Apoyar a la cantera

Pedro Mengibar

Pedro Mengibar

Santa Cruz de Tenerife

Interesante discusión la que tenían en la mesa del fondo Nacho el Piojo, Lalo el Corbata y Berto el Laja. Versaba su conversa acerca de la asistencia de público al concurso de murgas infantiles. Unos decían que no tiene solución y otros que, si se quiere, se puede. Yo estoy más con los primeros.

En muchos aspectos de nuestra vida lo que se impone es la comodidad y van apareciendo modas en las que la gente prioriza lo que le interesa y si puede quedar satisfecha con el mínimo esfuerzo, pues poco más hay que añadir. En el concurso de los niños ya hace años que se ha impuesto una dinámica que da pena, pero contra la que poco se puede hacer. La murga que va a cantar aparece en el recinto una hora antes, junto con sus familiares, amigos y aficionados; y tan pronto terminan de actuar, cogen la guagua y se van todos de vuelta a su local. Por eso, excepto las dos horas previas a la entrega de premios, el recinto ferial, con muchas sillas vacías, es un ir y venir de gente, tanto, que da la sensación de que el escenario está instalado en la mitad de la calle del Castillo.

Este año se ha notado algo el incremento de público gracias a la gratuidad de las entradas que decidió Fiestas pero seguimos lejos de ver un recinto a reventar como ocurre con las adultas, que gozan de mucha más gente aplaudiéndoles cuando, aunque no van a su concurso, cantan que a la cantera hay que apoyarla.

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