Los restos del cantautor argentino Facundo Cabral, asesinado el sábado en Guatemala a los 74 años, recibieron hoy el último adiós en una ceremonia íntima y familiar celebrada en un cementerio de las afueras de Buenos Aires, donde serán incinerados, como deseaba.

La ceremonia, en la que participó un reducido grupo de familiares y allegados, fue encabezada por su viuda, la venezolana Silvia Pousa, en la parroquia del cementerio Jardín de Paz.

Los restos del cantante y poeta fueron trasladados hasta allí desde el pequeño teatro ND Ateneo de Buenos Aires, escenario del último recital de Cabral en Argentina, el pasado mayo, donde fue velado por miles de personas, entre seguidores y personalidades de la cultura y la política.

Esta mañana varias decenas de emocionados fanáticos presenciaron el momento en el que el féretro era introducido en el coche fúnebre, al que despidieron entonando, entre sollozos, la canción más popular de Cabral, "No soy de aquí, ni soy de allá".

El cajón, que llenaron de flores, estaba cubierto por una bandera de Naciones Unidas, ya que el trovador será además recordado por su labor humanitaria, como refleja su designación como "Mensajero mundial de la paz" por parte de la Unesco o su nominación al Nobel de la Paz en 2008.

En su recorrido hacia el cementerio, el cortejo fúnebre hizo una breve parada frente a la cafetería La Biela de Buenos Aires, tradicional punto de reunión de intelectuales y personalidades que Cabral frecuentaba cuando se encontraba en la ciudad, contaron sus allegados.

Entre los que se acercaron a despedir a Cabral estuvo su colega y amigo Piero, quien lamentó el fallecimiento de quien "había sorteado tantas veces la muerte" y recordó que el trovador había superado en dos ocasiones un cáncer.

"Creo que tuvo una muerte cercana a la que hubiera deseado. No lo imagino pasando sus últimos días en el hospital, sin poder moverse. Él no le tenía miedo a la muerte, pero sí a la decrepitud", comentó el productor Jorge Mazzini, quien dirigió los últimos conciertos de Cabral en Argentina.

"Le fue concedida la posibilidad de evitar lo que imaginaba como un final infeliz", puntualizó.

Los familiares del cantautor agradecieron en un comunicado a "la inmensa cantidad de medios de comunicación de todo el mundo, por la respetuosa cobertura", e invitaron, más que a llorar su muerte, a "celebrar su vida", como el propio Cabral había pedido en su última actuación en Argentina.

Solicitaron esa misma "comprensión y respeto en la hora de este responso y despedida", que celebraron hoy en la intimidad.

"Gracias por saber entenderlo y respetar ésta, que ha sido su voluntad y es la nuestra", concluye el comunicado.

Los restos de Cabral llegaron a Buenos Aires en las primeras horas del martes en un avión de la Fuerza Aérea de México, país que el cantautor consideraba como su segundo hogar, porque allí vivió exiliado durante la última dictadura militar argentina (1976-1983).

La comitiva que acompañó al cuerpo desde Guatemala fue recibida por la viuda del artista, con quien se había casado hace seis meses después de 10 años de relación, y por el canciller argentino, Héctor Timerman.

El jefe de la diplomacia argentina estuvo entre los miles de personas que acudieron al velatorio de Cabral y recordó que el artista fue "íntimo amigo" de su padre, el periodista Jacobo Timerman.

Los seguidores de Cabral dejaron todo tipo de ofrendas junto a su féretro, y recordaron que, como en una premonición, el artista se había referido a su muerte en el último concierto que ofreció en Buenos Aires el pasado 7 de mayo.

"Si esta es la última vez que subo al escenario, pinten el cajón de rojo y celebren porque mi vida fue una fiesta", afirmó entonces Cabral.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, decretó ayer tres días de duelo nacional por la muerte de Cabral, quien "consagró su vida al canto, transmitiendo con sus letras el espíritu de paz inspirado en las enseñanzas de Jesús, Ghandi y la Madre Teresa de Calcuta", según la resolución oficial.

Las autoridades guatemaltecas anunciaron este martes que han capturado a dos sospechosos de haber participado en el asesinato de Cabral, en un ataque ordenador por un centroamericano, todavía sin identificar, y que iba dirigido contra el empresario nicaragüense Henry Fariña, que viajaba en el mismo vehículo que el cantante.