El alma en pena de Ana González deambuló por su hacienda durante ochenta y siete días arrullando y cantando al hijo que no pudo conocer porque ella murió durante el parto, según cuenta la leyenda que se generó en torno a este suceso ocurrido en el municipio palmero de El Paso en 1628, conocido como "El alma de Tacande".

Esta historia, que ha llegado hasta hoy en día a través de la transmisión oral y escrita, fue llevada al cine por el pasense Antonio Manuel Fernández (El Paso, 1946), filme que se proyectará hasta mañana, 16 de mayo, en Multicines Tenerife de La Laguna, a las 19:00 horas.

Esta producción de Islaimagen, que ha conseguido más de medio centenar de premios y distinciones en otros tantos festivales de cine independiente de Indonesia, Francia, Estados Unidos o Venezuela, entre otros muchos países, se basa en aquel acontecimiento histórico que atrajo la atención de muchos habitantes de Canarias, incluida la propia iglesia, hasta llegar a Cuba.

El alma de Tacande, no recomendada para menores de doce años, es un drama de ficción de ciento cinco minutos de duración, en el que intervienen siete personajes principales, cinco que dan vida a la familia de Ana González, y dos a una pareja procedente de Cuba que adquiere la hacienda de Tacande en la época actual.

"Lo que siempre me llamó la atención es la repercusión que la leyenda ha tenido a través de cuatro siglos y sigue viva", comentó Fernández, quien al principio fue muy reacio a admitir este tipo de historias, aunque respeta al que cree en fenómenos de esta naturaleza.

"Yo era uno de los incrédulos, pero poco a poco, cuando nos metimos a hacer el guion, a todo el equipo nos pasó lo mismo que a los personajes de ficción, que se fueron contaminando con la historia. Últimamente me metí en las investigaciones americanas sobre física cuántica y hay una experiencia interesante sobre la transcomunicación personal. Los seres humanos se transmiten energía unos a otros. Esto llega a explicar lo que pudo haber ocurrido en esa familia en esa casa", apuntó.

Los hechos narrados en la película, que fueron registrados en la iglesia de Los Llanos de Aridane, en Gran Canaria y en el Obispado de Tenerife, parten de la base de un personaje real, una madre, Ana González, que murió durante el parto de su hijo.

"Durante ochenta y siete días, su espíritu venía a arrullar y cantar al hijo que no conoció. Se oían cantos, nanas, la cuna se movía... La familia estaba fuera de si porque eran todas las noches hasta que en una de ellas, un sobrino escuchó que Ana González le decía que fuera a buscar a un confesor. Tras consultar con la familia, así lo hicieron. Vino el cura y cuando estuvo en la casa el alma les mando llamar a una sobrina que presuntamente la había calumniado. Esta sobrina vino y le pidió perdón. A partir de ese momento no pasó nada más en la casa. La confesión los liberó".

Aunque, al parecer, el Obispo de Gran Canaria mandó llamar al sobrino que fue a buscar al sacerdote para investigar qué habían escuchado, porque todos no oían las mismas manifestaciones del alma que vagaba en el purgatorio.

La versión cinematográfica de El alma de Tacande tiene dos partes bien diferencias, según su director, una con cierto aire documental que narra los hechos históricos objetivos sucedidos en el siglo XVIII, mientras que la otra es más de ficción y traslada la leyenda a la actualidad, aclaró Fernández.

"La parte de ficción surgió a partir de las vivencias de la gente de La Palma que había emigrado a Cuba. Muchos quisieron volver y buscar a sus familias. Eso me dio la idea para crear la parte de ficción con una pareja de jóvenes como protagonistas, que vinieron a La Palma para buscar unos terrenos".

Una inmobiliaria sugirió a la pareja la adquisición de la hacienda en la que ocurrieron los extraños fenómenos hacía cuatro siglos y los jóvenes se enteraron de la historia, en la que no creían al principio. "La joven, poco a poco, se va contaminando de la historia y acaba con un final dramático. Esta parte de la película me sirvió para mostrar como se actualiza la leyenda y como sigue influyendo en la gente del entorno".

Las escenas interiores del largometraje se rodaron en la propia casa donde ocurrieron los hechos, mientras que las exteriores fueron en localizaciones de los cascos históricos de San Andrés y Sauces, Puntallana, Tijarafe, Tazacorte y El Paso. El reparto estuvo formado por una docena de actores.

La banda sonora de El alma de Tacande, distinguida con varios premios en Estados Unidos y en Chile, fue concebida expresamente para la cinta por un amplio equipo de músicos y compositores relacionados directamente con el Conservatorio Superior de Música de Santa Cruz de Tenerife, además de los coros del Orfeón La Paz de La Laguna, el de Los Realejos, la Coral de Los Llanos de Aridane y de la Escuela Insular de Música de La Palma. En total participaron más de doscientas voces

"La banda sonora puede tener una base de habanera, es decir un cierto ritmo cubano, y luego hay otra parte más coral. Intervinieron cinco compositores en su elaboración. Incluso nos han pedido las partituras en Los Ángeles, porque a lo mejor son seleccionadas para participar en los Oscar del año que viene".