Los vengadores: Endgame dura tres interminables horas de proyección. De hecho, la anterior entrega de la saga, cuyo título Infinity War ya era todo un presagio, superaba los ciento cincuenta minutos de duración. Y es que, por lo visto, el objetivo esencial de la factoría Marvel parece centrarse en progresar cinematográficamente a través de títulos cada vez más desmesurados. La envergadura de sus proyectos debe ser descomunal y su resultado, lo más grandilocuente posible. Al principio se esmeró en los aspectos técnicos y los efectos especiales pero, cuando ya no quedaba margen para avanzar por esos terrenos, apostó por introducir una mayor número de superhéroes en cada nuevo largometraje, provocando un auténtico apelotonamiento de estrellas obligadas a darse codazos entre sí para conseguir un plano. Y ahora, sin más valientes con superpoderes de los que echar mano, se ha dedicado a estirar el metraje hasta límites más allá de lo tolerable para unas historias con estas características. A este paso, la gran productora va a morir de éxito incrementando sus cifras con cada nuevo estreno. Así, hasta el colapso final.

Conste que soy un aficionado al género del cómic y me gustan mucho algunas de sus muestras. Por ejemplo, me sorprendió gratamente la primera trilogía de Sam Raimi sobre Spiderman, disfruté con alguna de las aventuras de Capitán América, reconocí los méritos de Doctor Strange y me divertí bastante con la inicial Guardianes de la galaxia. Sin embargo, esta actual deriva sustentada sobre una loa constante a la desproporción -traducida en propuestas colosales e inmensas recreaciones- me satura hasta el punto de conducirme a la indiferencia. Es preciso disponer de un buen guion, una trama interesante y unos personajes atractivos para sostener durante más de ciento ochenta minutos un elevado nivel de calidad y para mantener un mínimo grado de interés en el público. Y no es el caso.

El filme posee aciertos incuestionables que no negaré. Resulta visualmente cuidado, técnicamente preciso, con numerosos momentos cumbre y un elenco de actores y actrices portentoso. No obstante, la oferta me agota, la sobredosis de perfiles me harta y ese empeño artificial de encajar unas piezas que no pertenecen a este puzle me carga. No me cabe duda de que reventará la taquilla y acumulará nominaciones dentro de las categorías técnicas pero, en honor a la verdad, aquí hay poco cine. Se trata tan sólo de otra manifestación de la industria dirigida a exprimir una fórmula eficaz para recaudar dinero (lo que, por otra parte, no es en sí mismo criticable). Sin embargo, si a cualquier manifestación artística únicamente se le percibe esa intención, se desvirtúa y desnaturaliza hasta resultar irreconocible.

Tras los devastadores sucesos ocurridos en Vengadores: Infinity War, el universo ha quedado en ruinas. El panorama no se vislumbra optimista en absoluto, pero un grupo encabezado por Capitán América, Viuda Negra, Hulk y Thor tratará de revertir los efectos de la catástrofe provocada por el malvado Thanos. Los Vengadores deberán reunirse para neutralizar sus acciones y restaurar el orden en la galaxia de una vez por todas. Contarán para ello con nuevos aliados, como la Capitana Marvel o Ant-Man.

Detenerme una por una en todas las estrellas que aparecen en pantalla también alargaría en exceso esta crítica, por lo que me limitaré a nombrarlas. Son, entre otras, Robert Downey Jr., Brie Larson, Chris Hemsworth, Chris Evans, Mark Ruffalo, Scarlett Johansson, Tom Holland, Josh Brolin, Gwyneth Paltrow, Don Cheadle, Bradley Cooper (poniendo solamente su voz en la versión original), Jeremy Renner, Tessa Thompson, Michelle Pfeiffer o Tilda Swinton, a cargo de consolidadas o prometedoras carreras en su haber y con títulos destacados a sus espaldas, pero que aquí figuran como mero relleno.

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Los vengadores: Endgame

Dirección: Anthony Russo y Joe Russo

Intérpretes: Robert Downey Jr., Brie Larson, Chris Hemsworth, Chris Evans, Mark Ruffalo, Scarlett Johansson