La cantina ilegal

La final más fanática

Ragüel Chávez, de Trapaseros (derecha), junto a uno de los miembros de la comparsa de Martínez Ares, celebran el primero.

Ragüel Chávez, de Trapaseros (derecha), junto a uno de los miembros de la comparsa de Martínez Ares, celebran el primero. / María Pisaca

Pedro Mengíbar

Que buen ratito pasé el viernes noche, especialmente en el momento de la teórica deliberación del jurado, paseando por la terraza del recinto, moviéndome entre suéter y suéter de murga, aprovechando que había dejado mi Cantina en buenas manos.

Mientras el jurado sumaba puntuaciones, que no deliberaba, yo me paseaba por el recinto donde mucha gente me pedía mi opinión y aprovechaban para darme la suya. En una final cuyo primer premio estaba más reñido que nunca, la mayoría se decantaba por Trapaseros por la final histórica que hicieron: dos temas para enmarcar. Claro, es que esas canciones no se pueden cantar luego en la calle, decían unos; mientras otros argumentaban, ... es que para el resto del Carnaval no vendrá la comparsa de Martinez Ares a cantarle a un teórico pique con Cadíz que realmente no existe. En otra esquina discutían dos aficionados porque uno de ellos le daba el segundo premio a Irónicos, en concreto por su segunda canción, algo que el otro le rebatía, que el tema estaba muy bien pero para el programa Taifa y Candil, con lo que yo no estaba de acuerdo.

En otra esquina, dos fulanos opinaban que Bambones había cantado un primer tema de cinco estrellas y un segundo en el que, se salieron de su estilo, y nos dejaron a muchos, desnudos de identidad. Y mientras todas estas conversas sucedían, yo sacaba mi tarjeta del bolsillo, a ver si me podía pillar una caña y un perrito, para pasear por la terraza y, disimuladamente, disfrutar de la crónica de la final más fanática.

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