El Gobierno surgido de la moción de censura presentada por Pedro Sánchez a Mariano Rajoy ha causado muy buena primera impresión a la mayoría de los españoles. Incluso entusiasmo. No ha pasado desapercibida la solvencia de los nuevos ministros, ni tampoco la experiencia que muchos de ellos atesoran en la gestión pública. Si a los méritos personales se le suma el buen hacer del equipo de comunicación del líder socialista a la hora de ir filtrando sus nombres, la expectación generada y otros guiños, se puede afirmar, sin miedo a equivocarse, que el jefe del Ejecutivo ha iniciado su andadura con bastante éxito. Sin embargo, la acertada puesta en escena no ha permitido esfumar las dificultades a las que se va enfrentar el Gobierno de Sánchez a partir de ahora. Si quedaba alguna duda, el líder de Podemos, Pablo Iglesias -su principal aliado en la moción de censura-, ya se ha encargado de recordarle que o se muestra más generoso con la formación morada, algo no siempre asumible, o se enfrenta a un auténtico calvario. Por su parte, el Partido Popular -fuerza con mayor número de escaños en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado- se mantiene al acecho dispuesto a llenar de obstáculos el camino. Y es que no hay que olvidar los escasos apoyos parlamentarios con que cuenta el nuevo Ejecutivo, 84 de los 350 diputados. La apuesta de Sánchez por el diálogo y el consenso es un buen propósito, pero solo eso. Su margen de maniobra es escaso y la política de gestos puede ser recomendable en determinados casos, pero gobernar es algo más, hay que pasar a los hechos.

La primera prueba del nuevo Gobierno es sacar adelante los presupuestos generales del Estado de 2018, aprobados por el Congreso, gracias al respaldo de PP, Cs, PNV, CC, NC, UPN y Foro, y aún pendientes de que el Senado les dé el visto bueno. La anunciada introducción de enmiendas por parte de los populares provocará el regreso de las cuentas a la Cámara Baja, con el consiguiente peligro de que estas se queden estancadas por la falta de apoyos. Una situación injustificable a estas alturas del año y, en el caso concreto de Canarias, inasumible, pues cercenaría una buena parte de los derechos conquistados por las Islas tras largos periodos de negociaciones en los últimos meses. Es en estos momentos cuando hay que demostrar si realmente se defienden los intereses de esta tierra o no. Los diputados y senadores elegidos en este Archipiélago van a quedar retratados con su posicionamiento y su voto. No caben excusas ni dar un paso atrás.

Junto a los presupuestos estatales, Canarias estará muy atenta a que las Cortes refrenden el REF económico y el nuevo Estatuto de Autonomía. El presidente del Ejecutivo autónomo, Fernando Clavijo, mostró esta semana su confianza en que antes de que acabe el año, en torno al mes de noviembre, ambos documentos estén aprobados. En este caso, tanto PSOE como PP deben demostrar que su política estatal de cara a las Islas no es una cuestión coyuntural, sino que se fundamenta en su interés real por Canarias, lo que prevalecerá a sus diferencias.