Carles Francino (Barcelona, 1958) volvió ayer a Tenerife para celebrar el aniversario de Radio Club Tenerife emitiendo La Ventana desde TEA. Orgulloso de sus compañeros y del medio en el que ha desarrollado más de la mitad de su carrera, habló sobre sus recuerdos en la Isla y su profesión. "Si tienes ganas de aprender todos los días, dedícate al periodismo", asegura.

Radio Club Tenerife celebra 85 años de historia. Eso, hoy en día, es todo un récord...

Cierto. La radio ha superado los pronósticos apocalípticos de que con internet y con las redes sociales iba a desaparecer. Tiene más fuerza y más potencia que nunca. Lo que me viene a la cabeza es que la primera red social hace mucho tiempo que existe: la radio. La radio es el contacto, es el viaje de ida y vuelta con los oyentes, es lo que más se parece a la vida real. Que haya emisoras en España que están acercándose al siglo es una señal inequívoca de la salud de la que goza este medio. Lo más importante de este aniversario es que confirma la salud y la fortaleza de un medio que en España es un caso único. Somos el primer país consumidor de radio, solo nos supera Colombia.

Se dijo que la televisión acabaría con la radio y no fue así. Sin embargo, el medio que sí que lo está pasando mal es la prensa.

En el papel lo que pasa es que nadie ha acertado todavía en descubrir dónde está el negocio y en responder a una pregunta fundamental: si los lectores están dispuestos a pagar por algo que se les ha enseñado que es gratis. En internet todo era gratis, todo lo bueno y lo malo. Y no, la creatividad, el talento, la información y el valor añadido que tiene el periodismo no debe ser gratis. Hay dos fórmulas, la de la publicidad en la vía digital y que el periodismo se distinga de lo que es la simple circulación de datos y que la gente este dispuesta a pagar por ello. Lo comparo con el nacimiento de Canal +. ¿Quién iba a pagar en España por ver un canal de televisión? En cuanto se les ofreció un proyecto exclusivo que tenía un valor respecto al resto de oferta la gente pagó. De hecho se llegó a los dos millones de abonados. En el papel, poco a poco, habrá que irlo introduciendo. Creo que el futuro está ahí. El secreto es intentar que triunfe esto. Si triunfa, el nuevo papel tendrá futuro, si no, lo tendrá jodido.

¿Qué contenido ha incluido en La Ventana con motivo del aniversario de sus compañeros tinerfeños?

Lo que hacemos cada tarde en La Ventana es contar historias y hemos encontrado aquí una fantástica. Está con nosotros Nieves Concostrina, que presenta su libro El pretérito imperfecto. A través de ella hemos encontrado una de esas historias de vida que sirven para ejemplificar muchas cosas: la historia de las hermanas Marrero. Una de ellas trabaja en TEA, las dos fueron pioneras en el deporte femenino con el Baloncesto y la otra fue la primera capitana de Marina Mercante de España. Además, no queremos estar de espaldas a la actualidad. Por ejemplo, creo que esta decisión de colocar a dos catalanes en el Congreso y en el Senado tiene un valor notable. Hay ahí una parte a destacar que es la figura de Manuel Cruz, que será presidente del Senado. Es un filósofo al que conocemos mucho en La Ventana porque ha colaborado con nosotros. A lo mejor es muy optimista pero su presencia en el Senado nos devuelve a la antigua Grecia. A ver si es verdad que conseguimos sustituir los gritos, los insultos y los eslóganes por debates más profundos a partir de argumentos y de ideas. Hoy tenemos a un filósofo en el Senado y estamos abriendo La Ventana desde un templo de la cultura. Es una mezcla fantástica y lo vamos a contar para toda España.

Personalmente, ¿qué recuerdos tiene vinculados a Radio Club y a la isla de Tenerife?

Uno del Puerto de los Cristianos en torno a 2006 o 2007. Llevaba apenas un año haciendo Hoy por Hoy. Hicimos un programa de ida y vuelta, estuvimos el viernes en Senegal y emitimos desde allí en directo. El lunes siguiente estuvimos en Los Cristianos. Tengo un gran recuerdo de aquello. Fue el primer contacto directo con esa realidad. Pasando apenas 15 minutos en Senegal -yendo a una aldea, a la costa, hablando con la gente, estando en la capital- entiendes perfectamente por qué la gente se la juega metiéndose en una barcaza en mitad del mar y tratando de llegar a Europa. Lo que más valoro de mi oficio es que aprendo todos los días y eso supuso un impacto terrible. Es distinto que te cuenten las cosas que tocarlo tú sobre el terreno. Esa experiencia me sirvió además para articular una parte del discurso que utilizo siempre que abordo este asunto.

¿Qué imagen se tiene de Canarias en la radio nacional?

