lo característico de ambas personalidades, lo potencialmente reconocible por el público: cierta familiaridad". La propuesta de Insularia es "un juego de equilibrio entre la imaginación y la historia y, también, una reflexión sobre nuestro presente", concluye este licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna.

Un equilibrio entre imaginación e historia