Natural de Icod de los Vinos, David Socas (1984) recuerda el anhelo que siempre ha compartido con su madre cuando ha paseado por la zona del recinto ferial y el Parque Marítimo de la capital tinerfeña: “Ojalá un día una obra mía esté expuesta aquí, como un cartel más del Carnaval”.

Este icodense que se formó en los ciclos superiores de Imagen y Sonido de La Guancha y más tarde pasó por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna para recalar finalmente en estudios de diseñador gráfico participa por primera vez en el concurso de elección del cartel del Carnaval virtual de Santa Cruz 2021, al igual que otros 32 autores. Su obra fue una de las diez finalistas que eligió el jurado profesional, con el añadido de que fue una de las tres que pasó el corte por unanimidad; mientras que el resto se votó. Este artista está de enhorabuena porque también decidió concursar en Puerto de la Cruz, de cara al Carnaval 2021, y quedó entre los tres finalistas de la ciudad turística.

David Socas se decantó por la leyenda Los mejores carnavales del mundo, aunque lo definiría mejor un cartel tridimensional que reivindica la luz del Carnaval. Su obra queda a mitad de camino entre un reclamo tradicional y una escultura por la volumetría, pues las letras que conforman la palabra “Carnaval” llegan a tener una altura de siete centímetros. Si llamativa es la técnica utilizada –quilling, filigrana, papercut o paperart– más sorprendente es la incorporación de una tira de LED que da luz a la obra. De esta forma, se trata de un cartel con dos caras; dos visiones de la fiesta casi imposible de delimitar en la foto que simplifica el trabajo y que es el resultado del cartel.

El trabajo es el resultado del sentimiento de pertenencia al Carnaval que admite que siempre ha vivido y disfrutado, más allá de que se haya quedado con el desconsuelo de salir en algún grupo, tal vez por los lazos de amistad con algunos componentes.

Cartel del icodense David Socas.

David realizó su boceto de cartel cuando el pasado mes de mayo se convocó el cartel. Sin embargo, cuando diseñó su idea y se planteó la técnica que quería utilizar, se sentía desbordado por la falta de tiempo para acometer el proyecto y decidió dejarlo aparcado. Durante un tiempo permaneció sin compromisos laborales y coincidió que la Concejalía de Fiestas decidió ampliar el plazo de presentación, oportunidad que aprovechó, eso sí, trabajando día y noche su pareja y él durante dos semanas casi sin darse tregua en la preparación de las tiras de papel que luego fue manipulando para confeccionar el cartel, que le llevó casi dos meses de trabajo.

Desde el principio quiso mostrar carnavales representativos del mundo, hasta que se decantó finalmente por iconos de Venecia, Brasil, Oruro (Bolivia) y el anfitrión. La primera idea creció y se simplificó, pues llegó a contemplar incorporar el nombre de los personajes del Carnaval santacrucero en cada uno de los chicharros que ideó y que luego aglutinó en una única imagen sin ese homenaje nominal para evitar un batiburrillo.

Precisamente por su cansancio en el uso de técnicas digitales de la imagen, David se decantó por la filigrana, lo que ha transformado el cartel en una obra de arte que casi alcanza el grado de escultura.

“Busqué algo que no fuera tampoco óleo, acuarela, acrílico...”. Buscaba innovar, aunque para ello se quemara las pestañas recortando las seiscientas tiras de cartulina que después dobló y encoló para dar forma, y color, a su cartel; una obra con relieve; no sólo por lo que pueda destacar respeto al resto sino por su volumetría que sobresalen sobre el papel entre uno y dos centímetros. Y para incrementar esa profundidad incorporó el mecanismo de una tira de LED que sacan brillo al elemento central: el chicharro de espejo, como la obra de Elicet Rodríguez y que se expone en la calle.

La obra en sí, explica, es un homenaje a las cientos de miles de manos que han diseñado, confeccionado y construido la historia del Carnaval y que en el trabajo de David Socas, en un ejercicio de papiroflexia elevado a la enésima potencia, forma por tiras de papel recortadas y enrolladas desde el Chicharro, a la máscara de Venecia dejando entrever un el gran canal y hasta unos cascabeles, para reivindicar el tocado de las escuelas de samba de Brasil y el sello de la Diablada de Oruro que se identifica con los colores de la bandera. La composición, cuando se apaga la luz, simula la boca del escenario por el que sale la reina, inspirado en el tocado de soberana de 2020, en un guiño de quien espera que el Carnaval se vuelva a iluminar.