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Chancletas marca la primera fase de murgas del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria

Carlos Casanova, letrista del tema más 'parejo' con Chimosos, que se midió con 'Despiskonas' y la alborotada sombra de Zeta-Zetas

Tito Rosales, exdirector de Los Chancletas, durante un momento de la actuació de la murga en la primera fase del concurso en el Carnaval de Las Palmas.

La primera fase del concurso de murgas de Las Palmas de Gran Canaria, que a priori parecía la final adelantada del próximo sábado, no pasó de ser un quiero y no puedo, donde Chancletas, con solo su presencia y el poderío de sus voces frente al resto puso arrasar y sin embarco prefirió batirse por el honor de su director durante más de treinta años y en la actualidad presidente, tras entregar la batuta a José Hernández ‘Noly’, un digno heredero de la saga de Tito Rosales. A partir de ahí, se pueden destacar aristas del resto.La mayor decepción, Melindrosos, la única finalista de 2020 que participa este año. Actuaron en segundo lugar, después de Chismosos, de Guía, y antes de Chancletas, y quedaron desdibujados con tantas voces como componentes. También se esperaba más de Despistadas, de Fefi Betancor, en su apuesta por disfrazarse de Despiskonas, por el marcado estilo de su tema de la factoría Triquikonas. Pero a las chicas que ensaya Julito Alfonso Plasencia les faltó empuje para interpretar más que cantar este tipo de letras de Yerai Lorenzo y Naara Hernández: mitad murga, mitad recreación teatral.

También quedó desdibujada la actuación de Payasos Alborotados. Lo mejor, que tiraron para adelante a pesar del renuncio entre la murga y el que fuera su director y fundador, Jony Alonso. Otra cosa es la simbiosis tipismo y Carnaval del tema, y en particular la duda que siembra el esfuerzo realizado para traer un grupo de murgueros de Tenerife y dejarlos sentados en una silla... Tal vez se podrían haber ahorrado los pasajes. Brito, showman de Zeta-Zetas, intentó tirar para adelante del grupo, y comprobó que el parque no es el recinto ferial.

Lo mejor de la velada, la adaptación del formato a la nueva normalidad para garantizar la celebración del concurso a costa de limitar las actuaciones a un tema en fase, y otro en final, y un máximo de 20 minutos que hizo más llevadera la velada de ayer.

Chancletas tiene méritos propios de final –pese a los reproches a las murgas que decidieron no salir por el covid–, mientras Despistadas dejaron un sabor agridulce. Chismosos, solo dejando la letra sobre la mesa del jurado, tiene méritos para volver el sábado.

El concurso arrancó en el parque Santa Catalina sin lleno a pesar de entrada gratuita con registro de entrada para controlar aforo. El que ha sido maestro de ceremonia en los últimos quince años, Daniel Calero, desveló los miembros del jurado, como es tradición, nada más empezara. En Vestuario, Mila Arana, modista; Montse González, maquilladora, y Carmen Suárez Carrillo, costurera –que repite. En Interpretación, tampoco es la primera vez del productor musical Jorge Soroa ni del cantaudor Sergio Alzola. Los otros seis miembros de ese apartado: Antonio Suárez, director de la Escuela de Actos; Leny González, del programa ‘Alpende’ de Canarias Radio; Pedro Reyes, periodista, fotógrafo e investigador; Elena Izquierdo, directora del proyecto Amarte; Alfonso Saavedra, profesor de Educación Musical, y Cira Rodríguez, musicóloga.

Chismosos (Santa María de Guía, 2014).

A las órdenes de Noelia Vega, la única mujer que dirige a una murga de hombres, y con la armonización de Ary Rodríguez, tándem que ya se embarcó en este proyecto desde el Carnaval 2020, ejecutaron un tema del letrista Carlos Casanova en una interpretación que fue como el vino, cuanto más tiempo pasó, resultó tener más calidad, visto lo visto al final de la noche. Sin deslumbrar, ejecuta un repertorio equilibrado, con tintes románticos del niño que abre su paquete de regalo y salen los soldaditos de plomo en los que se convierten Chismosos. Acabaron por reivindicarse en una manifestación, letra bien estructura, pero con finales atropellados en donde la métrica parecía peligrar, lo que hizo que la actuación pareciera que fuera de más a menos, aunque sin desplomarse.

Estructura de tema tradicional. Hilo conductor de manifestación y referencias al movimiento LGTBI, la sanidad, canto a La Palma o el canto donde repudian los malos tratos y salen en defensa de las mujeres, para intentar entonar, tal vez embargados por la emoción a tantas voces como componentes. Solo la letra tiene preso específico. El trabajo de los componentes evidencia un avance notable que los coloca por encima de la media tabla.

