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Carnaval 2022 | Taller de comparsas

«Los bailarines de las comparsas se comportan como profesionales»

Maite Santos, coreógrafa de Shakira hace 15 años, elogia la entrega de los cuerpos de bailes que muestran en los talleres

La coreógrafa Maite Marcos explicando un movimiento. Delia Padrón

Componentes de las comparsas del Carnaval han disfrutado entre el sábado y el domingo de un taller intensivo de danza impartido por Maite Marcos, la coreógrafa durante los últimos quince años de Shakira, que ha trabajado codo con codo con Juan Manzano, responsable del número conjunto de los cuerpos de bailes en la gala de la elección de la reina. Esta experiencia se volverá a repetir el próximo fin de semana y el objetivo es compartir nuevas técnicas que permitan enriquecer la propia labor de los grupos y también avanzar en la actuación de la gala, ya de cara al mes de enero.

En esta primera toma de contacto, Maite Marcos explica que los más de doscientos comparseros que se han dividido en dos turnos –con una duración de tres hora de trabajo cada uno– le han permitido tomar contacto con el Carnaval chicharrero más allá de la visión que se tiene desde fuera de la Isla, y ha sido coincidiendo con la segunda vez que viene de visita al Archipiélago, en esta ocasión de la mano del director artístico, Enrique Camacho, que ha ofertado esta formación a las comparsas.

El diálogo con Maite Marcos contagia la pasión de quien se dedica por vocación a la coreografía en cualquier faceta; de hecho, admite que la última vez que se disfrazó de Carnaval fue cuando era pequeña. Hasta este contacto con las comparsas chicharreras, para la coreógrafa de Shakira la fiesta de la máscara era una costumbre antigua que tiene su origen en un rito pagano y en la transformación, una tradición que en la Península se ha cultivado más en los colegios cuando llega febrero. En el particular de Tenerife, la referencia la vincula directamente a las noticias que llegan a nivel nacional e internacional cuando se celebra cada edición. «Es un evento social y fundamental para el pueblo canario que lo he seguido gracias a la televisión, pero que el próximo febrero confío en poderme subir con el resto de mis compañeros», dice haciendo cómplices de la actuación de la gala al resto de los bailarines de los grupos, sin establecer categorías.

«He venido muy pura –sin información sobre cada grupo– y me he enfrentado a un colectivo muy numeroso y por suerte he tenido el acompañamiento de Juan Manzano, compañero, colega y amigo. Gracias a él, hemos podido salir airosos de los talleres impartidos este fin de semana», cuenta. «Él lleva años montando coreografías, es medio canario y me he sentido muy cómoda trabajando juntos».

Juan Manzano, entre los bailarines de las comparsas durante uno de los talleres en el Pancho Camurria. | | DELIA PADRÓN

Maite Marcos admite su sorpresa porque «me he encontrado con un grupo numeroso de gente con preocupación por querer mejorar y hacer las cosas bien y, por otro lado, con cierta ansiedad en recibir información y aprovechar el tiempo; ha sido un grupo muy receptivo y muy abierto a recibir información y con muchas ganas. Me he dado cuenta que se lo toman muy en serio. Es un compromiso muy serio porque ellos no son profesionales de la danza», incide.

Más allá de su condición de bailarina y coreógrafa, Maite reivindica su vocación de docente con niños y adultos, porque «es una oportunidad para intercambiar información», y evita subirse en un pedestal edificado en su trayectoria para asegurar que recibe más de lo que da, y gracias a eso monta el aprendizaje de la siguiente clase con lo que se queda en ella.

«No diferencio entre profesionales o no; unos saben más y a otros les suena menos la información, pero estamos ante seres humanos por igual». «Los bailarines de las comparsas se comportan como profesionales, con un rigor. Me ha sorprendido mucho que conservaran el silencio mientras les dábamos las explicaciones. Imagínate, estamos hablando de que estábamos con setenta y cinco personas, que de haber hablado hubiera sido mucho ruido y habría imposibilitado la dinámica de la clase. Y hemos podido aprovechar el tiempo y hemos podido dar un montón de información, que ellos han podido asumir y generar sus propias creaciones que a nosotros nos ha retroalimentado. Me ha corroborado el compromiso que tienen», reitera.

Fruto de la conversación ya en el ámbito personal con algunos de los participantes, Maite reconoce la implicación de los bailarines. «Me han dicho que llega un momento en el año que necesitan el Carnaval, que el cuerpo se los pide, a pesar de que tienen trabajo que les chupan la energía, que tienen su familia, sus quehaceres cotidianos... Y estaban de nueve a doce de la noche, y la mayoría ya había trabajado o luego se iba a incorporar», cuenta con admiración.

«No sé la dimensión de la competitividad, porque no vivo el Carnaval; algunos estaban agrupados porque llevaban camisetas iguales, pero lo que he visto es cooperación, cómo animaban a otros y cómo enseñaban a otros. Había coreógrafos que eran uno más, como nosotros, y entre los integrantes, aunque no fueran coreógrafos, tomaban el rol de líder por momentos. Y escenas de piel de gallina un montón». Ya sueña con su estreno en la gala del Carnaval.

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