Continuará...

El fin, muy cerca está... cantaba en la radio Frank Sinatra mientras yo iba recogiendo y limpiando, ya de día, después de que marchara el último de los noveleros que aguantó estoicamente la última noche de carnaval a pesar de una lluvia que, por momentos, se unía a la fiesta.

Llegó el domingo de piñata y con él, los últimos coletazos de un Carnaval que, desgraciadamente, pasará a la historia como aquel en el que un joven perdió la vida en una pelea. Por si fuera poco, también lo recordaremos como el año en el que llovió casi a diario, en algunos actos oficiales, y en los bailes nocturnos. A muchos carnavaleros se nos queda un sabor agridulce que hace que guardemos nuestro disfraz en el baúl de Don Carnal, con la esperanza de que el año que viene podamos disfrutar de una edición más afortunada. La participación, un año más, ha sido elevada, pero con un tiempo más apacible, hubiera sido mayor.

Hoy espero un día tranquilo; así podré seguir recogiendo, limpiando, guardando mercancía y será entonces cuando recordaré lo que han dado de sí estos casi cuarenta días de trabajo; de conversas, de debates, de visitas inesperadas, de brindar con los premiados, de consolar a quien no obtuvo galardón por su trabajo. Y mañana lunes, cerraré la persiana y me iré a ver a mi viejita, que tanto ha trabajado rellenando garbanzas para mis clientes; ¡que sería de mi negocio sin ella! Ahora toca esperar a la próxima edición, en la que Santa Cruz será epicentro del Carnaval y mi Cantina continuará.