Aunque lleva más de 40 años dedicada a la interpretación en los que se ha hecho merecedora del apodo de ''dama de la escena'' y de haber ganado numerosos reconocimientos, entre ellos un Goya, la actriz catalana Carme Elías dice no estar "nunca contenta" consigo misma y se define como una "eterna aprendiz".

Así lo ha explicado en una entrevista concedida con motivo de su presencia en Lleida para recoger el premio Jordi Dauder a la Creatividad en el Cine Catalán de la Mostra de Cine Latinamericano de Cataluña, que recogió anoche en una gala en la que también recibió este reconocimiento el director Ventura Pons.

Elías explica que este galardón le ha obligado a echar la vista atrás y a repasar su trayectoria desde que en 1974 iniciara su carrera teatral en Barcelona con ''La señorita Julia'', de Adolfo Marsillach, uno de los numerosos directores que se han cruzado en su camino a lo largo de estos años.

"He echado la vista atrás y me he dado cuenta de que mi carrera es larga. Pocas veces lo hago. Pero con este premio he hecho un repaso y he visto que ya llevo un camino muy largo y que he conocido a muchas personas que me han enseñado cómo son las cosas en esta profesión, cómo se van encajando y aceptando, y he visto cómo he aprendido y concluyo que llegar hasta aquí está muy bien", explica.

Pese a ello, asegura que nunca está contenta con ella misma. "Tengo un carácter un poco exigente y solo puedo reconocer las cosas cuando han pasado los años y decir: pues tampoco estaba tan mal. Tengo un espíritu autocrítico un poco feroz, pero de todos modos he aprendido a gestionarlo y creo que de alguna manera me impulsa a un aprendizaje. Pero aun así soy partidaria de no ver las cosas en caliente, de dejar pasar el tiempo", señala.

Además de esa autocrítica constante, explica que también le ha ayudado a enriquecerse como actriz y a aprender el haber podido ejercer su carrera tanto en Cataluña como en Madrid.

Explica Elias que aún hoy en día trabaja tanto en Madrid como en Barcelona siempre que le surge algo interesante. "Me parece que esto siempre enriquece y sobre todo cuando te alimentas de las personas que vas conociendo, ya que conoces nuevas maneras de entender la profesión. Estoy muy contenta de que mi carrera se haya desarrollado de esta manera", señala.

Su extensa trayectoria incluye trabajos reconocidos tanto en teatro (Terra Baixa, La gata sobre el tejado de zinc, Yocasta), como en televisión (Anillos de oro, Turno de oficio) y en cine (El rey pasmado, La flor de mi secreto, Camino), pero dice que, solo si le "obligan a elegir", se que queda con el teatro.

"Me parece bueno hacer vasos comunicantes, una cosa alimenta a la otra y la otra a la otra, pero yo empecé haciendo teatro y es lo que me gusta hacer, porque el contacto directo con la gente es único, porque te enseña mucho, te alimenta mucho y te deja muy satisfecho por la relación con el público, que es inmediata", explica.

En cuanto al cine, señala que precisa de un trabajo más afinado e interno que el del teatro y que, sobre todo, conlleva hacer "una acto total de confianza" en el equipo técnico y el director.