Como en otros territorios, manda mucho el tópico y el estereotipo. Yo tampoco sabría definirte qué supone la insularidad pero esa imagen que tenemos de que en Canarias todo va despacio, que siempre hace buen tiempo y que la gente vive más o menos despreocupada y feliz es absurda. Es una de las comunidades con más nivel de paro de toda España y con unos problemas estructurales que no se acaban de resolver. Eso no siempre aparece en los discursos que hacemos en los medios por comodidad o por ignorancia. Hay además unos proyectos interesantísimos en sus universidades y una amplia actividad cultural. Te voy a contar una cosa que tiene que ver con los estereotipos y el modelo de país que queremos. Es el tema del acento. En la SER o en TVE para que un canario o una canaria esté al frente de un informativo tiene que neutralizar su acento pero el castellano no es forzosamente el que se habla en Valladolid.

¿Usted tuvo que pulir su acento?

No, yo estudié en castellano. En esa época estaba prohibido estudiar en catalán en mi tierra. De hecho alguna vez alguna persona me ha dicho que le gusta mucho cómo hablo y me ha preguntado si soy de Valladolid. Casi nadie se plantea que Nicolás Castellano -que es un compañero nuestro de puta madre y uno los mayores expertos en emigración que hay en nuestro país- se ponga al frente de un informativo. ¿Por qué no? Esa discusión la hemos tenido en nuestra casa. Ese es un ejemplo de que funcionamos demasiado por tópicos y nos cuesta aceptar que hay otras realidades. Este ejemplo del acento me parece importantísimo. El acento canario, el andaluz o el gallego forma parte del tronco común, si es que queremos ese tronco. No es que haya una identidad y todo lo demás son satélites. No, hay que mezclarlo, y todavía estamos en fase de conseguirlo.

¿Cuál es el motivo que hace que la radio sea un medio tan especial?

Admite pocas trampas. Llevo 40 años trabajando, estudié para escribir y es lo que menos he hecho después. He hecho casi la mitad de mi vida profesional en la radio y la otra mitad en la televisión. La tele es acojonante, tiene una potencia con la imagen que es imbatible. Sin embargo creo que la radio es más de verdad. Es una relación más de piel, de poco a poco, aflora todo lo que hay. No puedes hacer muchas trampas. En la radio, a un tramposo le pillas muy pronto. La radio es muy de verdad y esa es la clave de su éxito, además de su falta de complejidad. Para contar algo en la tele hace falta un aparataje importante y en la radio en principio no, además ahora que tenemos artilugios para mejorar el sonido y algo muy importante, que es la radio en diferido, el podcast. La revolución digital para nosotros ha sido una aliada.

¿Qué consejo le daría a un estudiante de periodismo?

Consejo no porque me parece un concepto muy pretencioso. Lo que puedo contar es como me ha ido a mí y sobre todo que hay que tener un punto de partida muy claro: saber exactamente qué es ser periodista. Que no se confunda con otras cosas, con la fama, el poder o la notoriedad. El periodismo es un oficio muy hermoso pero muy duro. Tiene unos niveles de gratificación donde casi nunca manda lo económico sino otro tipo de cosas: el saberte útil al poner a la gente en el contacto con el mundo que le rodea desde una perspectiva honesta, ética y no sectaria. Eso es algo fantástico. Si te gusta eso y además tienes ganas de aprender todos los días, dedícate a hacer periodismo sabiendo que no te vas a hacer millonario. Tu función no es quitar o poner presidentes de un club de fútbol o de un gobierno. No es eso, somos contadores de historias. Aunque todos tengamos nuestra propia idea de todo -porque la objetividad no existe- sí que existe la honestidad. Eso pasa en un periodista por mostrar la realidad desde todos los ángulos posibles. Si quieres dejar claro que de esas miradas hay una que te mola más, lo dices, lo dejas claro y lo separas de la información. Si todo eso lo tienes claro, dedícate al periodismo.

¿Le ha perjudicado mostrar abiertamente algunas de sus opiniones en temas polémicos como la independencia catalana?

No lo sé. No soy de dar mis opiniones pero hay algunos asuntos en los que de vez en cuando lo hago, nunca con ánimo de sentar cátedra ni adoctrinar. Yo no quiero ser gurú de nada. Me gusta contar buenas historias pero ante determinadas realidades, al ser yo catalán y estar en Madrid y hacer un programa de ámbito nacional, alguna vez he dicho cosas. En Madrid hay gente que me considera independentista, en Cataluña hay otra que me insulta llamándome españolista y yo estoy ahí un poco en tierra de nadie, que no es de nadie, es una tierra habitada pero no está bien canalizada la forma de representarnos. En esa zona hay políticos, arquitectos, abogados, futbolistas, hay de todos. Estamos metidos en un bucle y hace falta salir del bosque.

Hay un debate abierto sobre la idoneidad de darle voz a algunas propuestas radicales como las de Vox...

No se les puede ni se les debe silenciar, aunque entrevistas aceptan muy pocas. Hay que contar sus propuestas, silenciarlas contribuye a engrandecer ese aura que se dan de víctimas. Si un señor dijo que te puedes cortar el pelo y las uñas pero no abortar porque no es tu derecho, habrá que contarlo y ponerlo en su contexto. Y si un candidato de Vox resulta que hace unos años era un falangista pues habrá que contarlo también. Si luego no te dejan entrar a la rueda de prensa, pues mala suerte. Pero silenciarlos no, hay que saber lo que proponen y hay que explicarlo para que la gente tome decisiones después.