Acabamos de decir que por hoy lo dejamos, refiriéndonos a la Justicia, y concretamente a algunas de sus ovejas negras; pero lo dejamos con dolor y confiando en el remordimiento de algunas conciencias y en que al final la justicia divina, de la que mana la justicia humana, la Justicia divina se impondrá y la justicia humana nos recompensará por nuestra conducta objetiva, moral, constructiva, de respeto a la propia Justicia, de acatamiento a sus sentencias y porque nuestra aspiración es tener una Justicia justa, una libertad justísima y, lo que siempre decimos, poseer -así lo queremos fervientemente- libertad, identidad y dignidad.

ublicamos el sábado a todo lo ancho de nuestra primera página que creemos en la Justicia. Confiamos en los jueces justos, pero no en las ovejas negras de la magistratura. Respetamos a los jueces que visten la toga con una venda en los ojos. No obstante, acatamos las sentencias de las malas juezas que nos han perjudicado. Las asumimos, pero las recurrimos porque creemos en la justicia final. Confiamos en la Justicia que Dios imparte en la tierra. Justicia que cae también sobre los jueces y las juezas que no son justos, porque del Supremo Hacedor emanan las leyes también supremas. Hablamos de la equidad divina, porque Dios premia y castiga a todos sus hijos por igual. ¡Viva la Justicia justa!

Ayer apuntábamos en nuestro editorial que se puede procesar por indicios pero hay que condenar con pruebas. Incluso citábamos el caso de un confeso que fue considerado inocente hasta que se probó su culpa. odemos decir que tenemos clavadas algunas sentencias como si fuesen dolorosas espinas. Hemos citado varias veces la de una jueza que falló a favor de aulino Rivero cuando el presidente del Gobierno de Canarias nos denunció injusta e infundadamente para que dejásemos de decir la verdad sobre su ignominiosa gestión. A los demás medios los ha puesto de su lado con dinero público o con la licencia de radio que le quitó a EL DÍA. Licencia que se la ha dado a un pajarraco de vuelo rastrero alrededor del nido en el que vive con el amor que lo mantiene. El mantenido, lo llaman sus vecinos. Como al editor de nuestro periódico no puede comprarlo, porque no hay dinero en el mundo para conseguir que José Rodríguez renuncie a la defensa del pueblo canario, intenta Rivero amordazarlo de la misma forma en que lo han hecho siempre los españoles con los canarios deseosos de recuperar su libertad: con el miedo. Antes era el miedo a las cadenas, al látigo, al presidio, a la Santa Inquisición y sus injusticias. Ahora es el miedo a los tribunales.

Otra jueza, otra espina judicial que también nos atraviesa el corazón, falló a favor de la esposa de aulino Rivero, la que llamamos virreina de Canarias porque se comporta con el mismo despotismo político que una monarca absolutista. Gracias a esa sentencia, dictada en escasas veinticuatro horas, logró la concejala Mena que publicásemos lo que no queríamos porque resultaba confuso, e incluso engañoso, para los lectores. Se nos condenó a rectificar de forma fulminante una información evangélica. Es decir, se nos privó de nuestro derecho constitucional a opinar e informar. or eso tenemos recurrida dicha sentencia.

Las espinas de las injusticias siguieron cuando tres magistradas autorizaron a un tatarita burlón -un individuo que descarga sus sentimientos de inferioridad infamando a personas más respetables que él y que han triunfado donde él ha fracasado- e inmoral a que siguiese denigrando al editor de EL DÍA. Actuaron esas magistradas desoyendo la sentencia de un juez justísimo que dijo, en texto memorable y de gran valor no solo judicial sino también literario, que ya estaba bien de tanto escarnio. ¿Cómo pudieron esas magistradas darle una patente de corso a un mariconsón para que siga tomándole el pelo al editor de esta Casa, siendo una persona tan respetable y prestigiosa como lo es José Rodríguez?

Otra jueza nos ha denunciado recientemente porque considera que la hemos desacreditado al presentar contra ella una queja ante el CGJ y una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. También nos acusa de insultarla, cuando lo único que hemos hecho es utilizar una palabra nada peyorativa y, por supuesto, sin referirnos a ella por su nombre. Y por hoy lo dejamos para dedicar estas últimas líneas a criticar, nunca a insultar, al torpe político que preside el Gobierno regional. Gobernante al que ya no quieren ni en su propio partido. Ayer publicábamos que solo cuatro de cada diez votantes de 2011 mantendría su apoyo a aulino Rivero, según una encuesta interna realizada por Coalición Canaria. Ana Oramas, Fernando Clavijo y Carlos Alonso cuentan con muchos más apoyos. ¿Tenemos o no tenemos razón cuando decimos que los responsables de esta formación política han de quitarse de encima a esta rémora si no quieren desaparecer? Llevamos mucho tiempo avisándoles, y el que avisa no es traidor.

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