La cuarta edición del Opera Forward Festival de Ámsterdam, organizado por la Dutch National Opera, contará con el tenor tinerfeño Airam Hernández como protagonista de la nueva ópera ''Caruso a Cuba'', del compositor holandés Micha Hamel, uno de los acontecimientos líricos del año en la capital holandesa.

Al estreno, que tendrá lugar hoy, domingo, le sucederán otras funciones los días 5, 6, 8 y 9 de marzo, con el isleño de protagonista.

¿Qué representa haber sido elegido para el estreno mundial de una obra basada en un personaje tan mítico como Enrico Caruso?

Estoy muy contento con este proyecto. Agradezco a Jesús Noriega, el que fuera director artístico de la Dutch National Opera, que pensara en mí para dar vida al protagonista de esta ópera. Es una obra llena de matices y con un trasfondo psicológico muy interesante respecto al individualismo de nuestra época. Si a eso le añadimos que tengo la fortuna de encarnar a uno de los tenores más importantes de la historia y que, además, el repertorio contemporáneo me atrae especialmente, la verdad es que se me hizo muy fácil aceptarlo.

¿Cómo ha abordado el personaje?

A la hora de construir un personaje, siempre trato de comprender a fondo sus motivaciones para dotarlo de personalidad y que así sea lo más creíble posible. En este caso ha resultado algo más complejo ya que, a pesar de contar con diversas referencias biográficas de Caruso, no es fácil plasmar la personalidad de un artista con una forma de ser tan arrolladora y hacerlo desde el máximo respeto posible y sin caer en la caricatura.

¿Qué ha descubierto de la intrahistoria del divo?

Fue un artista fascinante que se debía completamente a su público y a su carrera. Así lo dejó ver en una de sus últimas representaciones. El maestro cantaba Nemorino en EEUU cuando en medio de la actuación comenzó a toser con insistencia. El público pudo ver como el cantante manchaba de sangre su vestimenta al tiempo que paralizan la función. Caruso trató de recuperarse en el camerino y cuando dejó de sangrar pidió continuar la representación. No podía permitir que su público se quedara sin dfisfrutar la ópera completa. Afortunadamente la audiencia, preocupada por el estado de salud de Caruso, pidió entre llantos que no saliera y que se fuera a descansar. Ha sido interesante para mí ver la vida a través de sus vivencias, desde la perspectiva del divo.

¿Qué le ha sorprendido?

Caruso, probablemente, fue la primera estrella reconocida mundialmente gracias al surgimiento en su época de los discos de vinilo, lo que hizo que su voz viajara hasta los rincones más apartados del planeta. Hay otro aspecto que llamó mi atención: el hecho real en el que se basa el libreto. Caruso viajó en 1920 a Cuba para cantar Aida, de Verdi, en el Teatro Nacional, contratado por una cifra escandalosa para la época. Por entonces estaba amenazado por la mafia siciliana. En medio de la función estalló una bomba en el teatro y Caruso escapó corriendo por las calles de La Habana, vestido de Radamés. La versión oficial nos cuenta cómo fue detenido por la policía, acusado de escándalo público, ya que el agente creyó que estaba travestido. Imagino lo desconcertado que debió sentirse.

La obra está inspirada en una novela, juega con elementos reales y también incorpora pasajes de ficción, y se cierra con un clásico final trágico a la manera de las grandes óperas, ¿no?

Así es. Está basada en el libro Como un mensajero tuyo, de la escritora cubana Mayra Montero. Los elementos biográficos tienen que ver con el suceso que ya comenté. Mientras Caruso cantaba la ópera Aída en Cuba, en el teatro estalló una bomba y el tenor desapareció por unas horas a ojos de todos. A partir de esto, la escritora relata una historia ficticia en la que el cantante conoce a una joven chino-cubana llamada Aída, de la que se enamora. La mafia siciliana lo persigue y Caruso se ve envuelto en una historia rocambolesca, formando parte de un ritual de santería cubana orquestado por el padrino de Aída, que visiona la muerte inminente del cantante. Los elementos surrealistas se hacen aún mas patentes con la puesta en escena, ya que Johannes Erath sitúa toda la acción en la cabeza de Caruso, como un gran sueño que se torna pesadilla, donde los demás personajes y elementos son imágenes relacionadas con su vida, surgidas del inconsciente.

