El desembarco de Los Indianos desborda la capital palmera

Santa Cruz recupera la fiesta inspirada en los emigrantes retornados a la Isla Bonita

Santa Cruz de La Palma ha vuelto a vivir su día grande. El Carnaval es la celebración anual que tiene marcada en su lunes una cita sin igual en el resto del archipiélago. El Día de Los Indianos se configura como una auténtica explosión de sonidos y ritmos, vinculados a Latinoamérica y al fenómeno de la emigración, donde el blanco de los vestidos y el polvo talco se convierte en el color predominante. Este año más que nunca, desde primera hora de la mañana las calles se colapsaron de indianos de todos los estatus sociales. De un lado, aquellos ricos que simulan haber hecho fortuna en su aventura; de otro, los que no hicieron ese dinero simulado y regresan con más pena que gloria a su Isla de origen.

Esa es la parodia en la que no hay espectadores. Todos participan, aunque en una celebración que ha vivido una afluencia más masiva que en ediciones anteriores, los autóctonos huyen hacia las plazas descentralizadas y alejadas del centro neurálgico. Las plazas de La Alameda y Santo Domingo acogen cada año a aquellos que por aforo no caben en la renombrada Plaza de La Habana.

El desembarco de Los Indianos desborda la capital palmera

Llegada de la Negra Tomasa / Texto: Ramón Pérez Fotos: R. Pérez / E. D.

Es una cita en la que para las autoridades resulta muy difícil estimar el número de personas que llegan a Santa Cruz de La Palma, sobre todo por ese concepto de descentralización de la fiesta. Cada rincón ya acoge los ritmos de los sones, a los grupos llegados de todas las Islas y, también a los jóvenes que buscan algo más que una fiesta de carácter familiar vinculada con otros tiempos.

Hay que tener en cuenta que Los Indianos cambiaron su esencia hace tiempo; ya casi no se encuentras las tradicionales parrandas en los rincones de la capital palmera, que con sones, guarachas y guaguancós animan el día por excelencia del carnaval palmero. La música tradicional cubana sigue sonando en los escenarios, donde agrupaciones locales y otras venidas de fuera hacen disfrutar al empolvado público. Pero otras historias se viven en los bares y terrazas habilitadas para este día, donde la esencia musical se pierde por otros ritmos modernos y del gusto de los más jóvenes.

El desembarco de Los Indianos desborda la capital palmera

Día de los Indianos / Texto: Ramón Pérez Fotos: R. Pérez / E. D.

El momento culmen, otro año más, la llegada de la Negra Tomasa a esa Plaza de España, un espacio en la que desde hace varias ediciones se controla el aforo y donde se ha evolucionado a un espectáculo guionizado pensado para la retransmisión televisiva.

Ese momento lo marca la llegada de Víctor Díaz Sosó. Ya son más de 30 años de Negra Tomasa, y con sus 82 abriles a cuestas. No defrauda, sigue cargado de energía para romper el ritmo de los sones del himno Sangre Indiana, compuesto por Francisco Medina, y que pone en valor el término de indiano.

El significado de indiano

Y es que a lo largo de la historia isleña, el término indiano ha definido en Canarias al emigrante natural de las Islas que ha regresado de América, especialmente de Cuba o Venezuela, documentándose este uso léxico en las hablas insulares desde al menos el siglo XVIII. Esa es la base de esta fiesta. Con el tiempo, estos migrantes retornados al suelo patrio, en su mayoría procedentes del área caribeña y provistos de considerables caudales amasados durante sus estancias americanas, acabarían adoptando, en muchos casos con razón, un significado simbólico que la mentalidad popular asoció a la fortuna. Desde lo simbólico hasta la conversión definitiva del indiano en un mito –siempre desde la perspectiva del sentir común–, sólo hizo falta dar un paso.

Cuenta el historiador Víctor Hernández Correa que esta mitificación de la figura del indiano no fue casual, «sino que respondía a la confluencia de varios ingredientes fundamentales que a menudo se daban, si no en todos los casos, sí en una mayoría suficiente».

Ese emigrante isleño retornado llegaba a las Islas enriquecido por sus actividades comerciales o agrícolas e incluso por los cargos de relevancia política o militar desempeñados en distintos puntos del continente. Decir, por tanto, indiano era sinónimo de próspero. En algunos casos, los emigrantes no reanudaban el tornaviaje a las Islas, pero las constantes remesas de dinero o los envíos de cacao, tintes naturales, tabaco, oro, plata o esmeraldas, que disfrutaron sus parientes y allegados en esta otra orilla, contribuyeron igualmente a asociar al emigrante canario en América con las nociones de opulencia, profusión y bienestar.

Y eso sirvió para configurar una representación que, año tras año, sorprende por el atractivo que genera entre más y más visitantes. Algo casi imposible de organizar y en el que cualquier empeño por controlarlo se desborda.

El verdadero protagonista de esta fiesta sigue siendo el polvo de talco, así como algunos grupos también se han convertido en referentes de una fiesta que han visto pasar los años. Siguen estando ahí. Sin duda, el cañón de polvo es uno de los elementos reconocibles del Día de Los Indianos. Ellos estaban ahí cuando esta era aún una fiesta familiar. El grupo liderado por Juan Roberto Medina cumple en este 2023 un total de 31 años causando terror con sus andanadas de polvo, pandemia mediante.

Sigue siendo una de las imágenes icónicas de este día. Delante de su objetivo se sitúan cientos de incautos que tras el disparo tienen que buscar una salida a la enorme nube de polvo que se genera. Cada año bajan desde Breña Alta más 200 kilos, que no llegan nunca a gastarse. Aún siguen tirando de las reservas que aglutinaron desde hace una década, tras una compra de más de una tonelada. Juan Roberto siempre recuerda que «el polvo de talco no caduca».

