Cantina ilegal

El accésit

Murga Burlonas

Murga Burlonas / Andrés Gutiérrez

Pedro Mengíbar

Anoche, acabado el concurso de agrupaciones musicales, pasó por mi cantina mi amigo Marichal. El hombre salió del recinto con un medio jilorio que lo llevó directamente a mi negocio a mandarse un plato de garbanzas de las de mi madre, condumio que se largó como si el mundo acabase mañana.

Me divirtió la conversa con Marichal porque es un apasionado del carnaval, enamorado de las murgas y, como digo yo, un romántico de nuestras carnestolendas. Estuvimos analizando la pasada final de murgas y, para mi sorpresa, más que su disconformidad con los premios, se fue indignando a medida que me contaba la razón de la entrega de un accésit. Y es que, a pesar de que la RAE lo denomina como el puesto cercano a un premio, no fue esa finalidad con la que se creó en el mundo murguero. El accésit nació en el genero crítico para compensar a aquel grupo que estaba tan cercano al tercer premio y generaba tantas dudas, que merecía un reconocimiento especial del jurado. Con el paso del tiempo, ha llegado a ser tan incoherente su concesión, que hubo muchos años en los que las propias murgas pidieron a la organización que no se entregara porque ésta lo consideraba más un cuarto premio al uso, que casi un empate con el tercero.

Actualmente, en todos los concursos y apartados, entregan el cuarto premio como uno más. Hay casos como el de este año en el que Burlonas lo celebró con alegría mientras que, a muchos, nos supo a poco. Si por mí fuera, volvería a darle la excepcionalidad a la regla, lo que le da más valor; es más, si yo me presentara a un concurso gastronómico, no tengo claro que me quedaría contento si a las garbanzas de mi madre, solo le dan un accésit.