Llover a gusto de todos

Media isla ha estado con un ojo en el armario de los disfraces y el otro ojo en el cielo

Actuaciones de la Ni Fú-Ni Fá y Los Fregolinos

Actuaciones de la Ni Fú-Ni Fá y Los Fregolinos / María Pisaca

Pedro Mengibar

Pedro Mengibar

Santa Cruz de Tenerife

Esta DANA que está aguando el carnaval, nos está dejando un sabor agridulce a todos los que vivimos los trescientos sesenta y cinco días del año esperando la llegada de don Carnal. Desde el pasado domingo en que cayeron las primeras gotas molestonas, cuando Los Fregolinos empezaron a entonar el himno del Carnaval, media isla ha estado con un ojo en el armario de los disfraces y el otro ojo en el cielo.

Resulta curioso que llevamos desde navidad con un tiempo casi veraniego y desde que el carnaval asoma el jociko, empieza a caer agua y, para muchos, las ganas de fogalera corren calle abajo rumbo a una alcantarilla. Anoche mi cantina se convirtió en el refugio ideal: Unas garbanzas rellenas de conejo en salmorejo de las de mi madre, medio litro de caldo de Ravelo, el calorcito de la gente, el techo de mi negocio y las conversas hasta las tantas... lo más parecido al paraíso.

De madrugada vino mi compadre Julian el Pepino, más contento que unas pascuas porque tiene fincas en el norte y dice que, cuando llueve así, cae oro molido del cielo; otro amigo, Pancracio el Quintal, siempre dice que, lo que está cayendo del cielo, son millones de euros. Teniendo en cuenta que estamos en emergencia hídrica, esto es una bendición para la tierra, a pesar de nuestra fiesta. Entre los que se disfrazan y maquillan sin saber si salir o no salir, y los agricultores dando saltos de alegría; esto es como los premios del carnaval, que nunca llueve a gusto de todos.

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