Una de sus víctimas es Andrea Pérez, que llega a La Palma desde Talavera de la Reina (Toledo), aunque desde hace siete años trabaja en un bufete de abogados de Madrid. Es su primera visita a la fiesta de Los Indianos. La conoce por lo que le ha contado una compañera de carrera, natural de la Isla, y no ha querido dejar pasar la oportunidad para vestirse con las mejores galas, aunque reconoce que en estos días ella viene vestida «de pobre»; es la «esclava» de su amiga.

Para ella todo lo que tiene que ver con este día no ha dejado de sorprenderla. «No me esperaba una fiesta como ésta», reconoce. «Es impresionante la pasión con la que todo el mundo disfruta», lo que la ha convertido en una verdadera fiel de este día. «A partir de hoy no voy a faltar ningún día», apunta. «Siempre que me lo permita el trabajo vendré a La Palma», reitera, aunque recuerda que en la Península no son días festivos, por lo que «voy a tener que reservar mis vacaciones con tiempo».

Una fija en la fiesta

El motivo principal de esta fiesta es la celebración de los tiempos de migración. Podemos vincularlos a mediados del siglo pasado, pero actualmente, de otra manera, también es un motivo para regresar a la Isla. Una de esas emigrantes del siglo XXI que regresa a la Isla desde Gran Canaria es Julia de Palma. No deja pasar ni una cita con Los Indianos. Incluso fue de las pocas personas privilegiadas que llegó a La Palma en la última celebración de este día el pasado 2020.

Aún tiene familia en la Isla, lo que le facilita el alojamiento, pero eso no evita que tenga que buscar la manera de llegar a La Palma en unas fechas en las que las plazas de avión y de barco se agotan en cuanto salen al mercado. Hace tres años, aquel de la calima precovid, «tuve la suerte de ser de las últimas personas que pudo embarcar en el último vuelo», cuando muchas se quedaron en los aeropuertos a la espera de una plaza que no se materializó por las cancelaciones. Eso le sucedió a parte de su familia, lo que hace que tengan muchas más ganas este año. Julia pone como ejemplo a uno de sus primos, que terminó de trabajar en La Laguna a las 16:00 horas «y se fue para el aeropuerto para unirse a nosotras».

Julia también pone de relieve la «enorme cantidad» de indianos llegados desde todos los puntos del archipiélago. «Ayer –por el domingo– me di una vuelta por la capital y me pareció que había la misma gente que en el año 2020». Sin embargo, «hay demasiada gente, parece que la Isla se va a hundir». Es crítica también con que Los Indianos, que dice «se han convertido en un macro botellón». En un día en el que se celebra la parodia, precisamente la crítica debe tener también cabida. Por eso, Miguel Rodríguez, palmero de la capital insular, reconoce que «he venido a divertirme y me ha sorprendido encontrarme una fiesta llena de prohibiciones». Y es que se lamenta de que «no se puede acceder a la playa, no se puede aparcar, no se puede pasar por la Calle Real porque hay seguridad privada». Un asiduo de cada año insiste en que «nunca había visto esto y ahora me sorprende». Incluso va más allá cuando recalca que «aquí falta gestión de las cosas y de las personas, y sobran prohibiciones».

Este es un año para que quienes se habían quedado con ganas en ediciones anteriores regresen a su fiesta. Es el caso de Tobías Rodríguez, natural de El Paso, quien disfrutó sus primeros indianos estrenando los 18 años. Por culpa de la pandemia no ha podido estar en las últimas tres ediciones. «Me sorprendió la devoción de la gente de Santa Cruz de La Palma a su fiesta». Apunta que «no tenía esa perspectiva desde mi municipio» y valor que «además de fiesta, Los Indianos es cultura y tradición».

Las prohibiciones

Tobías, al igual que Miguel, se mostró sorprendido por la cantidad de prohibiciones. «Entiendo que quieran garantizar la seguridad de todos, pero una cosa es organizar y otra es que me digan por donde tengo que caminar», añade.

Y es que el Carnaval de Santa Cruz de La Palma cuenta también con la falta de los tradicionales quioscos por decisión del Ayuntamiento local. Esa es otra de las cosas que echa de menos otra vecina del barrio capitalino de Velhoco, Carla Méndez. Ella también «tenía muchísimas ganas» de volver a disfrutar de Los Indianos después de 2020 tras haber pasaso dos años sin poder celebrarlos. «Creo que había y hay ganas de volver a salir a la calle y disfrutar de los Indianos, que es una de las mejores fiestas de la Isla durante el año», y reconoce que «me gusta muchísimo más la fiesta y el ambiente que hay por la mañana» y, por eso, «siempre intento bajar pronto para aprovechar el buen ambiente con amigos».

Lo que dice no entender es la decisión del Ayuntamiento «de sacar los quioscos». Considera que esa medida «no beneficia ni a la gente que viene a pasárselo bien ni a los propios establecimientos». De hecho, «algunos me lo han comentado, que no lo entienden», y apunta a que «se cargan un poco la fiesta; eso y cambiar el horario del desembarco».

Por último, Carla considera que hay partes de la esencia de la fiesta que se mantienen, pero hay otras que «debemos conservar, especialmente las personas de aquí», porque «se lo están cargando; espero que se den cuenta».

La capital parodia el regreso de acaudaladas personas, al ritmo de los sones caribeños, la indumentaria tradicional, los polvos de talco y las ganas por disfrutar sin restricciones del mejor lunes del año.