Melindrosos (Copherfam, 1995).

La murga del Norte de Gran Canaria había puesto el listón y parecía que le había dejado el terreno expedito al único finalista del Carnaval 2020, cuando se celebró el último concurso antes del covid. Sin embargo, los de Ernesto Medina mostraron más debilidades que fortalezas en su actuación. Lo mejor, la actuación de la solista; de no haber continuado la murga, tendrían el pase asegurado para el sábado. Hicieron referencias al tercer milenio para reivindicar un estilo de finales del siglo XX, lo que viene justificado porque el confinamiento les restó días de ensayos.

Su tema, un homenaje a los profesionales esenciales de la pandemia, donde igual mentaban a los limpiadores que reprochaban la diferencia salarial con los políticos, o a los Policías, con referencias incrustadas a Quico Rivera y Belén Esteban... Entonan la cara b de ‘Resistiré’ para reprochar que los humanos «no valemos una mierda». Misión casi imposible levantarse a ovacionarlos por dedicar esas perlas. En la serie de homenajes se dejaron atrás a los intérpretes del lenguaje de signos que habrían facilitado entender su letra.

Chancletas (La Isleta, 1980).

Melin le había puesto alfombra roja a Chancletas para llegar y golear, con el añadido de ser la decana del concurso y gozar de la solera que supone tener en su tercera fila, por primera vez, a Tito Rosales, toda una institución. Un coro femenino fue la antesala de lo que estaba por venir musicalmente hablando. Tras una de las bandas sonoras del parque, su pasacalles, entraron a saco con La sombrerería, sin perder el buen hacer musical de Misael Jordán

Una excelente idea para usar como hilo conductor y rendir tributo a los obreros, guardia civiles... Quizás atropellada sin tiempo para asimilar referencias. Pero sonaba bonito. Momento estrella, la chistera para castigar las contrataciones de Carnaval y a los empresarios que benefician, para desmoronarse cuando entrar a censurar a las murgas que no han salido por el covid o con un nuevo homenaje a Tito Rosales, que ya se despidió en 2020, que podrían haber reservado para un asadero en el Louis. Sólo por cómo cantan y la primera parte del tema tienen pasaje para estar en la final, siempre con gorro firme para evitar descalificaciones como la de 2020.

Payasos Alborotados (Lomo Apolinario, 2020).

Comenzaron perdidos y acabaron igual; lo mejor, su tema, por más que parecía más ambiciosa en la idea que en la ejecución, por la dificultad que entraña unir folclore y Carnaval. Alberto Arencibia, componente de Trapasones y director de TrapaStar, resolvió con creces la ausencia a cinco días del concurso de su titular y fundador, Jony Alonso, pero no evitó que Christian Mapesi fuera el director de la murga que se puso delante para que Alberto Arencibia asumiera la parte más folclórica, en medio de mucho ruido, con Brito intentando levantar con un humor forzado al parque o una parodia que solo ayudaba a distraer para no caer en la cuenta de los errores. La canariedad, idea de la letra, es un saco sin fondo en el que cabe todo, con la misma coherencia de quien saca la bandera oficial con la independentista. Solo por mencionar a la RAE ya merecen admiración sus letristas, Roberto Arias y Bruno Pérez. Se marcharon por donde vinieron, en cuanto a calidad se refiere. La letra acabó en un escaldón.

Despistadas (La Isleta, 2009).

Están llamadas a incrementar su currículum de primeros premios de Vestuario por obra y arte de Josué Quevedo. Y hacer historia, por optar a un primero compartido por sus disfraces, el oficial con el que se presentan ante el público, y el que les acompaña en El Cuento, argumento de su tema. Su bella estampa con el escenario contrasta con el parapeto que colocaron delante para generar unas sombras que acabó por dejarlas en la ídem de quienes son. Pasacalle, ganaron enteros, para afrontar una letra, de Yerai Lorenzo y Naara Hernández, que interpretaron con la misma fuerza de una nana. Es lo que tienen los temas de la factoría Triquikonas, que precisan de fuerza y un movimiento milimétrico para que la magia salga del escenario y llegue al público, pero perdieron fuelle. Con el ingenio de Manolo Vieira, que extrae situaciones cotidianas para llevarlas a sus actuaciones, Despistadas cantaron episodios que sortean las chicas, desde las condiciones que les imponen a su pareja, para establecer lo bueno y lo

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