"Quiero hacer algo que rompa con todo lo que se ha visto hasta ahora". Fue la máxima que planteó Javier Torres Franquis cuando aceptó la invitación del concejal de Fiestas, Andrés Martín Casanova, a repetir por segundo año consecutivo como director de la escenografía del Carnaval que se presentó ayer. Aquella reunión entre el profesor y doctor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna y el responsable de la organización se celebró el 13 de marzo, la víspera de la declaración del estado de alarma por el Covid-19 que condicionará la nueva edición en función de su incidencia.

El decorado desvelado ayer es el resultado del trabajo del equipo artístico de la etapa de Martín Casanova, que comenzó hace un año y ahora está pendiente de su ratificación si mañana prospera la moción de censura: Javier Torres, como diseñador y director de la escenografía; José Luis Rodríguez, responsable técnico; Marcos Marrero y María Díaz, directores artísticos -y los grandes ausentes en la presentación de ayer-; Carlos Mas, de Sonido y Hugo Casorla, de iluminación y audiovisuales.

En la presentación celebrada ayer en la Casa del Carnaval, a la que asistió la alcaldesa y el responsable de la organización, se mostró un escenario para televisión, porque se ha generado un espacio diáfano muy amplio, gracias precisamente al rediseño realizado por Carlos Mas, que prevé colgar todo el equipo de sonido de la cubierta del recinto.

Tres grandes antifaces y cuatro máscaras destacan como elementos escénicos en la propuesta de Javier Torres, y sobresalen sobre un fondo de rombos de arlequín, unos pintados y otros formados con pantallas led. En este nuevo planteamiento se reducen los accesos, que pasan de los cinco del pasado febrero a los tres de la próxima edición, o cuando las condiciones sanitarias lo permitan.

La boca de escenario estará realzada por un antifaz de siete metros de ancho que irá anclado al frente a diferencia de los otros dos que se distribuirán a izquierda y derecha de la tarima, suspendidos de la cubierta del recinto. Si la boca de escenario estará presidida por ese antifaz de siete metros, los otros dos que se colocarán a ambos lados, medirán cinco metros cada uno y levitarán sobre los dos sets que se generan a izquierda y derecha. Las tres entradas suprimen el recurso de las pantallas leed como elemento de decoración de la puerta y se recuperan unos mayúsculos telones de terciopelo que aportarán una imagen muy teatral. Precisamente los dos pórticos laterales estarán flanqueados cada uno con dos tallas de máscaras que reivindica la esencia del Carnaval, al igual que ocurre con los antifaces, un guiño a la orfebrería de los diseñadores. Toda la pared del decorado, de lado a lado, estará decorada con unos rombos propios de arlequines, unos pintados y otros previstos como pantallas led.

La superficie de la planta es similar a la del año pasado, con el relevante cambio de disposición de la planta, que se asemeja a un diamante por su diseño de trapecio. De esta forma, el escenario se adentrará en el patio de butacas, con el público colocado en las tres aristas de esta parte del diamante. De nuevo, se mantiene la fórmula de un escenario accesible desde el público desde unas escaleras.

La apuesta escenográfica de Javier Torres no solo mantiene el giratorio que ya rescató el pasado febrero, cuando lo colocó en la parte más próxima al público, sino que prevé una segunda plataforma móvil que estará dentro de la boca de escenario, para crear una lanzadera para dar mayor realce al desfile de candidatas y si se repite la fórmula de realizar un carrusel, como cuando en febrero salían juntas todas las que habían participado en cada bloque. Torres explicó que se ha tenido en cuenta la experiencia de los concursos de murgas, comparsas y agrupaciones; de ahí la decisión de acercar el público y el espectáculo. Como advirtió autor, quien esperaba un decorado que fuera la suma de los elementos más representativos de Cádiz, Venecia o Río de Janeiro para ir en consonancia del lema de 2021, Carnavales del mundo, se equivocó. Javier Torres ha apostado por el común denominador de los carnavales: junto a la teatralidad que aportan los telones de terciopelo, se incorporan tres antifaces y cuatro máscaras en un guiño al diseño por el que se caracteriza la aportación de las murgas, comparsas, rondallas, agrupaciones y las reinas del Carnaval.

Un escenario posible ahora

El director técnico del Carnaval, José Luis Rodríguez Tote, confirmó que la escenografía presentada ayer es viable conforme a las actuales condiciones sanitarias. Sin restricciones por el Covid-19, mantendría el mismo aforo para la gala -5.500 localidades- y la final de murgas tendría una capacidad de 6.800 plazas sentadas. De esos sitio, se ocuparía el 75% del aforo habitual. Cuando se no garantice la distancia de seguridad en el público de un metro y medio, es obligatoria la mascarilla, así como para moverse en el recinto. Este escenario cuesta a 170.000 euros, según el pliego, lo que supone un 20% más económico que el de la pasada edición, 215.000.

Ahora falta ver si las condiciones sanitarias permiten celebrar el Carnaval y el equipo de gobierno resultante del debate de censura de mañana asume este decorado.