El compositor Micha Hamel eligió su voz y, es más, adaptó la partitura a su registro. ¿Qué le exige vocalmente esta obra?

Poder trabajar directamente con el compositor es siempre un lujo. Conocí a Micha meses antes de que la partitura estuviera terminada. Fue muy especial el momento en que me oyó por primera vez y me dijo que tenía la voz que había estado buscando para este rol. Hizo algunos ajustes, ya que inicialmente la voz se movía mucho por el registro grave. ¡Y lo tomó al pie de la letra! Hay pasajes endiabladamente agudos, como en el ritual. Está escrito para una vocalidad de helden tenor (tenor wagneriano). Por otra parte, posee bellísimos pasajes tradicionales que nos recuerdan a la música de Verdi o Puccini. Esto, intercalado con segmentos escritos en un lenguaje musical contemporáneo, como la utilización de sintetizadores y unas exigencias vocales poco comunes para garantizar efectos sonoros determinados. Ha significado un reto encontrar ese punto en el que sentirme cómodo cantando toda la ópera. Un reto gratificante, eso sí. Estoy muy orgulloso del resultado.

Actuará bajo la dirección musical de Otto Tausk con un montaje de Johannes Erath. ¿Puede descubrir algún detalle?

Ha sido un trabajo muy fructífero, ya que ha habido mucha complicidad con ambos directores. Es un gusto ser parte de un equipo en el que todas las ideas y puntos de vista son escuchados. Y esto se refleja en el resultado final. Teniendo en cuenta la propuesta escénica de Johannes Erath, en cuanto a entender la historia como un gran sueño de Caruso, ha habido un trabajo psicológico intenso en la construcción del personaje. Todos los elementos del montaje, desde los objetos utilizados hasta las emociones del resto de cantantes, son una representación visual de la psiquis de Caruso, por lo que he tenido que integrar cada detalle, cada uno de sus movimientos, y hacerlos parte de mi personaje. Esto me ha supuesto un verdadero quebradero de cabeza, ya que cualquier pequeño cambio escénico o actoral propuesto a alguno de mis compañeros suponía hacer en mi cabeza una reestructuración de la idea original. Por otro lado, esto me permitió sumergirme a fondo en la obra y comprenderla mejor.

Se trata de un proyecto ciertamente innovador. ¿Cómo lo incorpora a su repertorio?

Siempre me he sentido atraído por la música contemporánea. A fin de cuentas será el legado musical de nuestra generación. Es por eso que estoy feliz de incorporar esta obra a mi repertorio. Además, soy el primer cantante que dará vida a este personaje, con una partitura compuesta especialmente para mí. Eso es algo que pocas veces un artista puede experimentar. Y bueno, estoy interpretando a Enrico Caruso, uno de mis referentes. Creo que por todos estos elementos esta obra siempre ocupará un lugar muy especial en mi repertorio.

Y después de este estreno, ¿qué le reserva su agenda?

Este será un año bastante intenso en lo que se refiere a compromisos y trabajo de campo, puesto que voy a tener que preparar cuatro roles nuevos y un oratorio. Después del Caruso, debutaré en EEUU cantando Fenton, de Falstaff ,en la Opera de Dallas. De regreso interpretaré La Messa di Gloria, de Mascagni, en el Auditorio Nacional de Madrid bajo la dirección del maestro Víctor Pablo Pérez. Abriré la temporada del Téâtre du Capitole de Toulouse cantando Pollione de Norma. Posteriormente haré el papel de a Fernando, de Doña Francisquita, El Gran Teatre del Liceu y volveré a cantar Alfredo, de La traviata, uno de los que sin duda considero mis roles fetiche, esta vez en el Teatro La Fenice, de Venezia.