Ambos tienen la osadía de enfrentarse a los dioses y ambos son castigados de forma muy cruel por su insolencia y desacato. Prometeo es el titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, redimiéndolos de su dependencia intolerable. Prometeo ha pasado a representar el ansia de emancipación de la humanidad de su condición limitada, es la gran efigie de la izquierda. Es lugar común encontrar a Prometeo inspirando las ideas de izquierda de querer torcer el destino y saltar sobre los límites humanos. Sísifo es otro rebelde también castigado con subir una piedra que vuelve a caer, que termina aceptando el absurdo de la vida: subir y bajar la piedra. Aquí he de acudir a Camus para entronizar a Sísifo como contrapuesto a la izquierda y representar a la derecha.

Albert Camus fue despreciado por Sartre como filósofo, como escritor no se atrevió. Sartre ha desaparecido y Camus remontado el vuelo. El sentido profundo de la vida no se esconde en los empalagosos tratados filosóficos, sino en la precisión de la mirada que bucea en las tinieblas, y anota una inscripción constituyente. Esto encontró Camus: "el hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es".

En la izquierda, tras su rebeldía, inconformismo y afán de cambio, subyace un rechazo a los límites que impone la vida y que tampoco los niños están dispuestos a aceptar fácilmente: frustraciones, imperfecciones, injusticias, desilusiones. En el fuego prometeico se cifra su esperanza. Prometeo puede arrebatar al hombre de su destino mortal. En estos tiempos se comprueba sobre todo en la clase política tan desasistida de preparación, experiencia y conocimiento, que sus impulsos son cada vez más ambiciosos y redentoristas. Llama la atención lo desmedido de su anhelo. Lo curioso es que estos afanes de ingeniería social históricamente se han dado siempre en dictaduras; ahora en cambio ocurre bajo regímenes democráticos. Es espectacular.

A Prometeo y Sísifo les separa una línea de fuego. Aceptación o no de los límites y el destino (condición mortal). Sísifo con su condena de subir la piedra descubre el absurdo de la vida, pero también la conciencia de su condición, que le da fuerza. Así nos lo explica Camus. No solo ha reconocido sus límites y ha aceptado el destino, sino que entre esos márgenes hay vida posible. Y presente. La izquierda históricamente (excluyo la vieja socialdemocracia decapitada) ha despreciado el presente y al hombre real en aras de un futuro incierto. El horror.