El Carnaval de Tenerife puede con todo. Con la prohibición de una dictadura, la franquista, las reticencias de la beatería nativa y foránea o las restricciones de una pandemia mundial. No fueron muchos, pero algunos se liaron hoy la manta a la cabeza para convertirse un año más en mascaritas.

Pese a que ni había actos oficiales ni nada que recordara a la fiesta de la máscara que en la capital, Santa Cruz, se ha trasladado a junio. Si algo caracteriza a los chicharreros es su relación intrínseca con estos días de febrero. A algunos les habrá sorprendido ver los disfraces por la calle, incluido ese de Jesucristo, cruz y cerveza. incluidos, que sale, además, bastante barato. Pero seguro que no son de esta Isla.

El sábado de Carnaval es el primer día para disfrutar de cuatro jornadas de desenfreno donde cabe todo y de todo. Empezaba este particular calendario ayer con la Cabalgata, pero no hubo Cabalgata porque no se podía celebrar. ¿Y qué? ?¿Dónde está el problema?

Es Carnaval e incluso se mantiene festivo el martes. Hay que aprovechar antes del miércoles de ceniza. Como se pueda porque la unión de este pueblo con su fiesta por antonomasia es imparable. Ni con dictadura ni con pandemia. Da igual.