Luis Dávila es, junto con María Isabel Coello, la cuna de los diseños de los trajes de reinas, un arte que con su sello ha extendido tanto en la rondalla Orfeón, la comparsa Rumberos, la agrupación coreográfica Bohemios, la murga infantil Bambas o la murga Bambones, entre otras formaciones donde ha dejado su impronta en forma de disfraz. La mista edición que protagoniza una exposición con sus creaciones, que se puede visitar en el antiguo convento de Santo Domingo, en La Laguna, el grupo municipal CC llevará al pleno de Aguere la designación de Dávila como Hijo Predilecto de este lagunero de pro.

Luis Dávila Viera es lagunero de cuna. Puede presumir de haber nacido el día grande del Cristo, el 14 de septiembre de 1946; nacido en El Tanque Abajo, donde en la actualidad se localiza la plaza de la Milagrosa. A mitad de camino entre la entonces llamada avenida Calvo Sotelo –hoy dedicada a Torriani– y la propia plaza Milagrosa, ahí estaba su casa, una familia que constituyó su padre, Pedro Dávila Fernández, militar de profesión hasta que decidió cerrar esa etapa y entrar en la Universidad de La Laguna a prestar su servicio como bedel en la Facultad donde se cursaba abogacía; su madre, ama de casa, Paulina Viera Dorta, quien fuera primera hermana de Félix Álvaro Acuña Dorta, quien fuera a la postre alcalde de Santa Cruz de Tenerife.

En más pequeño de dos hermanos, Luis Dávila siempre recuerda cuando su primogénito, Jorge, hizo su primera comunión en Barcelona, coincidiendo con el destino de su padre en la Ciudad Condal, para regresar tres años después a su Laguna natal.

El arte no es casualidad

Conocido como diseñador del Carnaval, antes de su proyección en la fiesta de la máscara, Luis ya se manejaba en el mundo del arte, un terreno que no le era ajeno porque desde pequeño le gustaba muchísimo tanto el dibujo como las manualidades, o hacer los belenes en casa. El arte en Luis Dávila es innato; de hecho, se define autodidacta, pues, aunque cursó estudios de Magisterio, para congraciarse con las aspiraciones de su familia, su inquietud estaban vinculadas con las expresiones artísticas que demostró durante toda su vida al convertir los escaparates de Almacenes Gámez en un punto de peregrinación para cuantos chicharreros o vecinos de otros lugares de la geografía insular se trasladaban hasta La Laguna para realizar sus compras y siempre había que hacer un alto en el altar de Gámez. Junto a Isabel Coello, Luis Dávila es uno de los referentes en la elaboración de las reinas del Carnaval de Tenerife, si bien el creador lagunero pone en valor también a Justo Gutiérrez, alumno aventajado de la costurera María Isabel Coello y que fue el maestro de otro referente del diseño de Carnaval de los últimos treinta años: Leo Martínez.

Luis Dávila se inicia en el diseño de la mano del Orfeón La Paz de La Laguna, donde militó su hermano Jorge y donde fue parte fundamental de su equipo su cuñada, Pilar Negrín. Luis recuerda que comenzó porque la persona que se encargaba de los diseños de la rondalla lagunera que hizo célebre el maestro Manuel Hernández se retiró y un amigo común le invitó a tomar el testigo a comienzo de los años sesenta. Precisamente de la mano del Orfeón, y a través de un amigo común, tuvo la oportunidad de diseñar a la comparsa Los Rumberos. A mitad de aquella década había irrumpido en las calles chicharreras la formación que fundó Manolo Monzón junto a un grupo de compañeros y amigos del Mercado Nuestra Señora de África y Luis Dávila le comentó a un amigo común su inquietud a diseñarle a la comparsa. Dicho y hecho; cuando ya Rumberos llevaban dos años de participación en las calles, un día recuerda Luis Dávila que recibió la visita en su casa de Manolo Monzón y Esteban Reyes, quienes se habían enterado de su inquietud y le invitaron a dar forma y color a las fantasías de la comparsa madre del Carnaval chicharrero.

“La vida es una rueda”. Es una de las frases más recurridas por Luis Dávila para recordar cómo llega a otra formación pionera del Carnaval: de la rondalla Orfeón La Paz, a la comparsa Rumberos y de los ritmos tropicales a la primera agrupación coreográfica del Carnaval: Los Bohemios.

Además de los diseños de la agrupación que lideran en la actualidad Pepín, Peque y su hija Mabel Guiance, Luis Dávila culpa a Los Bohemios de darle la oportunidad de hacerse un sitio, y un nombre, en las galas del Carnaval, que desde 1961 hasta 1976 se desarrollaron bajo el título de Fiestas de Invierno. “Antes ya había presentado con Rumberos alguna candidata, pero era un disfraz similar al que vestía la comparsa”. Con Bohemios se dio un salto un poco más pretencioso, y de hecho logró dos títulos de reinas, más numerosas damas de honor.

En el historia de Luis Dávila le faltaba una murga infantil y cumplió su objetivo de la mano de Mary García, su condicional y una de sus principales fans; también realizó diseños para la formación crítica de El Cardonal, Los Bambones, y abrió un amplio abanico con las agrupaciones musicales que despuntaron desde mitad de la década de los años noventa como Purahey, Gavilanes o Chariraxi. Como apunte, Dávila incluso diseñó al entonces eterno rival del Orfeón, la rondalla Gran Tinerfe, con la que logró dos primeros premios de Presentación; y hasta diseñó carrozas que luego ejecutó el Casino de Tenerife, por invitación de María Isabel Coello. Tocó todos los palos posibles del Carnaval.

Su faceta creativa coincidió, curiosamente, en una época en la que se hacían diseños con los pocos materiales que se podían conseguir y sin las estructuras metálicas por las que ahora se caracterizan las fantasías de las reinas. “Entonces hacíamos trajes que cubrían el cuerpo y vestían las candidatas”, precisa este creador. Y precisa: “Totalmente altruista”, por más que el reconocimiento popular lo haya encumbrado como un referente obligado para entender las galas y la evolución de los disfraces; de los últimos trabajos, la fantasía que vistió Aceviños en 2020, también galardonada; suele ocurrir que Dávila es sinónimo de primer premio de disfraz.

Aunque es defensor de los trajes de reinas, frente a estructuras de las que salen las candidatas cuando acaban de desfilar, Luis Dávila tiene palabras de reconocimientos par sus sucesores en el arte del diseño: hay muy buenos creadores, como Santi Castro, que arriesga mucho, o Daniel Pagés.

Cuando se le pregunta su opinión sobre la propuesta de CC para nombrarlo Hijo Predilecto de La Laguna, reconoce: “No soy amigo de homenaje; si lo han querido así, habrá que acepterlo”.