La casa del poco Carnaval

Tremendo cabreo traía Lorenzo El Alpargata después de asistir a la presentación del libro Cuentos de Carnaval, que hizo mi amigo Ali, en la Casa del Carnaval. Se apalancó en una esquina de la barra y me volvió loco de la cabeza, aunque con razón. El que fue creado como sitio para albergar un centro de visitantes, génesis del museo del Carnaval, donde se pudiera mostrar nuestra fiesta y hasta recrearse en ella, gracias a la tecnología, parece un cuarto de aperos que carece de interés.

En la entrada, una colección incompleta de carteles del carnaval; luego, dos o tres trajes de candidatas a reina sin la mitad de su fantasía; en la sala Suspi, lo que parece ser una exposición de la Fufa, pobre y de poco atractivo y, luego, la sala permanente, con el mismo contenido desde su apertura y los trajes de los ganadores del año anterior, la única novedad en toda la casa.

El Alpargata salió de allí echando chispas y asegurando que al sitio le hace falta una dosis de cariño que, si la Sociedad de Desarrollo no puede dárselo, podrían encargarle la gestión a Fiestas; seguro que otro gallo cantaría.

Es tal la dejadez y el desconocimiento que, no hace mucho, aprobaron por unanimidad una moción plenaria del PSOE para crear un centro de archivo y documentación en la casa, algo que ya existe desde su apertura. Con este panorama, los extranjeros seguirán alucinando con la mitad de tres trajes de reinas mientras los amantes del carnaval la seguiremos llamando La Casa del poco Carnaval.