La narrativa transmedia desarrolla una historia de forma coherente utilizando diferentes soportes. Esta sucinta definición no expresa por qué es una técnica utilizada por creadores de cultura en el siglo XXI que buscan ser atractivos ante un público cada vez más exigente y con menor capacidad de sorprenderse ante la ingente cantidad de contenidos que les rodea. La Generación Alfa, los más jóvenes, auténtica esponja del mundo que les rodea, aún conserva la capacidad de asombro, pero siempre quiere más y en esta competencia es importante utilizar todo tipo de soportes de forma eficaz.

Comunicar un mensaje con diferentes soportes y que cada uno presente una parte de la historia no es novedad. El periodismo lo lleva haciendo décadas. La radio ofrece el primer avance con la voz de quien lo está viviendo, los periodistas gráficos capturan la imagen y el periódico explica qué estaba pasando realmente. Sin embargo, la narración transmedia, definida por Henry Jenkins, decano de Comunicación de la Universidad de California e investigador en el MIT, explicaba en el año 2003 cómo el mundo conectado está transformando la comunicación. El relato, en lugar de estar centralizado en unos pocos medios, se democratiza y los consumidores empiezan a expandirlo con su propia historia: opinan, comparten y la enriquecen con su actividad en internet.

Los memes, tan habituales en las redes sociales, son una técnica ejemplificadora de esta narrativa. Los destinatarios del mensaje se convierten en elemento decisivo en la difusión del relato porque lo crean y expanden desde sus puntos de vista. Son los prosumidores, consumidores y proveedores gracias a las grandes posibilidades que nos ofrece la tecnología, los móviles, a todos.

No es una panacea que convierte inmediatamente cualquier contenido en atractivo. Carlos Scolari, profesor en la Universidad Pompeu Fabra, y autor de Narrativa transmedia, destaca que esta forma de comunicar "nunca va a salvar un mal relato" y que también implica "conocer los diferentes lenguajes de cada soporte" con el fin de aprovechar las fortalezas de cada uno con el fin de que se complementen al crear un mensaje. Obviar que el lenguaje audiovisual, escrito, del cómic, o de los videojuegos tiene sus propias características ha generado frustración y fracasos al obviar lo más importante: transmedia es un adjetivo, enriquece el mensaje y construye una comunidad alrededor de los contenidos.

Establecer vínculos emocionales con los jóvenes no es nada sencillo. Una generación acostumbrada a convivir simultáneamente con al menos dos pantallas y no siempre las mismas. En ocasiones suman televisión y teléfono, en otras videojuego y televisión, también se simultanean las tres pantallas al mismo tiempo. Sin embargo, utilizar el mundo físico con los nativos digitales no es una tarea imposible. El estudio Tiny Cosmonauts y el libro musical El duende que enseñó a jugar con los niños son ejemplos de narrativa transmedia creada en Canarias en la que aprender jugando y combinar tecnología con experiencias en el mundo real ha multiplicado las experiencias que hubiesen generado un libro, recortables o cada app individualmente.

Personajes que viven más allá de la tableta

Los recortables del siglo XX tienen su evolución en Tiny Swipers, un kit creativo que contiene todos los elementos necesarios para crear personajes y contar sus fantásticas historias. La app permite elegir un mundo de partida y combinar cabezas, cuerpos y piernas. Tras añadir los complementos, gracias al modo caja de luz, se pueden calcar en papel y llevarlos al mundo físico para crear historias con ellos con el Creador de Leyendas, que contiene actividades, juegos y leyendas. /TINY COSMONAUTS

Conéctate al día: Chema Juárez, fundador de Tiny Cosmonauts

La aventura de aprender música jugando

El libro El duende que enseñó a jugar a los niños ofrece un mundo lleno de magia y música para los más pequeños. Solo por incorporar un CD de música que permite escuchar todas las canciones y un DVD, con las canciones parcialmente animadas y el videoclip Vivirá en ti, sería un regalo ideal para emocionarse con la magia de la música. La app para móvil prolonga la experiencia al utilizar los códigos QR que aparecen en el libro, facilitando el aprendizaje de música jugando y, cómo no, ¡atrapar a la bruja!