'Casi imposible'

Dirección: Jonathan Levine

Intérpretes: Theron, Seth Rogen, Alexander Skarsgård

Reconozco que comencé a ver Casi imposible con muy pocas ganas. La deriva hortera y vulgar de la mayoría de las comedias norteamericanas (sirva como ejemplo el reciente estreno de Timadoras compulsivas), unida a la discutible filmografía de su director, Jonathan Levine (el responsable, o mejor dicho, el culpable, de títulos como Seducción mortal o Descontroladas) no me hacía presagiar nada bueno. Sin embargo, en ocasiones no hay nada como carecer de expectativas para alcanzar una razonable satisfacción. En ese sentido, Casi imposible, aunque se reviste de los envoltorios y adornos de las típicas películas de humor estadounidenses, oculta varias perlas dignas de admiración. Es obvio que Levine no es Jason Reitman ni, por supuesto, John Carney ni Woody Allen, quienes encabezan la resistencia para salvaguardar la comedia anglosajona de un destino devastador en el que parece estar embarrada actualmente, pero al menos se hallan en este trabajo diversos elementos acertados que dotan al conjunto de cierto aire de hilaridad con sentido.

Si bien el filme se presenta con la etiqueta de "comedia romántica", en mi opinión no se ajusta a lo que dicho término comporta en la mente del espectador. A ello hay que añadir las constantes referencias a la política, un ingrediente que condimenta la historia alterando sustancialmente su desenlace final. Aun así, tampoco se trata de un largometraje al estilo de El Presidente y Miss Wade, que sí responde de forma convencional, cursi y superficial a ese triángulo cuyos vértices ocupan el humor, el romance y la clase política. Casi imposible resulta más irreverente, transgresora, alegre y alocada, lo que por momentos le hace tambalearse y rozar el desastre del chiste fácil y grosero, pero superando el riesgo con otras escenas en las que mantiene un perfecto equilibrio entre la agudeza divertida y la crítica destructora.

Un periodista fracasado y sin esperanza profesional ni vital a la vista se reencuentra con su idílico y platónico primer amor. Ella, por el contrario, ha progresado laboralmente convirtiéndose en Secretaria de Estado del Gobierno, con aspiraciones de llegar incluso a la Presidencia. Pese a todos los puntos que les separan, existe algo que todavía les une. El peculiar sentido del humor del reportero resultará determinante para retomar una relación a todas luces casi imposible. Ella le contrata para escribirle sus discursos, aunque él no se siente cómodo entre tanto cargo público de la élite del poder y, contra todo pronóstico, aquella llama de atracción sentimental que nunca llegó a apagarse del todo, prende por completo, provocando inesperados y peligrosos incidentes.

Basta ver el cartel de la cinta para constatar la nula química entre la pareja, una impresión que se difumina completamente a medida que avanza el metraje. La pareja de guionistas formada por Liz Hannah (Los archivos del Pentágono) y Dan Sterling (curtido en series televisivas como South Park o The Office) sabe entretener gracias a las ocurrentes situaciones que recrea, consiguiendo que el público empatice con los protagonistas y se deje arrastrar por sus locuras. Probablemente nos hallemos ante la mejor comedia norteamericana en lo que va de año y, aunque no mantiene el mismo nivel durante sus más de dos horas de duración, triunfa en el empeño, sobre todo cuando aborda temas que no son para nada intrascendentes.

Gran parte del éxito final estriba en sus dos actores de cabecera. Ambos sobresalen y demuestran su enorme capacidad para hacer reír, pese a ser una de las cualidades más difíciles e infravaloradas de todo intérprete. Charlize Theron, Oscar a la mejor actriz por Monster e inolvidable en Las normas de la casa de la sidra, da fe nuevamente de su versatilidad artística. Sus últimos trabajos en Tully o Young Adult neutralizan otras prescindibles experiencias como heroína letal en absurdas películas de acción. Sin duda, posee una innegable vis cómica. A Seth Rogen también le hemos visto en proyectos tan cuestionables como Juerga hasta el fin, Lío embarazoso, Supersalidos o Superfumados, atesorando una amplia experiencia en esa modalidad de la comedia denostada por mí, si bien salta a la vista que cuando le ofrecen un guion más elaborado y a las órdenes de un realizador que no se desmadre logra redimirse.

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