El Ayuntamiento de La Laguna consolida, por segundo año, su apuesta por el Carnaval sin el rubor de que la programación de la fiesta de la máscara se desarrolle en la segunda semana de Cuaresma y ocupe hasta un antiguo convento de la ciudad. Muestra con orgullo su pasión y presume de ella. 

El alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, parece empeñado en convertirse en la historia de los regidores municipales en el Manuel Hermoso de Aguere, al rescatar –como ya viene realizado desde el año pasado– la historia del Carnaval de la Ciudad Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Sin complejos porque la programación de Carnaval pueda interferir en los actos de la Cuaresma, precisamente en la capital de la Diócesis, La Laguna saca pecho estos días de su historia.

Tres referentes de la Cultura de la fiesta de la máscara son los avales utilizados por el equipo de gobierno de Luis Yeray Gutiérrez y la concejala de Cultura, Yaiza López Landi. Por una parte, el historiador de murgas, Ramón Guimerá Peña, y el presidente del Aula de la Cultura de Carnaval, Pedro Mengíbar, que han convertido la planta alta del antiguo convento de Santo Domingo en un paseo por el medio centenar de grupos críticos de La Laguna a través de una amplia muestra fotográfica y perfectamente identificada.

Joyas rescatadas del ayer no tan lejano, como el traje de la directora de la murga Los Llorones, Araceli Díaz González, que salió en Las Mercedes en 1985 y treinta y seis años después parece que es la primera vez que existió para algunos de los primeros asistentes a la celebrada muestra del Carnaval.

Entre el público, Julio Torres, uno de los referentes de La Laguna profunda, que ayer, con lógica satisfacción, mostraba con orgullo las imágenes que inmortalizan y evidencian su paso por los Poca Pena, que salieron del barrio lagunero de San Honorato. Desde la fundación, hasta el primer concurso de murgas infantiles que se celebró en la plaza del Príncipe.

Otra joya: la muestra dedicada al diseñador de La Laguna Luis Dávila y que tiene a Pablo Afonso a un comisario de lujo. Una exposición para deleitarse en el César Manrique del Carnaval, un hombre que hacía maravilla con una lentejuela, que desafió el vació desde la elegancia y vistió al Carnaval. Y el tesoro, la revista de la muestra, oro molido para coleccionistas.