No, señor Sánchez, no. El problema de su participación en aquel Sálvame no tuvo que ver con el público del espacio. Cuenta usted en Manual de resistencia, esa heteroautobiografía que le ha escrito Irene Lozano, que la idea de intervenir en el programa de Telecinco -tras el enfado de Jorge Javier Vázquez con el PSOE por el lío del toro de la Vega- le había provocado dudas iniciales, ya que temía que el público de Sálvame estuviera compuesto por "mujeres mayores e incultas". Finalmente se decidió a hacerlo, según la misma Irene Lozano ha escrito en el libro que usted mismo firma, porque tal probabilidad no era del todo segura, y porque, incluso siéndolo, los votos de las mujeres mayores e incultas valen tanto como cualquier otro.

Pero es que, en este caso, el problema de Sálvame se encuentra en el espacio en sí y no en su público. Todos entendemos la dimensión política de ciertos programas -los informativos son el ejemplo más claro- y tendemos a pensar que otros contenidos carecen de ideología, forman parte de un mero entretenimiento que carece de una lectura política. Pero no es así. Nada hay más malvadamente -por lo disimulado- ideológico que el entretenimiento, en particular, la telebasura, y el programa estrella de Telecinco, presentado en aquel entonces por Jorge Javier Vázquez -lo vean mujeres mayores e incultas o jóvenes catedráticos de cirugía maxilofacial-, era y es un desfile de valores antisociales, sexistas, irracionalistas, individualistas, muy muy muy conservadores, que su dicharachera intervención contribuyó a blanquear y validar.

Supongo que usted defenderá que el voto de los espectadores de Cuarto milenio, el porno o la Santa Misa valen tanto como cualquier otro, pero eso no impide que la posibilidad que tenemos de verle mezclado con esos contenidos sea cero. Comprendiendo su interés por llegar al sector electoral de las mujeres mayores e incultas, no se entiende, por el contrario, el vehículo que eligió para ello. No, por favor, no me conteste. Deje descansar a Irene Lozano.