Pues ya está; se acabaron los concursos de este atípico carnaval de verano y toca disfrutar de los cuatro días de carnaval en la calle. Días que comienzan esta noche, con un anunciado indulto a la Sardina y que acabarán el Domingo de Piñata, o de Carnaval, en el que más de uno acabará con los pies como salió la noche de la final, si es que la vio desde la zona exenta de asientos; por cierto, una chapuza del equipo de gobierno anterior a la que, curiosamente, el actual le ha dado continuidad.

La mayoría de clientes que frecuentan mi cantina opinan que, si bien ésta siendo poco común, ha servido como balón de oxígeno para tantas empresas, de luz, de sonido, directores, coreógrafos, feriantes, tiendas de complementos, vendedores de tela, músicos, orquestas... que han atravesado una travesía en el desierto y que han visto en esta veraniega edición un pequeño sustento a su actividad. Y es que nuestro Carnaval es cultura, es tradición, es empleo, es arte, es creatividad, es talento, es historia, es tradición, es diversión, es idiosincrasia, es transgresión... es un saco donde se aúnan un sinfín de adjetivos calificativos en el que cada cual encontrará el que más le convenza.

Esta noche sale la sardina y explota el carnaval en la calle. Estoy convencido de que el hecho de no haberlo podido celebrar antes provoque que sea un éxito y las calles de Santa Cruz serán un volcán de diversión y alegría. Y habrá también de los que piensan que la fiesta es boncho y borrachera, y acabarán de madrugada agarrados a una farola con un cenizo de campeonato; algunos, procedentes de una indultada sardina para los que, más que un Miércoles de Ceniza, será un auténtico jueves de cenizo.