Cantar bien no es obligatorio para subirse al escenario con una murga, no al menos en el estricto cumplimiento de la musicalidad. No son rondallas, no hay que engañarse, aunque es cierto que hay grupos que son un regalo para los oídos. Sin embargo, más allá de lo que el público –siempre exigente– pueda percibir, lo cierto es que entre el colectivo murguero se hace necesario aprender a cantar. 


Entonar una determinada nota o interpretar a la perfección un acorde es un reto complejo para los murgueros y murgueras. No se trata de profesionales y la mayoría no tiene formación musical, aunque muchos de ellos gozan de talento o de facilidad para la música. Sin embargo, en ese empeño por alcanzar la perfección acústica, el colectivo obvia que aprender a cantar implica algo más que mejorar el sonido que sale de su cuerpo: se olvida de que también tiene que saber cómo usar su cuerpo, su musculatura y sus cuerdas vocales para impedir daños en la voz.

Saben los más cercanos a los componentes de grupos críticos que la afonía es una constante entre los murgueros y murgueras, especialmente a medida que se aproxima la fecha del Carnaval. Lo que quizá no sepan es que no se debe tanto al esfuerzo de tantos meses de ensayo, sino a la falta de hábitos y pautas necesarias para garantizar el buen estado del aparato fonador. María Alonso Fornieles sí se dio cuenta de esta relación. Logopeda y pareja y madre de murgueros, entendió que la forma en la que cantan los componentes de los grupos críticos tiene consecuencias y optó por estudiar el tema en profundidad.

Así, eligió la Afectación de la voz en las murgas como trabajo final en el curso de experto en Método Propiocpetivo Elástico (Proel), que estaba cursando a través de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. La profesional explica que se dio cuenta de que, en el caso de su marido, «era frecuente que tuviera más molestias en la garganta durante el período de ensayos, algo que el resto del año no le pasaba». «Me llamó la atención, sobre todo porque a los niños no les pasa», dice Alonso en relación a sus hijos, Gara y Aray, de Mamelones.

Para ello, apostó por investigar la particularidad murguera y la posibilidad de trabajar los problemas que surgen a través del Método Propioceptivo Elástico, una fórmula de trabajo impulsada en el Centro de Foniatría y Logopedia de Santander hace 25 años y que se basa en cinco fases.

El estudio desarrollado por la logopeda se sustentó en una encuesta realizada a murgueros de Tenerife y Gran Canaria de entre 18 y 64 años en los que, por un lado, inquiría acerca de lo que se consideran factores de riesgo y, por otro, se centraba en los problemas que notaban en el uso de la voz.

De los resultados se desprende que la gran mayoría de los murgueros reconoce que debe esforzarse al cantar, un 93%, y seis de cada diez admite que tiene problemas para controlar el aire mientras canta. En ambos casos, se da la circunstancia de que estos problemas son más elevados a la hora de cantar que cuando se habla. «Son los dos tipos de voz que tenemos y, aunque ambos parten del mismo aparato y de los mismos órganos, el uso que se hace de ellos es diferente», explica.

El hecho de no controlar de manera correcta el aparato fonador o las cuerdas vocales conlleva problemas de salud que, si bien pueden ser leves, ocasionan molestias especialmente si no se tratan. Entre los más frecuentes, parestesia, o sensación de ardor o picor en la garganta, y disfonía, que es pérdida del timbre normal de la voz. Esos son algunos de los problemas más frecuentes.

«Los más afectados que están son los más jóvenes, de 18 a 35 años», afirma Alonso en cuanto a uno de los resultados que más le ha llamado la atención y argumenta que se sustenta en que «no beben el agua recomendable, además del uso continuo de la voz hablada para el desempeño de su profesión».

Y es que en el correcto uso de la voz interfiere no solo la forma en que se canta, sino, también, aspectos cotidianos: hábitos poco saludables o estados de estrés y nerviosismo repercuten en el uso del aparato fonador. Ante estas situaciones, la logopeda lamenta que «muchos desconocen el origen de sus problemas y lo vinculan a que gritan mucho, cuando en realidad se producen por factores de riesgo tales como el tabaco y el alcohol y patologías previas como las alergias». Por ello, anima a los componentes de los grupos críticos a que acudan al especialista, algo que apenas ha hecho el 5% de los murgueros.

Esta cifra es especialmente llamativa, si se tiene en cuenta que en torno al 5% de los componentes de murgas han pensado abandonar la formación ante la reiteración de problemas en la voz. Antes de que esto ocurra, María Alonso recomienda algunas pautas: «Es muy necesario hidratarnos y mantener las cuerdas vocales siempre húmedas», y apunta a que es más efectiva la hidratación «a través de las fosas nasales, a través de vahos o duchas de agua caliente».