La convocatoria de un certamen gráfico sobre la fiesta de Don Carnal, abierto a profesionales, llamó la atención de esta enamorada de “la transgresión”, que encandiló al jurado con dos creaciones. Una, ese mano a mano entre dos murgueros de Marchilongas y Diablos Locos, y la otra, adentrándose en el alma del padre de las murgas de Canarias, Enrique González Bethencourt, que observa desde la atalaya de su sabiduría el pasado y el presente de la fiesta.

El salón de plenos del ayuntamiento de la capital tinerfeña acogió en la tarde de ayer la entrega de los premios del concurso de fotografía profesional y las seis convocatorias amateur que convocó el Organismo Autónomo de Fiestas y Actividades Recreativas en el primer Carnaval virtual de la historia, que se celebró en los meses de febrero y marzo como alternativa a la imposibilidad de celebrar actos multitudinarios, para evitar posibles contagios por el Covid-19. Las obras premiadas se dividen en dos categorías, la profesional y para aficionados, y vienen a ser fotografías inéditas, de los únicos trabajos creados de forma ex profesa para la pasada edición de la fiesta de la máscara junto a la gala de las guardianas y los dos documentales.

La organización designó a Álvaro Armas Dorta, fotógrafo profesional y de Carnaval; María del Carmen Rodríguez Ortega, directora de Arte y Vestuario Teatral, componente habitual de jurados de concursos del Carnaval; y Sandro Morales Burcio, autor del Cartel del Carnaval 2021 y graduado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, como encargados de valorar los trabajos presentados en las diferentes categorías: una profesional y seis para aficionados.

De la mano del alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, y el concejal de Fiestas, Alfonso Cabello, el director artístico del Carnaval, Enrique Camacho, asumió la configuración de la programación inédita, y apostó por dar realce a la imagen a través de fotógrafos profesionales y aficionados que, además, se convirtieron en embajadores de don Carnal, inmortalizando la edición virtual.

Junto a la invitación a participar en la modalidad reina de la convocatoria, el certamen reservado para los profesionales de la imagen, la organización abría la puerta a la frescura del Carnaval de calle, con un guiño nuevo dentro de la programación habitual de la fiesta, como la incorporación de imágenes reservadas para las mascotas, que combinó con la reivindicación de la mascarita tradicional que se encuentra en el entierro de la sardina.

Desde los más pequeños a los nostálgicos de la fiesta. La convocatoria de los concursos fue dirigida para toda la familia y a todas las franjas de edad para mostrar al exterior que el Carnaval chicharrero no tiene edad y en él tienen cabida todos. Y es que en esta edición virtual los incondicionales se subieron hasta los balcones para mostrar, e inmortalizar en imágenes, su pasión en la fiesta, mientras otros se contentaron con rememorar sus noches de Carnaval, o cuando la fiesta también sale de día.

La convocatoria reunió más de doscientas propuestas gráficas que alimentaron la pasión de la fiesta de la máscara que, en la edición virtual, se vivió de otra manera, otorgando a la imagen el protagonismo por el que siempre se ha caracterizado, solo basta con reconocer su valor en los medios de comunicación gráficos y en las diferentes publicaciones, donde los artistas de este arte son los verdaderos cronistas de la evolución del Carnaval.

El magisterio de María Pisaca

Animada por diferentes compañeros de la comunicación, la fotoperiodista María Pisaca (Santa Cruz de Tenerife, 1971) se contagió de la novedad de la convocatoria y presentó hasta cinco alternativas del Carnaval, que están presididas por su concepto de la fiesta: “transformación y trasgresión”.

Profesional del mundo de la imagen, campo en el que se adentró desde que su tío le enseñó el manejo del fotómetro y le confió la primera cámara, Pisaca, conocedora de que el Carnaval es una fiesta muy seria, dio un paso más al frente y, como si de un diseño de reina se tratara, se puso manos a la obra para sorprender y plasmar su propuesta del Carnaval a través del tiempo.

Curioso. Con tecnología de vanguardia, en su trabajo se distingue la esencia de la fiesta: desde ese mano a mano entre los murgueros de Marchilongas y Diablos Locos que enamoraron al jurado y por el que recibió su primer premio de concurso de fotografía profesional, a otra imagen más pura, si cabe, de la fiesta: el padre de las murgas de Canarias, Enrique González Bethencourt, que parece observar la evolución del género estrella de la fiesta, precisamente con uno de los máximos exponentes de la buena letra: Burlonas.

Fueron las dos propuestas a las que se rindió el jurado y por las que María Pisaca acaparó el primer y segundo premio del concurso de fotografía profesional, pero no fueron las únicas. En su apuesta por reinventarse, un espíritu que define la inquietud de esta enamorada de la fotografía, María Pisaca se atrevió a desbordar de movimiento otro soporte, de la mano de una pareja de comparseros que deleitaban al público en el Ritmo y Armonía, mientras que en otra imagen plasmaba el espíritu que encarga la Cabalgata en su encuentro con la calle. Ahí está María Pisaca en su salsa, como desde 1995 demuestra en las páginas de EL DÍA, en su pulso con el ritmo y el vértigo del Carnaval. Haciendo que la imagen tenga la riqueza de una obra de arte y la frescura y de la calle con su apuesta con el movimiento.

Fotoperiodista de EL DÍA, Pisaca ha exportado su visión de la realidad a la otra orilla. Así, en 2013 expuso en Agora Gallery de Nueva York, una experiencia que repitió, de forma virtual, en la muestra en la Galería Artifact. En su trabajo de “andar por casa”, joyas que encontraron el reconocimiento de la Bienal de Fotografía convocada por el Cabildo de Tenerife en 2007, como Arde el Obispado, sin dejar en el olvido la reinvención del Circo Chino o las entrañas del Carnaval, cuando elevó al grado de obra de arte la labor de los diseñadores en la trasera de escenario en las horas previas.

Tal es su magisterio que, cuando montó la exposición con este amplio material, María Pisaca contagió al visitante del mismo grito de admiración que despiertan las maravillosas creaciones artesanales cuando se presentan ante el público. Esa parte de comicidad de la vida, y del Carnaval, también lo reprodujo María Pisaca en otra muestra que quitó la solemnidad y el rigor del protocolo del Parlamento en su visión de los políticos.

“Aprender de todos”

Bajo la máxima de “aprender del pasado y presente”, a María Pisaca no le hace falta asegura que le gusta la fotografía. Su clave del éxito, “aprender de todos”, por más que esa pasión en la que se inició de forma autodidacta y le dio forma académica desde el ciclo superior de imagen y sonido, se ha tornado en una forma de entender la vida. Como quien modela una obra de arte, María Pisaca plasma la esencia de la realidad, en este caso el Carnaval, a través del tiempo.