La comparsa Tabajaras acaba de poner en marcha la primera Escuela de Samba de Canarias, en una iniciativa que pretende atraer nuevos componentes a los que le oferta formación de la mano de los maestro brasileños Wellington Santos y Vanderson Baobá.

El primero inició su formación musical en la Escuela Creativa de la Banda Olodun, declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad, además de ser músico titular en bandas como Mirim, Bora Bora o Swing Magia, además de haber militado en la gira de grabación con Michael Jackson, así como en giras que le llevaron por Japón con el saxofonista Sadao Watanabe en 2002 y en el verano de ese año en Alemania con la Banda Olodun además de participar en festivales de la cadena de televisión Globo con artistas de la talla de Xuxa o Carlinhos Brown.

Afincado en Tenerife desde hace diez años, se adentró en eventos del Carnaval hasta el punto de haber sido jurado del concurso de Ritmo y Armonía de comparsas en 2018, además de ser director musical de bandas tinerfeñas como Axéndaum, Batucada Sol del Sur o grupo de samba, como en la actualidad con Sambagode.

En el caso de Vanderson Baobá, cuenta con el aval de haber participado en grandes musicales como Tarzán, El Rey León o haber formado parte del famoso grupo de danza y percusión Israelí Mayumana. Su exitosa carrera le ha abierto las puertas en programas como El Hormiguero o Dance With Star en Holanda e Israel. Al igual que ocurre con Vanderson Baobá, ambos se formaron en las prestigiosas escuelas Mamulengo da Bahía, Escolar Olodum y Balé Folclórico da Bahía.

Desde el pasado día 20 de septiembre arrancó esta travesía que adentra tanto a los percusionistas de Tabajaras como a otros cinco que se han sumado en los ritmos de la samba reggae, samba batucada, merengue, levado, tamaquinho, entre otros.

Celso Hernández, presidente de la comparsa de Tabajaras desde 2007 –cuando tomó el testigo a quien considera su maestro, Juan Carlos Fuentes–, admite que conoció a Wellington Santos a raíz de que fuera jurado de Ritmo y Armonía y echó mano de internet para localizarlo. Hasta ahora los percusionistas de las comparsas se han formado como un copia y pega, por lo que vio los cielos abiertos cuando los dos percusionistas, de cuna brasileña, accedieron a abanderar la instrucción en esta primera escuela de samba de Canarias con la que ya han celebrado seis clases/ensayos.

Componente en 1994 de la murga infantil Carricitos, con la que ganó el primer premio de Presentación cuando los niños de Ángel González Ramos vistieron la recordada fantasía de bomberos, Celso Hernández recuerda que tras ese año le gustó tanto la percusión que decidió entrar en una comparsa: Tabajaras, en 1996, de la que desde 2007 se convirtió la dirección justo en un momento de vida o muerte; pues la formación de cuerpo de baile y parranda y debatía entre cerrar las puertas o, si conseguía quien quería continuar el proyecto, seguir con la trayectoria que había iniciado en 1983.

Tabajaras marca el compás con percusionistas de Michael Jackson y Carlinhos Brown

«Lo más bonito es que aquí todos aprendemos por igual, aunque uno toque el bombo o la caja», precisa Celso Hernández. «Todos aprendemos por igual», sentencia, admitiendo que reviven un volver a empezar. «Además, se te abre un abanico que va más allá del Carnaval», cuenta el presidente, en referencia a la posibilidad de actuaciones fuera del calendario de la máscara, otro incentivo para esta formación que cuenta con medio centenar de componentes; quince de ellos percusionistas.

El primer día de clase

El local de Tabajaras, en el antiguo Mercado de La Salud, acogió el 20 de septiembre el primer día de clase de la Escuela de Samba. Nada más entrar, lo más llamativo, una pila de cubos vacíos de pintura que a la postre se convirtieron en los tambores con los que instruye Vanderson Baobá a los participantes de la clase. Lo más curioso, parece que se impone el borrón y cuenta nueva de quienes suman años integrando la percusión de Tabajaras. Y sin embargo afrontan las clases con la inocencia del niño que aprende a hablar, en este caso, a golpear con una baqueta un cubo de pintura.

A falta de arrancar la clase, Celso admite: «Antes las comparsas eran otra cosa; había otros valores, educación, compromiso; ahora no se quieren comprometer y se han profesionalizado, algo que es evidente en las parrandas. Me niego a pagar por la percusión; vamos a seguir como siempre», precisa el presidente, evocando los orígenes de Tabajaras en el antiguo cuartel de San Carlos, antes de llegar a La Salud.

Unos cubos vacíos de pintura y unas baquetas permiten aprender a leer música para el baile

Arranca la clase. Vanderson Baobá se presenta. «Soy de Brasil». A partir de ahí, propone «unificar energía», por lo que a los primeros doce alumnos/componentes les pide ponerse de pie y darse la mano formando un corro. A partir de ahí, aviso a navegantes: «Estamos aquí para aprender», lo que se traduce en que no dará tregua a las bromas, para advertir que enseñará usando terminología inglesa, al igual que le ocurrió a él, para aprender a hablar de música. «Soy un poco rígido; necesita una pauta», advierte, para pedir que coloquen los cubos de pintura delante de unos bancos distribuidos en forma de «V».

Primera lección práctica, coger la baqueta. O mejor, sentir la baqueta. El truco, que cuando se golpee sobre el cubo rebote y regrese a la mano. De ahí la importancia de cómo sujetarla. Pero antes, Vanderson Baobá echa mano de una pizarra para explicar el compás, dibujando un metrómeno con cuatro notas, tantos como golpes deberán dar los alumnos. Eso sí, postura recta; se abre y se cierra la mano para controlar la baqueta, ahora a contar hasta cuatro con los pies y, en un ejercicio de psicomotricidad, manejar con la misma destreza la mano izquierda y luego la destreza. Es el primer día de clase. Comienza así la formación que imparten Wellington Santos y Vanderson Baobá, que se han propuesto que los componentes de Tabajaras transformen los golpes en cubos en compases de percusión que marcan el baile a base de leer música.

Los percusionistas de Tabajaras, más nuevos integrantes, secundan las clases de Vanderson Baobá –arriba–, como si nunca hubieran cogido una baqueta o tocado un bombo.